Niño
3 años

¿Cómo explicarles la muerte?

¿Cómo explicarles la muerte?

Todos los padres quisieran evitar que sus hijos vivieran la tristeza y el dolor que implica la muerte de un ser querido. Pero cuando esto ocurre…¿Cómo hay que explicarlo?

¿Cómo explicarles la muerte?

La muerte de un ser querido es dolorosa e incomprensible para todos. Pero para los niños pequeños resulta especialmente inimaginable. ¿Cómo ayudarlos? En primer lugar, hay que evitar fingir que nada pasó. Como integrantes de la familia y con la enorme percepción que poseen los chicos, saben que algo muy serio ha pasado. Ignorarlos o apartarlos no les ahorra sufrimiento sino todo lo contrario porque al no contar con información concreta, esto da lugar a todos sus temores y fantasías.

Resulta sumamente importante explicarles lo sucedido. Sea cual fuere la causa de la muerte, es aconsejable  recalcar el grado extremo de la situación para que el niño no crea que él o cualquier otra persona querida morirá por cualquier salida, accidente, o enfermedad –así sea una gripe–, o incluso por cumplir años.

   Es también fundamental que el adulto referente no impida la reacción del niño ante lo ocurrido con frases como: “Tenés que ser buena por tu mamá”; “Los hombres no lloran”; “No te pongas triste” o “El abuelo no quiere que llores”. Su reacción puede ser de tristeza, asombro, ambivalencia, regresiones, rabia y enojo. Todas estas respuestas tienen que ver con su dolor. 

El padre, la madre o el adulto más cercano afectivamente pueden contarle lo sucedido, adecuándolo a su edad. Expresiones como “Se fue de viaje” o “Está en un lugar mucho más lindo” no le permitirán entender la situación real, pues los niños de edad preescolar muchas veces piensan que la muerte es reversible, creencia que es alimentada por los programas infantiles de televisión. También es normal que piensen que puede ser contagiosa, con lo cual pueden tener miedo por ellos mismos o por sus padres o hermanos. 

Eugenia –mamá de Agustín, de 4 años– cuenta: “Cuando falleció mi marido en un accidente, Agustín no quiso hablar de él. No lo obligué. Yo le hablaba sin preguntarle nada y él me escuchaba calladito. Las primeras noches lloraba pensando que el papá se había ido porque no lo quería más porque él se había portado mal. Le expliqué, con paciencia, mil veces, que no era así. Un día apareció abrazado a su oso y me pidió que le contara un cuento. Cuando empecé a leer, me interrumpió y me dijo: ‘No mami…  como los de papá, esos me gustan’. Desde ese día, de a poquito, pudo empezar a hablar de su padre". Los adultos no deberían caer en extremos. No expresar su tristeza es tan perjudicial para sí mismos y para el niño como derrumbarse anímicamente y expresar frente a los hijos pensamientos como: “¿Por qué no fui yo?”; “Quiero morirme” o “¿Qué vamos a  hacer ahora?

La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) revela: “Aproximadamente  el cinco por ciento de los niños menores de 15 años de edad experimentaron la muerte de uno de sus padres”.

Con el paso del tiempo, es importante ayudar a los chicos a mantener la imagen real de la persona que ya no está. Recordar anécdotas y formas de ser, mantener fotos en la casa, permitir que el niño elija un objeto como recuerdo de la persona querida, son formas de preservar la memoria y llenar de contenido esa ausencia que cada familia sabrá explicar desde sus creencias y también desde su dolor. La manera en la que el niño se adapta a esta situación depende del funcionamiento familiar, de las circunstancias en las que ocurrió y de la etapa madurativa del niño.  “Los niños más pequeños no son capaces de entender el concepto de muerte pero sienten las consecuencias de la separación del padre que ha fallecido. Pueden manifestar su tristeza aislándose, con llanto y apegamiento marcado, trastornos del apetito y regresión madurativa”, explica la SAP.

Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp.

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