Niño

Los 45 meses de tu hijo:

Mamá, quiero eso.

Mamá, quiero eso.

Los kioscos y las jugueterías son paradas obligadas para padres e hijos. Sin embargo, cuando los chicos piden mucho, es tarea de los padres poner un límite y estimular otro tipo de disfrute.

Mamá, quiero eso.

Cada vez que volvemos del jardín, mi hija quiere parar en un kiosco y me pide que le compre alguna golosina. Le doy el gusto cuantas veces puedo, pero sé que tarde o temprano voy a tener que poner un límite. El problema es que no sé cómo hacerlo porque, cada vez que intento, es un escándalo”, confiesa María Noel, mamá de Guadalupe (4).

Ese “escándalo” es la manera en que muchos chicos ponen a prueba a sus padres a la hora de imponer límites. Después de todo, la necesidad de decir “no” cuando ellos piden golosinas y juguetes es tan importante como la aplicación de normas en otros aspectos de la crianza.

“Muchas veces, son los padres los que generan ese afán de consumo en los chicos. Prefieren acceder y comprarles una golosina, antes que tolerar una escena de berrinche. Sin embargo, esa actitud no ayuda en nada. Los chicos tienen que aprender a tolerar un límite desde muy temprano. Si no, a medida que van creciendo, cada vez es más difícil lograrlo. Además, ese ‘no’ es el que les permite aprender a controlar sus propios impulsos”, explica la psicóloga María José Correa.

La experta señala, no obstante, que tampoco es bueno decir siempre que no. El verdadero desafío, entonces, pasa por aprender a evaluar cuándo conviene acceder al pedido, y cuándo es momento de negarse. “Los regalos son oportunos cuando suponen placer como acto en sí, tanto para el padre que lo da, como para el chico que lo recibe. Cuando la compra de una golosina o un juguete cobra otro sentido, cuando se convierte en un aplacador de un berrinche o un premio frente a una conducta positiva, es mejor no hacerla”, sostiene Correa.

Está en los padres la capacidad para enseñarles a sus hijos el disfrute de las situaciones, sin la presencia de algo material de por medio. Un paseo, un juego o una conversación son propuestas enriquecedoras. “Incluso, cuando los padres trabajan todo el día y cuentan con poco tiempo, es preferible que se tiren al piso unos minutos a jugar con ellos, en vez de aparecer en casa con un regalo para compensar la ausencia”, agrega la psicóloga.

Cuando los chicos amenazan con hacer un berrinche cada vez que no consiguen lo que quieren, detentan un poder que no debería estar en sus manos. “Esa posesión es peligrosa porque ellos no tienen la edad como para manejarla. Son los padres los que tienen que guiar a los hijos y decidir cuándo se puede hacer algo y cuándo no”, señala Correa.  Disfrutar las golosinas y los juguetes es parte de la niñez. Sin embargo, está en los padres saber evaluar cuándo es suficiente.

Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp.

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