María es profesora de inglés, dejó de la actividad profesional cuando nació su quinto hijo. Hoy trabaja Ad honorem en la organización de eventos del colegio y de varias asociaciones civiles sin fines de lucro.
¿Son amigueros tus hijos? ¿De qué depende?
Mis hijos son re-amigueros. En esta semana tuvimos dos cumpleaños y desfilaron por casa unos ciento veinte chicos.
Yo creo que depende primero de su personalidad y segundo de que puedan ejercer la amistad contando con una casa abierta.
Nuestra casa es una casa bien abierta. Los fines de semana se quedan a dormir unas siete u ocho chicas después de los programas que organizan. Duermen dónde sea, en el living, playroom o en los cuartos. Hay varios colchones de más, pero por supuesto no alcanzan.
Lo importante es que los amigos de nuestros hijos se sienten queridos, se sienten que no molestan. Y nuestros hijos se sienten así queridos porque inconscientemente se dan cuenta que los queremos a ellos permitiendo estas cosas.
Reconozco que la casa puede estar desordenada, que hay chicos por todos lados, que hay mochilas, buzos o lo que sea un poco dando vueltas por la entrada, o en el hall de arriba o en el playroom, que nunca se sabe bien cuántos chicos va a haber para almorzar los sábados. Esto no es problema ya que hacemos panchos todos los sábados y listo!!
Pero nuestros hijos son felices y les encanta estar en casa con sus amigos y se sienten orgullosos de que su casa sea una casa abierta y de que sus amigos quieran venir a casa y que disfruten estar en casa porque se sienten cómodos.
Nuestra casa no es un museo es una casa, un hogar.
¿Qué características notas en los que tienen más amigos y salidas de los que no lo tienen?
Hubo una época en la que alguno no tenía tantos amigos. La verdad es que se sentían mal. Pensaban que nos los querían. Se comparaban con los otros. Creo que a estos chicos hay que ayudarlos.
• Primero tratar de averiguar si no está pasando algo en casa que pueda estar perjudicando su comportamiento en el colegio.
Puede estar triste o preocupado por algo que está sucediendo y nosotros no darnos cuenta. Hay que hablar con ellos. Tratar de sacarles qué les pasa. Si vemos que el problema no es en casa averiguar qué está pasando en el colegio.
• Hablar con las maestras o la tutora si la tienen. Es importante saber cómo está actuando nuestro chico con sus compañeros. A veces el problema es de nuestro hijo y otras es de sus compañeros. Hay que ser objetivas. Escuchar, analizar y aceptar. No siempre nuestros hijos tienen razón. A veces son ellos los que provocan los conflictos, otras los toman de punto algún grupito.
Esto pasa más a menudo con las chicas. Las mujeres son más complicadas. Hacen grupitos, se critican, se pelean, se ponen celosas, un día son íntimas amigas de una y al otro son enemigas. Los varones son más simples aunque a veces pueden llegar a ser muy crueles. Por eso es importante ir al colegio y hablar.
También es útil hablar con los amigos más íntimos de los chicos. Ellos nos pueden aclarar el panorama.
Una vez que sabemos lo que está pasando tratar de ayudar con los medios que tengamos. Si es de casa el problema, por supuesto tratar de resolverlo, si es del colegio pedir ayuda a las maestras o tutoras para hablen con los chicos del conflicto o con nuestro hijo si es que viene de allí el problema.
¿Notas que son o fueron amistades duraderas? ¿Intervino en eso la educación que quisiste darle a tus hijos?
Mis chicos tienen amistades duraderas. Por supuesto que fueron variando algunas a lo largo de los años. Se ven con unos amigos más que con otros. Pero siguen siendo amigos de sus amigos.
Creo que es fundamental para poder educar en la amistad la elección del colegio. El colegio no educa pero ayuda a educar. Es fundamental el colegio en dónde existe un proyecto educativo sólido. En dónde se les de a los chicos una educación integral, en dónde se les enseñen valores morales, en dónde el chico no sea un número sino una persona; en dónde los padres sean respetados y en dónde los padres compartan los mismos valores que nuestro matrimonio.
Si los padres de los amigos de nuestros hijos piensan y educan como nosotros nos será más fácil fomentar la amistad con ellos.
Si son completamente distintos tenemos que estar seleccionando y eso es más complicado cuando no doloroso.
¿Te pasó que se juntaran con amigos que no eran de tu agrado? ¿Qué hacías para disuadirlos?
Si, me pasó. Es bastante difícil porque uno tiene que disuadir sin herir. Es difícil que nuestro hijo entienda a esa edad por qué no los dejamos quedarse a dormir, por ejemplo, en determinada casa.
Por lo general nos crea un conflicto, dolores de cabeza y situaciones dolorosas. Ellos quieren a ese amigo o amiga, nosotros también, porque el chico o la chica es amorosa, pero hay algo en la casa que no nos gusta y ahí tenemos que ser fuertes aunque nos cueste un montón.
A veces el propio chico o chica no nos gusta por lo que sea. Aquí también tenemos que ser muy fuertes y tratar de que ese chico venga a casa en vez de que ellos vayan a la suya. En casa están más controlados.
A mi me ha pasado que los han invitado a pasar las vacaciones a algún lado y no dejarlos ir con gran dolor de mi alma.
Por supuesto que esto trajo muchas lágrimas, discusiones y malas caras. Tal vez no lo comprendan en el momento. Pero, por experiencia personal de cuando yo era adolescente, se que a la larga uno lo comprende y le agradece a los padres esa prohibición. Disuadirlos es difícil, pero hay que hablar y dar las razones.
No ocultar el por qué no nos gusta el modo de educar o lo que sea. Hay que decirle:
“Mirá fulanita, yo la quiero mucho a fulanita, pero no me gusta que le den tanta plata, o que le compren todo lo que quiera, o que salgan a bailar siendo muy chiquitas, o que salgan todas las noches” (o lo que sea) “yo te quiero mucho y quiero lo mejor para vos. Es porque te quiero que hago esto. Si no lo entendés ahora, tal vez lo entiendas cuando seas más grande. Pero si no te dejo ir, es porque me preocupo por vos y estoy cumpliendo con mi misión de madre. Es un derecho y un deber mío y es un derecho tuyo. Vos tenés el derecho de merecer padres fuertes que te quieran y quieran lo mejor para vos”.
Es fundamental que sepan el por qué.
Que no piensen cualquier cosa o que magnifiquen. Si ven que somos sinceros y que nuestra preocupación son ellos, tal vez no lo comprendan en el momento, pero sí les da seguridad; seguridad de padres fuertes y con autoridad.
Esto es muy bueno para el crecimiento sano de los chicos.
Yo soy creyente por lo tanto utilizo mucho la ayuda del Cielo. Creo que sólos no podemos educar. Confío en que Dios nos da la ayuda que necesitamos, pero se la tenemos que pedir.
Personalmente le pido ayuda al Espíritu Santo que me ilumine y que me diga qué es lo mejor para nuestros chicos. También rezo todos los días por ellos. Si yo no lo hago, ¿quién va a hacerlo?
Consejos para educar y tratar a los hijos más tímidos
Hay chicos que son más introvertidos que otros. Con estos hay que encontrar el momento para conversar.
• Aprovechar cualquier oportunidad para estar solos con ellos. Una ida al médico, una salida a hacer compras con ellos solos con algo que ellos necesiten, aprovechar y comer un pancho por allí, o tomar un helado y de a poco ir hablando.
• También pedir ayuda al colegio. Yo insisto, pero el colegio es fundamental. Nuestros hijos, si van doble turno, se pasan más tiempo en el colegio que en casa. Y si van un solo turno, lo más probable que pase que nosotros tampoco estemos las horas que ellos están en casa, o porque trabajamos o porque tenemos otras actividades que nos sacan de casa. El colegio, si es bueno, nos va a ayudar. Pensemos en acciones conjuntas para ayudar a ese chico. Hay muchas maneras de estimularlo para que vaya superando su timidez.
Consejos para organizarse con los cumpleaños
Siempre festejamos los cumpleaños. Nunca dejamos de festejar con los hermanos.
Hacemos una rica comida a la noche, la que le guste al del cumpleaños, nos ponemos gorritos, pelucas, sombreros estrafalarios de los cotillones de casamiento, piñata, torta con velitas y guitarreada.
Lo importante es que los chicos sean generosos entre si y que no se pierdan los cumpleaños de sus hermanos. Sobretodo cuando son más grandes y podrían faltar por otro programa.
Tan importante como el festejo en familia es el festejo con sus amigos. Es cansador por el trabajo que dan, pero es un sacrificio que vale la pena hacer.
Cuando los chicos eran chiquitos, tomaba algunas chicas adolescentes, sobrinas o amigas de mis sobrinas para que animaran las fiestas.
Ya de grandes la casa está abierta para que vengan todos los amigos que quieran. Yo pongo lo que pueda y se come y toma lo que hay. Cuando son más grandes por lo general colaboran siempre los amigos trayendo algo, bebidas o papas fritas o tortas y ellos mismos, los del cumpleaños que trabajan compran cosas para colaborar en el festejo y que uno no gaste tanto.
No crean que mi casa es la de la familia Ingalls. Es un casa como la de cualquier otro. Lo importante es que sea una casa abierta. Que los chicos se sientan cómodos. Que sus amigos son bienvenidos. Que se sientan queridos y que no molestan. Algunas reglas como colaborar, eso si, en levantar la mesa, poner las cosas en el lavaplatos, ordenar el living, o el playroom donde hayan dormido llevando las innumerables frazadas y almohadas arriba, haciendo las camas, etc. pero que en casa se puede estar porque es mi casa y allí me quieren a mí y a mis amigos.
¿Experiencias personales o alguna reflexión tuya con respecto a este tema para las madres de materna?
Te voy a contar algunas experiencias personales de cómo me educaron mis padres.
Siento una profunda admiración hacia mis padres, que hoy están en el Cielo, porque me dieron ejemplo de padres con todas las letras: padres cariñosos, fuertes y seguros . Ambos eran estrictos en cuanto a sus creencias religiosas, eran muy católicos practicantes.
Tenían convicciones morales muy fuertes, un sentido impresionante de la familia y hacían todo lo necesario para mantener la unión de la familia. Mi madre era muy cariñosa, pero exigente. Mi padre, era muy estricto, de educación austriaca.
Ambos sumamente generosos con su tiempo y dedicación a nosotros, a la familia y a los demás.
Cuando yo era chiquita, a los dos años, tuve poliomielitis o parálisis infantil en una pierna. Como era epidemia en Buenos Aires y no había vacunas, ni lugares para internación o tratamiento y recuperación, se fueron los dos juntos con mi madrina, hermana de mi madre y soltera, a lo que hoy sería ALPI, aprendieron el tratamiento y me sacaron adelante ellos.
Nunca me trataron en forma diferente de mis hermanas, salvo en todo lo que fuera mi recuperación. En eso si, se mataron para darme todo. Desde operaciones hasta mi padre fabricarme él mismo las barandas para enseñarme a caminar otra vez.
Cuando tenía diez años, a mis hermanas les regalaron patines para Navidad. Yo quería patinar también, pero a mi madre le daba miedo dejarme por temor a que rompiera la pierna. No me dijo nada, pero llamó a mi médico y él le dijo:
“Mirá, Carmen, prefiero curar una pata rota y no una mente enferma”.
Y así salí patinando, a mi manera, pero patinando al fin. Creo que ese consejo sabio de mi médico fue lo que les marcó a mis padres la educación que me dieron. Es decir nunca me hicieron sentir diferente, me ayudaron en todo lo que pudieron dándome todo lo que necesité en cuanto a médicos, pero no me sobreprotegieron. Me animaban a que en el colegio participara en los “sports”, salí “champion” en primer grado con carreras como el embolsado, el conejo, la carretilla. Supongo que ellos habrán intervenido para que hubiera carreras en las que yo pudiera participar, pero nunca me enteré ni me lo contaron.
Cuando tuvieron que ser fuertes a la hora de no dejarme ir más a la casa de una amiga que me había hecho en las vacaciones, porque su familia era muy despiolada, los hermanos eran muy vagos, no estudiaban ni trabajaban, el padre, buenísimo, pero tomaba bastante, etc.
Cuando mis padres se enteraron de esto por una tía mía que era pariente política de ellos, no me dejaron ir más. Yo estaba preparando mi bolsa con la ropa para el fin de semana, ya que lo pasaba en su casa. Mi madre me llamó, me explicó la situación, me contó cómo se habían enterado y me dijo que no podía ir más. Yo me indigné, primero con mi tía, por “bucona”, como dicen los chicos ahora, después con mis padres, lloré, no les hablé en todo el fin de semana y más, pero no fui.
Al tiempo me había acostumbrado a no ir, empecé a salir otra vez con las chicas de mi colegio que tenía abandonadas y se me pasó el enojo. A los años lo comprendí. Hoy les agradezco a mis padres. Podría estar casada con cualquiera de los hermanos de mi amiga, ya que estaba enamorada de ellos y ellos de mí.
Cuando hoy veo sus complicadas familias no puedo de dejar de agradecerle a Dios su protección divina y los padres que me regaló. Admiro su fortaleza y el amor que sintieron hacia mí para protegerme y esperar lo mejor para mí.