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Cómo trabajamos en una clase de inglés con bebés

Cómo trabajamos en una clase de inglés con bebés

"Una de los temas que tenemos en cuenta para desarrollar las clases es el ambiente que rodeará a nuestro pequeño alumno. En primer lugar tratamos de que sea relajado y lleno de color..." Instituto Warrington.

Cómo trabajamos en una clase de inglés con bebés

Las clases con bebés siempre proponen un desafío tanto para las docentes como para los papás, tíos o abuelos que acompañan a los chicos.

Una de los temas que tenemos en cuenta para desarrollar las clases es el ambiente que rodeará a nuestro pequeño alumno. En primer lugar tratamos de que sea relajado y lleno de color. Es muy importante que los chicos se sientan cómodos como si estuvieran en su propia casa. Es por esto que el acompañamiento de alguien con quien ellos tengan un lazo afectivo es tan importante.

A diferencia de otras, los docentes de estas clases nos sentimos muy cómodos con la presencia de adultos ya que también ellos se permiten jugar, divertirse y relajarse a la par de los chicos. En el mismo instante en que los bebés entran al instituto. Los recibimos hablándoles en inglés, sobre todo con el saludo inicial. Es muy importante mostrarles que en este lugar nos comunicamos así, para que ellos con el tiempo y cuando estén maduros para hacerlo, se dirijan a nosotros utilizando el mismo idioma en el que se les habla.

Al entrar a la clase, todos nos sentamos en el piso rodeando las planchas de goma eva que actuarán como nuestro sector de juego y a la vez evitarán que los chicos se golpeen en caso de que se produzcan caídas. Una vez sentados comienza nuestra clase. Empezamos con la rutina del saludo, después hablamos del estado de ánimo de los chicos y también sobre el estado del tiempo. La inclusión de esta rutina que se repite clase a clase apunta a crear un clima de pertenencia que poco a poco se les hace absolutamente familiar.

A esta altura se preguntarán cómo hacemos esto, si en la clase trabajamos con bebés, que en muchos casos todavía no caminan y mucho menos hablan. Bueno, las docentes somos fieles discípulas de Enrique Pinti. Lo nuestro, al principio, es monólogo puro. Pero asombrosamente con tiempo, repetición y paciencia, empezamos a notar que nuestros pequeños alumnos entienden y responden al estímulo que les proponemos. Los más chicos moviendo sus pancitas, brazos y piernas o regalándonos sus mejores sonrisas. Los más grandecitos imitando nuestros gestos y lo más sorprendente produciendo palabras en inglés acordes al contexto de la actividad planteada. Como se imaginarán cuando esto sucede es una fiesta para todos. Es ver el resultado de nuestro trabajo en vivo y en directo.

Luego de la rutina comenzamos con la clase propiamente dicha. Los chicos están totalmente familiarizados con las canciones, rimas, diálogos e historias con las que vamos a trabajar ya que cada familia tiene un CD que les hacen escuchar diariamente. La docente toma un tema en particular y propone diferentes actividades para darle significado concreto a aquello que se escuchó en casa. Es en este momento cuando disfrutamos plenamente de la clase jugando y cantando todos juntos, dejando de lado la diversidad de edades que tenemos. Y así, sin darnos cuenta, nuestros pequeños oyentes se convierten en verdaderos actores: cambiando juguetes con sus amigos, sosteniendo pequeños diálogos, respondiendo a diferentes consignas que se les proponen y sobre todo demostrando que realmente comprenden lo que estamos haciendo.

Al cabo de 45 minutos (que es el tiempo en el que podemos aprovechar al máximo la atención de los chicos) llega el momento dela despedida. Una vez más la rutina del saludo y la promesa de volvernos a encontrar la próxima clase genera un sentimiento de alegría en los chicos. En este momento (el más romántico de la clase) es en donde las docentes recibimos los mejores y más cariñosos besos y abrazos que, claramente indican, hemos creado un vínculo de verdadero afecto. Ese mismo vínculo afectivo hará que lo aprendido en clase sea almacenado en la memoria a largo plazo. Más allá de que continúen su perfeccionamiento en el idioma o no, siempre les vendrá a la memoria los momentos compartidos y las estructuras del idioma que los acompañaban haciendo que el inglés ya no sea una cuenta pendiente en sus vidas sino algo familiar y placentero que merece la pena ser aprendido y recordado.

Como siempre decimos: hay una manera distinta de aprender y de enseñar. Lo único que hace falta es animarse!

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