Lactancia y primeriza

Marcela Ramsfelder

Ser mamá por primera vez es algo tan indescriptible, que obviamente hay que vivirlo para entenderlo. Demasiadas sensaciones, miedos y satisfacciones nuevas. Con Vicente el parto fue increíble y el trabajo de parto rapidísimo. No dije ni una sola mala palabra, en esas dos horas (yo creí que iba a maldecir a todo el planeta). Y así fue que un 6 de mayo a las 10:26 AM llegué en pantuflas al hospital y tuvimos a Vicentín. Ahora bien, me habían dicho que tenga cuidado al cambiar los pañales porque podía hacerme pipí en la cara. Dicho y hecho, miles y montones de veces tuvimos que esquivar el pitulín regadera que por suerte muchas veces embocaba justito en el tacho de basura. Pero lo que nadie me dijo, era que cuando yo lo fuera a amamantar, si el quitaba su boquita de la teta y ésta estaba muy cargada, yo podía "empaparlo" en la cara con una lluvia de leche. Pobre Vicentín, esto me sigue pasando a veces y no sé cómo pedirle perdón, sólo me río un poquito y en silencio le digo "¡ésta es por el pichulín que me tiraste en la carita, bebé!"