Los niños son naturalmente curiosos ya que desde el nacimiento cada día inaugura una aventura hacia el mundo desconocido. A partir de la adquisición de la palabra, comienza la etapa de las mil preguntas por qué?, cómo?, dónde?, preguntas que se formulan desde el enorme deseo de saber.
Frente a ello, y en relación a algunas preguntas delicadas, muchas veces los padres no saben cómo responder a la incesante demanda de los niños y aunque sabemos que lo mejor es siempre decirles la verdad, también es cierto que es difícil medir el nivel de detalles que requiere cada temática.
Para ello es importante comenzar por una respuesta sencilla, ajustada a la realidad, e ir complejizando la información a medida que el niño va creciendo, teniendo presente que recibir más información que la que el niño puede procesar, sólo favorece la confusión.
Por ello, se trata de que los padres mantengan abiertos los canales de comunicación con sus hijos, recibir las preguntas que puedan ellos realizar con naturalidad, tomándose en serio cada una de ellas y dando una repuesta verdadera. Así, los niños recurrirán a sus padres cuando necesite información, ayuda o algún consejo.
Pero no todo es tan sencillo: habrá momentos difíciles en los que resulta complicado encontrar las palabras apropiadas, que las preguntas confrontan a los adultos con temas no resueltos, o se relacionan con temáticas que los inhiben, angustian, etc.
Justamente por eso, cada pregunta es una invitación a enseñar no sólo acerca del tema en cuestión, sino también sobre las limitaciones, sentimientos y debilidades de los padres. Incluir la posibilidad del “no sé”, o “me cuesta explicarte” da una versión sincera y abierta de los adultos, en donde el niño encontrará un espacio donde alojarse con mayor facilidad, que frente a los padres que supuestamente todo lo saben, todo lo pueden.
Uno de los temas que complican la respuesta de los padres, es el tema de la muerte, más aún cuando este tema gira alrededor de la pérdida de un ser querido, y los padres a su vez están envueltos en la tristeza, en un duelo por elaborar.
Así como en relación al nacimiento la cuestión fundamental es el origen, en relación a la temática de la muerte la cuestión es el final, difícil de asimilar para la mayoría de los niños.
Es un tema complicado por la tristeza y la angustia que suele acompañarlo. Por ello es importante tomar el tiempo necesario para evacuar dudas, siendo lo más sinceros posible, agregando las emociones que pueden aparecer en esos momentos, tratando siempre de hablar con claridad evitando abstracciones del estilo: “el abuelo se fue a dormir” o “está mirándote desde esa estrella”. Los niños ante estas respuestas suelen esperar fallidamente el regreso, y la idea de ser siempre mirados puede llevarlos a situaciones persecutorias.
Con respecto a las creencias religiosas, probablemente desee responder desde las propias; sin embargo es posible agregar la idea de que hay otras personas que creen en otras cosas. Si la persona que responde no es creyente, sería importante explicar qué es Dios de todos modos, ya que escuchará mencionarlo y gracias a los elementos que pueda aportarle construirá su propia opinión.
La idea es transmitir que nadie sabe exactamente qué sucede cuando uno muere, que hay diferentes teorías al respecto, pero que lo que se sabe es que si un animal o una persona muere deja de respirar, su cuerpo no funciona más, que las personas suelen morir cuando son muy viejos y que no pueden regresar.
Por eso hay algunos rituales, ceremonias para estar todos juntos despidiéndolos.
Luego, aquellas personas que fueron importantes para nosotros siguen acompañándonos en los recuerdos, con sus dichos, sus costumbres….
Lic. Marisa Russomando