La cortesía es el comportamiento que regula la interacción humana y sirve para controlar el potencial de agresión interna que todos tenemos, pero que es más notable en los más chicos, ya que no manejan aún el lenguaje de modo de comunicarse mejor verbalmente. Sin embargo, observando en la calle a los adultos y a los jovenes, como conductores y peatones, en las filas de las oficinas públicas, en los negocios, vemos que la cortesía ha caído en desuso.
Podría decirse que las primeras enseñanzas que los padres damos a nuestros hijos pequeños son: “decí por favor”, “dale las gracias a tu amigo”, “saludá a la abuelita”. Todas estas expresiones ayudan a vivir mejor y contribuyen a sembrar el respeto que el otro merece como persona.
Hay quien dice que los chicos no son maleducados sino malaprendidos pero es cierto que muchos padres de hoy permiten cosas a sus hijos que los nuestros jamás lo hubieran hecho. Que un pequeño de tres años que apenas se levanta del suelo domine a su madre, señora adulta (aunque joven) es mala señal. Que los padres vayan a los colegios a pedir a los docentes que exijan menos o que no presionen con la disciplina, que es también un modo de vivir mejor y con orden y respeto, es una pésima señal.
No enseñar el buen trato y el respeto a nuestros pequeños va a generar seres humanos incapaces de tolerar la frustración. Y todos los adultos sabemos que la vida tiene más de este ingrediente que de otros.
En general, siempre fueron las nenas y luego las mujeres, las más corteses y atentas. Hoy escuchamos el vocabulario y el modo de tratarse entre las jóvenes y uno se pregunta dónde quedó el sentido del pudor. Definitivamente, ni en el diccionario.
Enseñar cortesía, como todo aprendizaje, requiere paciencia e insistencia. Una vez escuché en una reunión de padres a un papá, profesional, decirle a la maestra de preescolar: “yo con este chico (su hijo) no puedo. Ocúpense ustedes.” ¿Un señor de cuarenta años, director en una prestigiosa empresa, en la que todos los días ordena a muchos adultos, no puede con un sujetito que es nada menos que su hijo?
No se renuncia a ser padre, no se delega la tarea a la escuela. Ser padre es un hecho inexorable: el nacimiento de cada hijo nos exige una responsabilidad enorme. No es sólo darles de comer y vestirlos o buscar un buen colegio, es enseñarles a ser buenas personas y eso es lo más importante.
Una persona cortés con sus prójimos siempre es bien vista por los demás. Es la que atenúa un pedido con gentileza, es la que no grita y berrea para conseguir algo, es la que sabe agradecer, es la que pide de buen modo, es la que se alegra del éxito ajeno y felicita a quien lo consiguió
La cortesía evita muchos conflictos. No se puede pelear solo. Con la cortesía se respetan las tradiciones de cada cultura y es la que, en los actos públicos, llaman “protocolo”. Respetar el protocolo es comportarse civilizadamente.
Lic. Patricia Nigro
Licenciada en Organización y Gestión Educativas
Instituto de Ciencias para la Familia
Universidad Austral