En las últimas décadas se han producido importantes cambios en los patrones de consumo alimentario masivo, que responden a factores sociales o económicos, como el trabajo de la madre, el menor tiempo que existe para elaborar comidas y la influencia de la publicidad, que repercute en la nutrición infantil.
Actualmente, es usual que una de las comidas se realice fuera del hogar, lo que genera un aumento de consumo de colaciones entre horas (snacks) elegidas muchas veces por el propio niño, pero con una escasa variabilidad de alimentos que lo componen.
Las grasas o lípidos son nutrientes esenciales por excelencia, ya que proporcionan el doble de energía que la misma cantidad de proteínas o de hidratos de carbono, pero el consumo excesivo de lípidos favorece la obesidad. El aporte de grasas en general no debe superar el 30 a 35% de la dosis energética total.
Las grasas de origen animal poseen una alta proporción de ácidos grasos saturados, cuyo exceso favorece el aumento del colesterol y el desarrollo de la aterosclerosis, cuya principal consecuencia es el infarto de miocardio. En cambio, las grasas de origen vegetal tienen mayor contenido de ácidos grasos poliinsaturados, por eso el 60% de las grasas de la dieta deben ser de origen vegetal.
El chocolate no se recomienda en los niños pequeños por la complejidad de sus grasas y por el contenido de ácido oxálico que disminuye la absorción de calcio.
Las frutas secas (almendras, maníes, nueces) tienen un alto contenido proteico, grasas digeribles y minerales, pero poseen un alto valor calórico, por eso debe limitarse su cantidad.
A los niños les encantan los dulces, pero estos sirven de alimento para las bacterias localizadas en la boca, responsables de la aparición de las caries dentales. Al ponerse en contacto con las bacterias en la superficie de los dientes, se producen ácidos orgánicos que disuelven las partes inorgánicas de los dientes originando las caries dentales. Las medidas de prevención para caries dentales indican evitar la ingestión de dulces entre las comidas.
En un estudio realizado en Australia se encontró que la frecuencia de caries dentales era significativamente mayor en las escuelas en donde se vendían dulces que en las que esto no ocurría.
- Inapetencia, jugos y dulces
Las soluciones glucosadas superiores al 20% determinan un cierre del esfínter pilórico. En el caso de alimentos azucarados, como caramelos y pastillas, la concentración de azúcar en el estómago está dada por la cantidad y el ritmo con que se ingieren. Por lo tanto, el consumo desproporcionado trae inapetencia.
En los helados se suma la alta concentración de azúcar y la baja temperatura que también retarda la evacuación gástrica . Puede administrarse como postre a los niños mayores de un año, pero se desaconseja entre las comidas.
Si la dieta es rica en hidratos de carbono, producirá fermentación intestinal, distensión abdominal y flatulencia con ganancia rápida de peso. Si la dieta es muy rica en grasas, se retrasa el vaciamiento gástrico con distensión, se provocan molestias abdominales, y también se produce excesiva ganancia de peso. Las altas concentraciones de lactosa u otros azúcares pueden provocar deposiciones blandas y frecuentes. Se debe tener en cuenta que la mayoría de los trastornos del apetito comienzan entre los 6 y 18 meses, donde suelen aparecer preferencias y aversiones alimentarias.
Entre el tercer y cuarto año de vida, con el comienzo del jardín de infantes, el niño pasa gran parte de su tiempo en grupos de juego y visitas a casas de amigos, vecinos o parientes, con los que socializará e influirán en la elección de la comida y la forma de comer; teniendo así muchas oportunidades de satisfacer su apetito con alimentos de agradable sabor y poca nutrición que contribuyen a incrementar la ingesta de grasas e hidratos de carbono. Además, estos refrigerios suelen ser ingeridos en horarios inadecuados lo que contribuye a rechazar posteriormente las comidas principales.
Los jugos artificiales, las gaseosas y las bebidas azucaradas aportan “calorías vacías” y es aconsejable que sean reemplazados por alimentos más nutritivos, para evitar la obesidad por consumo extra de calorías y las caries dentales, ya que existe una relación directa entre esta patología y la ingesta de azúcares. Sería prudente limitar el consumo de jugos de fruta en niños pequeños a menos de 350 cm3 / día. Si los niños son condicionados tempranamente en la vida con líquidos dulces de alta carga energética, puede decrecer el apetito, alterar el ciclo hambre-comida-saciedad y tener dificultades para aumentar de peso.
Es importante favorecer el consumo de agua pura, y la mejor forma de hacerlo es con el ejemplo y la disminución del consumo de gaseosas para ocasiones especiales, salidas o paseos, cumpleaños, etc . El consumo de fluidos de alto contenido calórico o energético es capaz de producir una amplia variedad de síntomas, como el dolor abdominal recurrente que puede aparecer entre el primer y cuarto año de vida, por mala absorción de fructosa y sorbitol, componentes habituales de los jugos, también puede asociarse con diarrea leve y/o intermitente.
- Fuente de aditivos y colorantes
Las golosinas o bebidas suelen contener numerosas y variadas sustancias químicas que carecen de valor nutritivo, pero que se añaden en cantidades mínimas para garantizar su conservación, mejorar o hacer más atractivo su aspecto y su sabor. Algunos son realmente útiles porque hacen que los alimentos se conserven en buenas condiciones, mientras que otros son innecesarios, como los colorantes. No obstante, su empleo se rige por las exigencias y las reglas del mercado.
Es importante recordar que los colorantes constituyen el ejemplo perfecto del aditivo inútil. Su uso no se debe a ninguna justificación tecnológica, sino que contribuyen a dar a los alimentos un aspecto particularmente atractivo para su mayor consumo. Es aconsejable leer cuidadosamente las etiquetas y evitar los jugos concentrados ya sea líquidos o en polvo, de color amarillo o anaranjado (artificial) en bebes y niños menores de 2 años, fundamentalmente en aquellos que presentan urticarias en piel, rinitis alérgica e hiperactividad.
- Publicidad, televisión y golosinas
Un estudio realizado en Harvard, en pacientes entre 6 y 17 años de edad, demostró que el índice de obesidad fue mayor en aquellos que miraron televisión durante más tiempo . En los adolescentes la prevalencia de obesidad aumentó un 2% por cada hora adicional de estar frente al televisor. Mirar televisión puede favorecer la obesidad en niños y adolescentes porque exige un gasto basal de energía, impide realizar otras actividades con mayor gasto de energía y favorece o estimula el consumo de alimentos de alta densidad calórica.
Clasificación
El análisis nutricional de las golosinas, dulces y preparaciones comerciales de consumo más frecuente en la nutrición infantil permite clasificarlos en cuatro tipos básicos:
a) galletitas y helados: facturas, magdalenas, galletitas, pastelitos y helados.
b) sobres-paquetes: papas fritas, palitos, etc.
c) frutas secas
d) golosinas propiamente dichas: chicles, caramelos, gomitas y chupetines.
Otra clasificación, divide a los alimentos con relación al riesgo oncoteratogénico en:
- Tipo 1 (repostería industrial): presenta un alto contenido de grasas saturadas, colesterol y grasa oxidada.
- Tipo 2 (papas fritas, cereales fritos): presentan un elevado contenido de sal, aditivo, conservante y posible grasa oxidada y/o modificada.
- Tipo 3 (frutas secas): poseen una alta densidad calórica.
- Tipo 4 (preferentemente dulces y caramelos): contienen azúcares de conversión rápida, exceso de colorantes y aditivos.
Los snacks o golosinas son alimentos poco recomendables en cuanto a la prevención pediátrica de la obesidad y de las principales enfermedades degenerativas (oncogénicas, cardiovasculares e hipertensión).
- Opciones para reemplazar las golosinas
En cuanto a las alternativas de merienda, comida rápida o viandas escolares más recomendables, se pueden incluir: las frutas naturales de estación, tomates frescos, atún o sardinas conservadas preferentemente en agua, membrillo, queso fresco o port salut, yogures naturales o frutados, preparados de frutas, ensaladas, compotas o licuados, pan integral dos o tres veces por semana, agua mineral, infusiones con agregado de leche, jugos vegetales y de frutas, como bebidas.
Las frutas y las verduras son excelentes fuentes de carbohidratos complejos, fibras vitaminas y minerales. Están asociadas a un menor riesgo de cáncer digestivo, respiratorio y de útero. Los patrones de comida en la infancia son importantes determinantes del riesgo adulto, de padecer cáncer y enfermedades coronarias.
Se considera un objetivo saludable que la dieta de los adultos incluya 5 o más raciones diarias de verduras, incluyendo legumbres y frutas. Se considera prudente que los niños mayores de 2 años progresen hacia ese modelo de alimentación. Una ración es definida como ¾ de vaso de jugo, una taza de vegetales crudos o ½ taza de vegetales cocidos, media fruta o ¼ de taza de frutas secas.
Es alarmante el número de niños que consume menos de una ración de vegetales por día. El código europeo contra el cáncer fue redactado y aprobado originalmente en 1987 por un alto comité de expertos oncólogos internacionales, y en 1994 se aprobó una nueva versión con vigencia absoluta que recomienda aumentar el consumo diario de verduras y frutas frescas, comer a menudo cereales con alto contenido de fibra y limitar el consumo de alimentos ricos en grasas.
Conclusiones y consejos
- En períodos de calor intenso o de gran actividad física, el volumen de jugo que se consume diariamente puede ser elevado. La alimentación infantil requiere un aporte equilibrado de diversas sustancias, cualquier alimento aislado consumido en exceso puede generar alteraciones del balance nutricional y repercutir sobre el crecimiento.
- Es importante favorecer el consumo de agua pura, la mejor forma de hacerlo es con el ejemplo y la disminución del consumo de gaseosas para ocasiones especiales, salidas o paseos, cumpleaños, etc.
- Es conveniente limitar la ingesta de alimentos salados, como papas fritas, frutos secos y palitos salados.
- Recordar que los dulces que se consumen entre las comidas son los más perjudiciales, especialmente los caramelos que están en contacto con los dientes por períodos más prolongados, al igual que las paletas de dulce, los alfajores y las bebidas ácidas.
- A la hora de elegir golosinas es conveniente las de colores poco estridentes, preferentemente blancas. Es conveniente evitar el color naranja que posee “tartrazina” y el color rojo que contiene “carmín” fundamentalmente en niños menores de 2 años.
- Si bien las golosinas con sabor a frutilla son las preferidas por los chicos, generalmente poseen “carmín”, que puede provocar eczemas de piel o dermatitis y rinitis alérgica.
- Al elegir los helados, los gustos como ananá, limón, durazno y vainilla poseen menos colorantes.
- Las barritas de cereal aportan fibras.
- Evite los jugos en polvo, las gaseosas de lima-limón suelen resultar una mejor opción que las bebidas colas o anaranjadas.
- Los caramelos tipo “gelatinas azucaradas” se pegotean menos en los dientes que los caramelos masticables.
- No utilice las golosinas como recompensas. Un licuado, frutas, ir a la plaza o leer un cuento pueden ser opciones más saludables.
- Siempre que pueda evite las golosinas, no faltarán oportunidades para que las consuma en otros ámbitos fuera de casa.
- Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la conformación de hábitos alimentarios trasciende la acción individual y es profundamente influida por pautas de consumo que se transmiten por los medios masivos de comunicación.
- Es importante tener en cuenta que los gustos de los niños son condicionados por las elecciones y preferencias de los padres, pero además están rodeados de otros condicionamientos inconscientes.
- La formación de hábitos y estilos de vida saludables que se incorporen durante la niñez serán más duraderos y difíciles de modificar.
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Los padres pueden contribuir con el ejemplo a la formación de estilos de vida saludables, para mejorar o descender las tasas de mortalidad por enfermedades crónicas no transmisibles.