El apetito y los gustos del niño varían con el tiempo. Hay que poner especial cuidado en la conducta alimenticia del pequeño ya que está sujeta a determinadas aversiones y preferencias, lo que puede conducir en ocasiones a una dieta carente de algunos nutrientes. Es importante variar las preparaciones, hacerlas atractivas y disimular los alimentos que no son del agrado del niño para ir incorporándolos de a poco a la dieta del mismo.
"El niño tiene un paladar virgen. Salvo la inclinación natural hacia lo dulce, el resto de los sabores son adquisiciones posteriores", afirma Narda Lepes, chef y mamá que escribió un libro acerca de la nutrición para niños. "Es por eso que si los padres le ofrecen alimentos con exceso de grasa, sal y azúcar, obviamente malos para su salud, están condicionando su paladar a ese limitado abanico de sabores".
El niño puede reconocer y elegir los alimentos al igual que el adulto. Normalmente, tiende a comer lo que ve comer a sus padres y a otras personas que lo rodean. Ellos observan e imitan, también en la alimentación. En la escuela, ese proceso se ampliará, y el niño adquirirá hábitos nuevos debido a las influencias externas.
El desayuno: una oportunidad
El desayuno es una de las comidas más importantes del día. Cuando los niños no desayunan bien no tienen la energía y la vitalidad para afrontar el esfuerzo físico e intelectual que les exigen las actividades escolares. En muchas ocasiones, por falta de tiempo, hay familias que prescinden de esta comida.
Si desde la más temprana edad los niños son acostumbrados a desayunar bien, su organismo se habituará a esta costumbre. Un desayuno equilibrado contribuye a un reparto más armónico de las calorías a lo largo del día.
La Lic. Mariana Acebal (MN 4838) recomienda para lograr un buen desayuno la incorporación de 3 grupos de alimentos como frutas, cereales (ejemplo: pan ó cereales sin azúcar para agregar a la leche ó al yogur) y lácteos como ser leche, yogur o quesos.
¿Qué pasa si no desayunamos?
Algunas de las consecuencias de saltarse el desayuno son decaimiento, falta de concentración y mal humor, debido al déficit de glucosa -nuestro principal combustible energético- que produce el ayuno.
Hay que recordar que a primera hora de la mañana el organismo lleva entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento. La falta de glucosa obliga a nuestro cuerpo a quemar otras reservas energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el normal funcionamiento orgánico.
En edades escolares, esto condiciona el aprendizaje y acarrea un descenso del rendimiento, ya que la capacidad de locución o expresión, de memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan particularmente afectadas.
Desayunar de manera adecuada mejora el estado nutricional, ayuda a realizar ingestas más altas de la mayor parte de los nutrientes que el organismo precisa, contribuye significativamente a los aportes diarios de vitaminas y minerales.
¿Y por qué no transformar el desayuno en un momento familiar?
Sería ideal que la hora del desayuno sea un momento de reunión familiar. El compartir el desayuno no sólo garantiza que el niño hará una buena ingesta, que lo prepara para una jornada de intensa actividad, sino que crea en él un hábito que lo acompañará toda la vida.
Educar en hábitos de alimentación empieza en casa y debe continuar en la escuela. Es una tarea que se debe realizar con responsabilidad, tiempo y dedicación, para que resulte divertida; pero los ingredientes fundamentales son la paciencia y el amor que, tanto los padres como los maestros dediquen a esa labor.