Familia
Ser Papá

Papá me dice que sí, pero mamá me dice que no

Papá me dice que sí, pero mamá me dice que no

La organización Interpadres publica un artículo de la periodista española Elena Roger Gamir, en donde profundiza sobre la importancia de la coherencia educativa entre la pareja.

Papá me dice que sí, pero mamá me dice que no

No es justo... papá siempre me deja ver la tele antes de hacer los deberes y vos nunca... no te quiero...”, “mamá dice que lo que vos quieras...” dice Alberto a su padre momentos después de que su madre le negara ir a casa de su amigo. Esto es lo más leve que nos puede pasar si nuestros hijos, radares de última generación, detectan falta de criterios educativos en la pareja. En realidad, no es tan difícil como pensamos. Solo se necesita tiempo para ponerse de acuerdo y una visión clara de lo que debe ser más importante para nosotros: nuestros hijos.

Los chicos son vivos... Recuerdo el caso de un niño experto en técnicas de persuasión; cuando, por ejemplo, le urgía pedir alguna cantidad de dinero fuera de lo ordinario o algún permiso especial, debía ir a la habitación de sus padres, a la hora de la siesta de papá. Le pedía perdón por la interrupción y le comentaba su urgencia. El padre, con bastante frecuencia, en esas circunstancias, solía decir que sí... El problema era que, a veces, el padre no se acordaba después de las autorizaciones realizadas.

Los hijos estudian muy bien a ambos progenitores. Se requiere pues una coherencia mínima de criterios y maneras de educar entre ambos. Los hijos deben percibir que aunque sus padres son diferentes, realmente son uno a la hora de educar. Es de vital importancia que los padres tengan tiempo para pensar y decidir las cosas siempre que sea posible. Su esfuerzo por conocer a cada uno de los hijos con sus particularidades les será una herramienta muy útil a la hora de resolver situaciones. Imaginemos algunas: SITUACIÓN A: UNO DE LOS DOS SUELE SER MÁS BENÉVOLO A LA HORA DE CONCEDER PERMISOS

Es muy probable que si mamá, por ejemplo, es más benévola con los permisos, los chicos acudirán más a ella, y se cuidarán de que el permiso no haga demasiado ruido como para que llegue a oídos de papá. Normalmente, si se ha llegado a esto es porque hay una disparidad de criterios educativos entre los padres. Se debe intentar delimitar los campos de decisión y dejar claro a los hijos qué tipos de permiso concede cada quién. Por ejemplo: El padre da los permisos sobre cantidades de dinero y mamá da los permisos de salidas de casa, o viceversa. Y desde luego, de mutuo acuerdo, los dos se suman a las decisiones del otro. En un segundo momento puede intentarse aunar criterios (ver SITUACIÓN C) para que los hijos no perciban que uno de los dos es el duro y el otro el blando. En el medio, la virtud.

Lo idóneo sería intervenir ambos progenitores en la toma de decisiones de los hijos pero si no se puede por falta de acuerdos o criterios comunes lo mejor es delimitar los campos de actuación de cada parte, respetarlos y no intervenir bajo ningún concepto a no ser que la pareja lo pida.

SITUACIÓN B: TU HIJO TE PIDE UN PERMISO Y LE DECÍS QUE NO. ÉL LO INTENTA CON EL OTRO PROGENITOR, QUE LE DICE QUE SÍ

1. Por ejemplo, la madre le dice que no y el padre, sin saber la respuesta anterior, le dice que sí a su demanda. En este caso, el padre, al enterarse del truco, le debe explicar con firmeza al niño que ha procedido con engaño. Ayuda aplicar alguna medida que le haga sentir las consecuencias de su acto (no jugar fútbol esa tarde, no ver la televisión al día siguiente, no salir con los amigos...)

2. Es importante que en este caso sea el padre quien hable con el niño para que pueda comprobar que éste respalda en todo momento la decisión de la madre y que aprovecharse de la desinformación de ambos tiene sus consecuencias negativas.

3. Debe explicarle a su hijo que proceder de esta manera anula toda posibilidad de conseguir lo que quería. Debe aprender con esta actitud que, en el caso de falta de unanimidad de los padres, informarles con sinceridad de sus posturas opuestas le proporcionaría una posibilidad para conseguir lo que en caso contrario se habría rechazado con toda seguridad.

SITUACIÓN C: ENTRE LOS PADRES HAY DIFERENCIAS SIGNIFICATIVAS EN LOS CRITERIOS DE CÓMO EDUCAR A LOS HIJOS.

Es normal que teniendo educaciones e historias distintas los padres tengan ideas diferentes sobre la educación de los hijos. Algunas recomendaciones prácticas:

  • Ante un desacuerdo claro, no conviene discutir cual debe ser la decisión acertada delante del chico. Apártense para dialogar y pensar que es lo mejor para él y comunicar la decisión conjuntamente. Por supuesto, alguno de los dos deberá ceder, pero que el hijo no note "vencedores ni vencidos" sino unanimidad.
  • Partir de que lo que les preocupa es el hijo y no tanto imponer la propia opinión. Quizá suene obvio pero en ocasiones lo olvidamos. A veces, nuestras opiniones se matizan y ablandan al confrontarse con la intención de fondo. Así se llega a una decisión en la que sale ganando la educación del hijo, y por tanto en la que ganan todos. Si, por ejemplo, creés firmemente que en la puerta de la heladera de la casa no debe haber por ningún motivo ni carteles, ni teléfonos del servicio de pizza a domicilio, ni fotografías, ni graffitis... mientras que tu esposa es más bien de la opinión y práctica contrarias (exceptuando los graffitis) y además ha logrado transmitir exitosamente esta costumbre a tres de los cuatro hijos, evitemos el drama cada vez que uno de esos “tres maleducados hijos” (según tu visión) pegue la última publicidad-imán que encontró en la tienda. Sentate primero con ella, expliquen sus razones, tomen distancia del hecho, recuerden que lo que buscan es la educación de sus hijos más allá de si elijen tener una puerta de la heladera inmaculada o tapizada artísticamente de incontables objetos adheridos... Lleguen a un acuerdo, cedan ambos en algo ... y acuerden que sí se puedan pegar cosas pero con ciertos límites, con un orden, un buen gusto y justificados por alguna utilidad práctica.
  • Preguntarle al otro sus razones y escucharlas. No oír por oír, o por dar la sensación diplomática de que uno está prestando atención. Escuchar, escuchar desde el amor, detectar lo razonable de la opinión del otro.
  • Exponer la propia razón con sencillez, sin sobresaltos, sin victimismos, sin aliñar tu argumento con algún proyectil verbal de este estilo: "Esto es lo que pienso, pero como sé que vos nunca me escuchás ni me harás caso, no sé si valga la pena decírtelo".
  •  Saber ceder en lo accidental, no dar demasiada importancia a algunas decisiones. Si tu hijo no quiso comerse la ensalada y tu pareja le ha dicho que al menos se comiera la mitad, no hagas una tragedia diciendo que no, que tu pareja ha sido exageradamente tolerante, que debió exigir al niño comerse hasta la última hoja de lechuga, que lo está tristemente maleducando... No, no exageres. Quizá el niño realmente no era capaz de acabar con toda la lechuga y el haber logrado que se comiese la mitad ha sido muy formativo.
  • Se evitarán muchos problemas de desacuerdo el hecho de escribir en un papel las normas básicas de la casa con las consecuencias al trasgredirlas. Esta nota debe estar colocada en un sitio de fácil acceso para tus hijos. Reúnelos en "asamblea", lee y comenta en voz alta estas normas. Asegurate de que todos los miembros de la familia lo han entendido, hasta el más pequeño. Seguramente, no preguntarán tanto a los padres si tienen claro cómo actuar en cada momento.
  • La siguiente estrategia es tan sencilla como eficaz. Reunite con tu pareja en casa, en un restaurante... en cualquier sitio sin prisas ni hijos, pero con un lápiz y un papel. Hagan un listado con las tareas que a diario se presentan en casa en la educación de los hijos. Y repartir responsabilidades. En realidad, no son tantas si se clasifican por conceptos: higiene (dientes, ducha...), sueño (hora de irse a la cama, rutina...), actividades extraescolares, deberes... Especial interés tiene el tema de horarios. Este punto hay que dejarlo muy claro y por escrito para que los hijos también puedan ser conscientes de ello. Se sorprenderán al ver cómo actividades que actualmente eran pesadas y desagradables para un miembro de la pareja pueden llegar a hacerse agradables para el otro. Es cuestión de "no dar por hecho" muchas situaciones que ahora están establecidas de manera mecánica y poco efectiva. Dejar claro en esas parcelas cómo vais a actuar cada uno y entonces respetarlo y no intervenir en caso de conflicto si no es para apoyar.
  • Ganarse el respeto de los hijos a veces implica saber reconocer cuando uno se ha equivocado y pedir perdón. Es muy humano reaccionar ante los desafíos de los hijos y sus muchas estrategias "defensivas" con sentimientos muy cargados, a veces impulsivamente. No pasa nada si... sabés reconocerlo, pedir perdón y llegar a una solución intermedia. Lo mismo ocurre con la pareja. Llegar a acuerdos educativos satisfactorios para ambos padres es a menudo complicado y, en ocasiones, nos saltamos esos acuerdos. Saber reconocer nuestra falta es una manera también de unificar criterios educativos y aumentar el respeto entre la pareja, necesario si queremos que nuestros hijos nos respeten.
  • Leer juntos libros o material sobre pautas de educación e intercambiar opiniones con otros matrimonios amigos en los que se observa una labor educativa en equipo.

SITUACIÓN D: VUESTRO HIJO SÓLO RESPETA A UNO DE LOS DOS

1. Tu hijo debe percibir un apoyo ilimitado de uno con el otro. Si el niño percibe que uno de los dos se ha convertido en su cómplice a la hora de enfrentarse con el otro, se está entrando peligrosamente en el juego inteligente del niño. Si en cambio, el niño se topa con un "muro" de respaldo mutuo cesará en su intento de dividir su respeto. Por ejemplo, si después de que tu hijo falta al respeto a tu pareja y ésta le increpa, tú apoyas a tu pareja físicamente (la abrazas, le pasas la mano por la cintura o el hombro...) y le reprendes empáticamente, como si la falta de respeto te la hubiera hecho a ti también, el niño percibirá que haciendo sufrir a uno de los dos también hace sufrir al otro y que en las cosas importantes estáis de acuerdo SIEMPRE.

2. Es importante que no intervengamos cuando el progenitor al que le ha faltado el respeto o le han desobedecido está recriminando al hijo. Hacerlo le restaría autoridad ya que nuestro hijo vería en nuestro apoyo una manera de "defenderlo" ante su falta de autoridad. Lo que hay que hacer es darle tiempo para actuar y secundar su decisión, sea la que sea, con palabras y con las manifestaciones físicas anteriores. Si no estás de acuerdo con la reacción de tu pareja, después de apoyarla ante tu hijo, puedes hablar con ella y demostrarle tu desacuerdo, haciéndole ver tu postura ante la situación.

3. No digas eso que nos resulta a todos tan fácil: "No lo sé... pregúntale a papá/ mamá. Haz lo que é/ella te diga". Resta autoridad y te coloca ante tu hijo en inferioridad de condiciones frente a la otra parte. Parece que tú no sepas tomar las decisiones y sea tu pareja la que tenga el privilegio de la decisión. En su lugar, si no sabes que postura tomar, di: "Hablaré con papá/mamá y te diremos que pensamos de esto" o bien "estoy muy enfadado/a; necesito pensar y luego hablaré contigo".

SITUACIÓN E: UN EJEMPLO DE COHERENCIA

Un ejemplo simpático de coherencia, un tanto extrema quizá, se lo explicaba un amigo a otro amigo:

- En mi casa, siempre mi padre tiene la última palabra. - Ah, ¿sí? ¿Cómo está eso? - Sí, porque, siempre, mi padre termina diciendo a mi madre: "lo que tú digas, mi vida".

UN ÚLTIMO CONSEJO:

Durante la siesta, no den permisos.

Elena Roger Gamir Arturo Guerra Arias

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