Nuestra relación conyugal es un proceso dinámico que pasa por fases con sus crisis típicas y esperables. Reconocer cada etapa y encararla en pareja sustenta la estabilidad del vínculo y la de sus componentes. El amor no envejece, pero mejora con el tiempo. Al final de la vida, el amor puede ser todavía joven y fértil.
Hacer familia conversó con matrimonios que llevan muchos años de casados, quienes coinciden en que se podrían diferenciar estas etapas en la vida matrimonial:
Es propiamente una etapa “fundamental”, ya que marido y mujer se adaptan al nuevo estilo de vida.
Dura aproximadamente los tres primeros años de casados y el matrimonio se adapta al nuevo estilo de vida. Habrá diferencias en la manera de enfrentarse a la cotidianidad y hábitos muy particulares en cada uno de los cónyuges. Y será de suma importancia saber dialogar y negociar adecuadamente los desacuerdos naturales que irán surgiendo.
Varios son los aspectos para resolver en este primer período: desprenderse de sus familias de origen y no buscar constantemente su apoyo y su consejo. Establecer las reglas de intimidad, gustos y preferencias y aquellas situaciones que a cada uno le son agradables o desagradables. También se prueban en el manejo y administración del dinero, tipo y cantidad de diversiones, así como en la distribución de tareas domésticas. En cuanto a las amistades, cruciales para toda vida, también llegarán a soluciones que convengan a ambos.
- ETAPA 2: Reafirmación y experiencia de paternidad
Todo cambia cuando llegan los hijos y habrá que diseñar una nueva organización que nos permita disfrutar de este gran don.
Ya ha terminado la luna de miel y la adaptación. Puede venir, entonces, una desilusión y pueden surgir dudas respecto de la elección del cónyuge. A veces no será fácil despejarlas y superar los aspectos que han decepcionado, pero resulta indispensable para reafirmarse y lograr una estabilidad.
Si en esta etapa predominan la inmadurez, la terquedad o la idealización de lo que se espera de la relación, se puede llegar a la infelicidad y, consecuentemente, generar el divorcio.
Todo cambia en el hogar cuando llegan los hijos y habrá que diseñar una nueva organización.
En cuanto a la intimidad, se llega a un momento de gran placer y satisfacciones, si se elaboraron reglas claras y, sobre todo, si se fomentó la comunicación. Ante las presiones de los hijos, el trabajo y las demandas de la vida diaria, habrá que estar muy atentos para que no se inicie un gradual distanciamiento. El varón, por su parte, tendrá que ser muy delicado con los gustos, necesidades y posibilidades de la mujer, ya que estos varían durante el embarazo.
- ETAPA 3: Diferenciación y realización
La mujer puede sentir frustraciones al ver que su desarrollo profesional fue menor que el de su marido.
Cuando han sido capaces de resolver conflictos y dificultades en las etapas anteriores, éste es un período de estabilización, una oportunidad para lograr una mayor realización personal y como pareja.
Por otro lado, durante la fase anterior se ha creado en la pareja una cohesión muy fuerte para sacar adelante los hijos y el hogar, que cambia radicalmente en esta época. Los objetivos que los unían ya no están, porque en general están cumplidos o reevaluados de forma más realista: las carreras profesionales y el proyecto familiar están adquiridos, los hijos crecieron y ya no necesitan mucho de su presencia. Sobreviene una segunda etapa de identidad en la que pueden estallar resentimientos contra el matrimonio.
Si la mujer ha tenido dificultades para cultivar y trabajar su crecimiento profesional, en esta etapa se encuentra en desventaja con su esposo y esto puede resultar muy doloroso.
Los cónyuges deberán buscar nuevas actividades y metas comunes para evitar caer en la rutina.
- ETAPA 4: Estabilización y despegue de los hijos
Es tiempo de una última lección de amor: saber desplazarse para que cada hijo sea protagonista de su vida.
Comienza un período largo de la vida en el cual se busca un equilibrio entre las aspiraciones y los logros, que conduce a la estabilización de cada uno y del matrimonio.
Es el momento en el que los hijos comienzan a irse del hogar. Se produce un vacío grande en el matrimonio, que lleva consigo una última lección de amor: pasar del nosotros al ellos, en definitiva, saber desplazarse para que cada hijo sea protagonista de su vida.
En lo que se refiere a la vida íntima, la pareja ha alcanzado cierta madurez emocional que la llevará a dedicar más tiempo a las caricias y a la ternura, sin preocuparse tanto por la meta sexual.
En definitiva, la combinación de factores positivos convertirá a muchos matrimonios sexagenarios en verdaderos amantes, románticos y cariñosos.
- ETAPA 5: Enfrentamiento con la vejez, la soledad y la muerte
La actitud frente a los acontecimientos de la vejez estará en función de los valores que se han cultivado a lo largo de la vida.
Dentro de este período, se dan muchos cambios externos a la voluntad de la pareja, por lo que ésta se une más estrechamente. Los cónyuges dependen más el uno del otro y enfrentan el mismo entorno.
Los temas principales son la vejez, que los lleva a perder capacidades físicas e intelectuales, la soledad por la partida de los hijos y las muertes graduales de parientes y amigos. La actitud frente a estos acontecimientos estará en función de los valores que han cultivado a lo largo de la vida.
La pareja que supo cultivarse como tal será ejemplo de un matrimonio maduro y lleno de amor para las generaciones jóvenes y para la sociedad.
La aceptación serena de la progresiva disminución en las facultades físicas o mentales será la mejor lección de desprendimiento que los ancianos podrán legar a la sociedad, juntamente con la convicción profunda de que el amor trasciende los límites de la vida terrenal.
Fuente: Revista Hacer Familia
María Elena Caballero. Docente
caballeromec@hotmail.com
Es tiempo de una última lección de amor: saber desplazarse para que cada hijo sea protagonista de su vida.