Los niños nacidos antes de término no sólo
necesitan cuidados especiales de los médicos.
Un bebé prematuro es de una fragilidad conmovedora. Sólo los padres que lo vivieron saben lo que se siente al verlos por primera vez: parece increíble que, muchas veces, esa vida sea un poco más grande que dos manos juntas. Sólo ellos saben lo que es ver a su hijo en la incubadora desde que nació, varias semanas antes de lo esperado, rodeado de aparatos; tan chiquito y tan valiente, enfrentando el desafío de terminar su gestación fuera de la panza de mamá.
Un embarazo a término es de 40 semanas y se considera que un bebé es prematuro cuando nace antes de las 37 semanas de gestación. En la Argentina, se producen 750.000 nacimientos por año, de los cuales el 10% corresponde a bebés con menos de 2,5 kilos, que van a necesitar algún tipo de cuidado en una unidad de neonatología.
Hay varias causas que provocan que un parto se adelante: puede ser un hecho sorpresivo, puede aparecer una infección, puede haber una alteración en la placenta, en la ubicación o en la implantación del feto, puede deberse a un embarazo múltiple. Lo cierto es que gracias a los avances médicos y tecnológicos, los bebés prematuros pueden sobrevivir a partir de las 24 semanas de gestación.
A menos que hayamos tenido un caso cercano, sabemos muy poco sobre los bebés prematuros. Para comprender mejor qué les pasa a ellos y a sus familias, del 4 al 10 de octubre Unicef promueve en nuestro país la Semana del Prematuro, con actividades que se realizarán en distintos hospitales. Desde Sophia quisimos involucrarnos en este universo en el que conviven médicos, enfermeras, los bébes y sus familias, y por eso hablamos de este tema con Graciela Basso, neonatóloga del Hospital Fernández. Ella nos contó que, aunque los cuidados y los tratamientos para prematuros son cada vez más eficaces, hay una terapia que es insustituible: el contacto con la familia y, en especial, con la piel de la mamá.
“El calor, la voz, el olor de la mamá y el papá son la columna vertebral en la recuperación de los bebés”, explica Basso.
El primer contacto entre el bebé prematuro y la mamá es distinto al de un nacimiento a término, y esto es algo que debemos saber y respetar. “El ser humano está preparado para tener en brazos a un bebé de tres kilos y llevárselo a su casa –explica Basso–. El prematuro es diferente a ese bebé ideal con el que la mamá soñaba cuando jugaba con muñecas: es pequeñito, tiene sensores adheridos a su cuerpo y, a veces, muchos cables que salen de la boca para que pueda respirar, del estómago, de la arteria umbilical. Eso no ES lo que la mamá esperaba”, explica la neonatóloga.
Sin embargo, madre e hijo enseguida se reconocen y comienza una comunicación tan intensa como afectiva que supera todos los aparatos, las barreras, los cables. “Desde el principio, la mamá y el papá deben entender que el bebé prematuro tiene un lenguaje claro, pero que es diferente al del bebé nacido a término que come, duerme, se amamanta…
Cuanto más prematuro es el bebé, más difícil resulta interpretarlo, porque la mamá tiene que aprender a darse cuenta de qué está demandando con su llanto; pero en la medida en que pasan los días, los padres se van dando cuenta solos y dicen: ‘Le gusta estar a upa mío’ o ‘Se relaja cuando la enfermera lo saca de la incubadora y está sobre mi pecho’”.
Basso también explica que el bebé prematuro a veces no puede llorar –una de las formas de expresarse de los recién nacidos– porque, por ejemplo, tiene un tubo para poder respirar; pero sabemos que le gusta que lo toquen, le gusta sentir el olor de su mamá y reconoce la leche de su mamá.
Es cuestión de darse tiempo para adaptarse a una situación a la que no estamos acostumbrados, a pasar varias horas por día en una sala de cuidados intensivos, que es un mundo donde hay profesionales concentrados en lo que están haciendo, con muchos aparatos. Hay incubadoras, cunas térmicas, luminoterapia para las ictericias (cuando la piel se pone amarilla), respiradores y monitores que marcan la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria y la presión de oxígeno del bebé. Si bien la gente trata de ser lo más contenedora posible, los padres no están preparados para esta experiencia.
De todas formas, una vez que superaron el primer impacto tras el nacimiento del bebé, las mamás se vuelven observadoras expertas que controlan los monitores y las incubadoras, saben todo lo que está pasando y a veces detectan precozmente qué le está ocurriendo al bebé.
Hay más cosas del prematuro que debemos tener en cuenta y que son esenciales para cuidarlo y estimularlo. Si son muy chiquitos, no están despiertos todo el tiempo y la visión aparece más tarde que en los bebés a término, pero reconocen la cara de la mamá. También escuchan y, por eso, tenemos que tener mucho cuidado, porque el ruido los estresa.
“Cuando estamos cerca de un prematuro, es importante hablar despacito, no apoyar cosas sobre la incubadora y mantenerla cubierta porque ellos necesitan menor intensidad lumínica. Son bebés que todavía deberían estar dentro del útero, calentitos, húmedos, sin tener que estar luchando por su alimentación o su respiración”, describe Basso.
El amor de mamá cura
En este contexto, los médicos y las enfermeras cada vez tiene mejores herramientas, pero la presencia de las mamás y los papás es fundamental. Ése es uno de los grandes cambios que se está dando en el cuidado de los prematuros porque ya hay lugares que permiten la visita de los padres sin restricciones y se espera que esa práctica se generalice.
Basso lo dice claramente: “Queremos lograr que, en todos lados, la mamá y el papá puedan entrar y tener a upa al bebé, piel a piel, todo el tiempo que sea necesario. La columna vertebral de todo el tratamiento de un preamaturo es la figura materna, sea madre o sustituta, porque el bebé sabe que la mamá es aquella que no pincha, que no agrede, que no va a provocarle dolor ni estrés. La mamá le va a dar su calor, su olor; va a estimular su tacto y su olfato, que son dos percepciones fuertes relacionadas con la vida emocional. La piel y las caricias de la mamá siempre son placenteras, y eso hace la diferencia. Cuando la madre sostiene a su bebé en brazos, crea un paraguas multisensorial que protege al bebé”.
Lo que se busca es que esta práctica se extienda, como sucedió con el sistema de “mamás canguro” que llevan a sus hijos pegados al pecho. Surgido en Colombia en los años ochenta, e introducido visionariamente en la Argentina por el doctor Picón, en el Chaco, demuestra día a día que, más allá de los cuidados médicos sofisticados que reciben estos bebés, el
cuidado parental es el corazón del tratamiento. Por supuesto, los prematuros también necesitan del calor y el contacto de la “mamá canguro”.
Aun cuando el bebé precisa mucha asistencia y está rodeado de monitores, se puede hacer el contacto piel a piel con un médico al lado. En estos casos, el encuentro no debe ser más corto que una hora y media, y en el momento en que la mamá pone al bebé sobre su pecho, gracias a su calor, enseguida se estabilizan la frecuencia cardíaca y la respiratoria del bebé.
Al estar sobre la piel de la mamá, el prematuro rápidamente evoca la ternura y la seguridad que le da estar un ambiente conocido. El papá tampoco se queda afuera de esta experiencia y puede sostener al bebé o hacer de canguro.
Abuelos y hermanos también
¿Cómo se facilita la estadía de las familias cuando tienen a su bebé en la unidad de cuidados intensivos neonatales?
Hay que darle a la familia un espacio en el que puedan individualizar a su bebé. Un lugar donde, si son creyentes, puedan ponerles una crucecita, o pegarles dibujitos de los hermanos, o donde puedan recibir a los abuelos. Todo lo que hacemos es poco a la luz de los conocimientos actuales para cuidar al recién nacido y la familia. Un neonatólogo no atiende sólo al bebé, sino también a la mamá que va a contener al bebé. Uno debe incluir a la madre y al padre en todas las informaciones, en cada cosa que se hace, y tratarlos con infinita ternura porque les estamos hablando de la vida de su hijo.
¿De qué manera se relacionan los médicos con la familia?¿Hoy los neonatólogos tienen mejores herramientas desde lo psicológico para encarar dificultades, temores y ansiedades?
Yo creo que los médicos que trabajan en terapia intensiva cada día son más conscientes de que es necesario no hacer ruido, que es mejor no tener mucha luz, que hay que fomentar el contacto precoz con los padres. Hoy en día los cuidados centrados en el desarrollo de la vida emocional del bebé y la familia ya están instalados. Entonces, los médicos sabemos que podemos tapar las incubadoras porque tenemos monitores confiables, hacemos menos ruido, nos movemos lo menos posible alrededor del bebé, le hacemos ejercicios de flexión de piernas y brazos porque el bebé, dentro de la panza, está flexionadito.
¿Cómo los ayuda estar en esta posición?
Si les flexionamos los cuatro miembros y les hacemos un nidito alrededor (con mantas o toallas), y mantenemos la flexión de los cuatro miembros, logramos que continúe algoque favorece el desarrollo, porque el bebé se estabiliza con la flexión de los cuatro miembros. Como el bebé siempre está moviéndose en la panza, lo que hay que hacer es armarle este nidito para que tenga contención, porque la contención le marca el límite de su cuerpo.
¿Qué le pasa a la mamá mientras su bebé está internado?
Hay como dos nacimientos: el primero es el que empieza con la vida; en ese momento la mamá tiene miedo y el bebé le da fuerza para seguir adelante en la medida en que ella ve que el bebé sobrevive, que le van contando que está mejor.
Puede suceder que cuando el bebé está mejor, la mamá empiece a llorar todo el día porque se afloja después de haber pasado un momento crítico. Luego viene el otro nacimiento, cuando llegan a casa y puede tenerlo arropadito, como a la mamá le gusta, y entonces la mujer cambia completamente. A veces, uno las ve y no las reconoce, porque ya no tienen esa cara de estrés y de sufrimiento.
¿Podés contarnos cuáles son los principales cuidados después de la internación?
Hace falta tener una buena contención después del alta. En general, si son muy chiquitos, es necesario que vayan al consultorio de seguimiento, donde les van a dar las pautas de intervención temprana si detectan algún problema, y por otro lado, deben ver a su pediatra de cabecera. En casa, los papás tienen que organizarse y hacer un buen seguimiento para captar cualquier problema de manera temprana.
¿Cuáles son las actitudes más comunes que adoptan las familias ante un hijo que fue prematuro?
La relación depende de cada familia en particular: hay papás que van a sobreproteger a sus hijos, y están los que van a creer que tienen un hijo sobreviviente y le van a dar permiso para subirse al tobogán más alto, aun cuando sea chiquito, porque lo ven como un superhéroe que venció las adversidades.
¿Cuál es tu mensaje para las familias que están pasando por esta experiencia de tener un bebé prematuro?
Me parece que en medicina se le tiene mucho miedo a la palabra “amor”. Parecería como poco serio hablar del amor, pero en este caso en particular, me parece fundamental que los padres tengan todo el tiempo que sea necesario para estar en contacto directo con su hijo. La madre es la mayor proveedora de amor, la fuente de energía más importante para el recién nacido.
Prevenir
Las embarazadas tienen un papel fundamental en la prevención de los nacimientos antes de término. La doctora Basso recomienda que es muy importante que cuiden su alimentación, controlen su presión y sigan la evolución del bebé. También les aconseja a las futuras mamás que estén atentas a lo que sienten y que, ante el menor dolor o alteración que detecten, consulten al médico.
Fuente: Revista Sophia