El primer paso: una reflexión filosófica
El filósofo y educador español Tomas Melendo plantea en su libro “Autoestima y felicidad” que la conquista humana de la felicidad encierra la paradoja de que cuanto más se empeña uno en conseguirla, más se aleja de nuestras manos.
A esto añade que la desmesurada atención volcada en esta ardua tarea desvirtúa la manera de entenderla y como consecuencia se genera un descontento generalizado. Ya la ciencia ha demostrado que la búsqueda directa del deleite encierra un contrasentido y acaba por transformarse en su contrario: la desdicha. Lo dice claramente la expresión cotidiana “cuánto menos la busques, más rápido se encuentra”.
Después de abordar el tema desde la psiquiatría, la literatura, y la experiencia sintetiza la respuesta a su cuestión en dos claves para pensar y reflexionar:
Contar con un bien objetivo, que consiste en la meta plena y radical propia de la persona, que se va conquistando a lo largo de la vida y que encierra la plenitud humana. “Esto no se alcanza con un solo acto, sino con la combinación de muchas actividades, estados y situaciones”.
Como consecuencia la satisfacción subjetiva que “será la dicha máxima, absoluta, propiamente personal y no eliminada por aflicción alguna que moldea la perfección del hombre.” En este sentido la felicidad es un deber.
El segundo paso: un proyecto de felicidad
Gretchen Rubin es una abogada norteamericana que abandona su trabajo por insatisfacción, para dedicarse a escribir y a reflexionar sobre las cosas que la hacían feliz o no, y cuál era el sentido de su vida. Escribe el exitoso libro Objetivo: Felicidad que estuvo hace unos meses primero en la lista de best seller del New York Times.
Para conseguirlo diseña su propio proyecto para alcanzar la felicidad basado en una lista de doce puntos que revisara con frecuencia para comprobar si los va consiguiendo y asimilando:
- Sé vos misma.
- No te apegues a las cosas.
- Actúa como desees sentirte.
- Hacelo ahora.
- Sé educado y jugá limpio.
- Disfrutá del proceso.
- Gastá inteligentemente.
- Identificá el problema.
- Iluminate.
- Hacé lo que debas hacer.
- No seas calculador.
- Solo hay amor.
Como buena ama de casa, pensá en tu hogar como primer campo de batalla y sugerí tres consejos prácticos: el orden nocturno (dedicarle 15 minutos cada noche a dejar la casa ordenada), la regla de un minuto (no posponer ninguna acción que lleve menos de un minuto) y cantar por las mañanas.
Además, aclara que las pequeñas acciones de este tipo que nos hacen bien, facilitan que pensemos más en los que nos rodean, que nos preocupemos por temas sociales, que seamos más agradables, que nos enfermemos menos y seamos más creativas y mejores líderes.
“Creo que debemos esforzarnos en prestar más atención a lo que sentimos. Cuanta más atención les prestemos a las cosas que nos gustan y las pongamos en práctica, más podremos dirigir nuestras vidas a hacia la felicidad” Gretchen Rubin.
El tercer paso: pequeñeces cotidianas
Existe un principio psicológico que sostiene que sentimos según la manera en que nos comportamos, y no al revés.
Si queremos estar alegres, realicemos actividades que nos hagan reír, si nos sentimos tímidos, entonces despleguemos comportamientos que demuestren seguridad y afirmación.
Por otro lado, la palabras de acción producen energía mental. Lo verbos producen el cambio. Cuando conseguís que la mente piense en una acción, el proceso mental casi la reproduce íntegramente. Es el éxito de los tenistas: practican la pegada perfecta mil veces en su cerebro, luego, les sale más fácil.
Además, la novedad y los desafíos hacen que te sientas más feliz, incluyendo el pasar por momentos difíciles, pero que no nos derrumban porque sabemos que son pasajeros.
Por último, no te olvides de distinguir que no es lo mismo consumir bienes deseables que alcanzar el sentido pleno de la vida.