- ¿Qué sentiste cuando te dijeron que estabas esperando gemelos?
El primer sentimiento que recuerdo es de susto, se me pasaron miles de imágenes a la vez y me costó salir del estado de shock. Pensaba en cómo iba a poder ocuparme de dos bebes simultáneamente y, más aún, siendo primeriza. Siempre se tiene miedo a lo desconocido y, si bien tengo muchos sobrinos, la maternidad era algo nuevo. ¡Y cuando son tuyos al tacho la experiencia con ajenos!
A medida que transcurrieron los días, empecé a tener otras sensaciones: me imaginaba a los dos chiquitos juntos en mis brazos, jugando en la misma cuna, sabía que siempre iban a tener un hermano/amigo con quien habían compartido todo, hasta la panza.
Con mi marido, nos empezamos a entusiasmar cada vez más, como si la alegría por la llegada de un hijo se duplicara. Pasaron los meses, y los nombres y la distribución de la casa y el cochecito doble y los padrinos (claro, ahora eran cuatro para elegir) y qué pasaba si eran dos varones o dos mujeres, o uno y uno… y el parto llegó.
- ¿Cómo transitaste tu embarazo? ¿Tuviste que tomar medidas diferentes a un embarazo común?
Los primeros 30 días fueron muy delicados, hice reposo casi absoluto, luego fui incorporándome a mi vida normal con los cuidados lógicos de cualquier embarazo. Me sugirieron nadar y lo hice hasta los 6 meses. Ya en los últimos meses estaba bastante pesada, había aumentado casi 22 kilos y el cansancio se iba haciendo notar cada vez más. Igualmente caminaba unas cuadras todos los días. En general a cada síntoma aplicaba el consejo del médico y, por sobre todo, mi sentido común.
- ¿Te recomendaron descansar más de lo habitual, alimentarte para 3, te dieron suplementos vitamínicos?
Sí, me dieron complejos vitamínicos, pero creo que se lo dan como rutina a todas las embarazadas. En cuanto a la comida, me hacía mi propia dieta intentando incorporar variedad, frutas y verduras. No descansaba mucho más de lo que lo hacía antes, excepto que agregaba una “recostada” en el transcurso del día, al menos 10 minutos para descansar, sobre todo las piernas.
- ¿Hiciste vida normal? ¿Realizaste actividad física? ¿Trabajaste durante tu embarazo?
En cuanto a mi vida y cuidados, respondí en las preguntas anteriores. Reduje mi horario de trabajo y pedí hacerlo algunos días desde casa, sobre todo para evitar el viaje que tanto me desgastaba.
- ¿Cómo nacieron tus gemelos? ¿De cuántas semanas estabas? ¿Qué tipo de parto tuviste?
Los gemelos nacieron por parto natural, en la semana 38 y unos días. Pesaron 2.300 y 2.600 kilos. Creo que mucho de este éxito se lo debo a mi médico, en él encontré seguridad y afecto. Mis temores al ser primeriza estaban contenidos y su ánimo fue muy importante.
Si bien él nos había explicado en consultas anteriores que la elección del parto natural tenía riesgo (en el momento que nace el primero, el segundo puede darse vuelta por el espacio que, de golpe encuentra, y eso obliga a una cesárea), yo pensé que si naturalmente me había quedado embarazada también naturalmente podrían nacer. Entonces le dije: “Bueno, me arriesgo igual e intentemos un parto natural”. Todo salió muy bien y los chicos nacieron sin inconvenientes. Claro, no tuve la experiencia de que me acercaran enseguida el primer bebe al pecho porque necesitaban de mi atención para que naciera el próximo, así que a seguir pujando. No voy a olvidar nunca la cara de felicidad con la que mi marido recibía a los chicos. Quizás eso haya sido la punta del iceberg por el que explico la cercanía y complicidad que él tiene hoy con ellos, y me gusta que así sea.
- ¿Cómo fueron los primeros días como mamá de gemelos? ¿Te desesperaste, tuviste ayuda extra, te sentiste superada o que no ibas a poder con ellos?
Los primeros días fueron realmente extraños. Un momento impactante fue la llegada del sanatorio a casa. En el instante en que apoyamos los dos huevitos en el piso, nos vino un cóctel intenso de sensaciones. Recuerdo que predominaba la inseguridad de saber que esos dos bebitos indefensos dependerían tanto de nosotros para siempre. También sentí la majestuosidad del amor, todos podíamos imaginar el profundo amor que los padres tienen por sus hijos, pero allí comprobé que la imaginación quedaba demasiado corta.
El resto de los días fueron sucediéndose con rutinas, horarios y mucho esfuerzo. Lo único que hacía en el día era preparar mamaderas, poner chupetes y cambiar pañales. Hoy, a la distancia, veo que estuvo muy bien que ésa haya sido la principal actividad en esa época, porque todo esto estaba acompañado por sus primeras sonrisas, muecas, siestas en mi pecho. Eso ya pasó, lo disfruté y no volverán más.
Los horarios y las rutinas eran importantes, no intenté adaptar sus tiempos a mis actividades porque las veces que lo hicimos no tuvo un final feliz, pagábamos un precio muy alto al finalizar el día. De a poco y con el crecimiento, fuimos haciendo jornadas menos pautadas y al año ya teníamos una vida normal.
Los primeros meses tuvimos una ayuda nocturna, una nurse que nos enseñó muchísimo a marcar el ritmo de los chicos. Si bien esto representa un gasto importante, recomiendo esta decisión, aunque sea el primer tiempo. Recuerdo su primer consejo: “Si lloran los dos a la vez y no tenés nadie para que tranquilice a uno, déjalo llorar un momento, hasta que termines con el otro, no te pongas nerviosa. De paso al que llora se le oxigenan los pulmones”. Me pasó muchísimas veces y resultó.
- ¿Qué papel desempeñó tu marido? ¿Fue fácil para él involucrarse con tu embarazo? ¿Cómo vivió él los primeros meses de los gemelos?
El papel de él fue muy importante para poner paños fríos en los momentos que por el cansancio, los nervios y el estrés me mostraba un poco desanimada. Como todo hombre, tenía una visión muy lineal de los problemas. Un día me vio preocupada, los chicos comían muy entrecortado, estaban molestos, lloraban seguido y pensé que algo estaba haciendo mal. Su opinión fue: “Y bueno en 48 horas tenés control con el pediatra y te dirá lo que haya que corregir”. Era la tranquilidad que necesitaba. Cuando fui al médico, me dijo que se venía el primer diente. ¡Ahí estaba la causa de mi preocupación!
En otra oportunidad, recuerdo que me vio muy cansada, los chicos lloraban como lo venían haciendo desde temprano y en la cocina aún esperaban las tazas del desayuno sin lavar. Su sugerencia fue que saliera a dar una vuelta. Lo hice, caminé 10 cuadras, me tomé un helado y cuando volví los chicos ya no lloraban, me sonreían y yo tenía muchas ganas de alzarlos, pero se fueron quedando dormidos.
Son esas soluciones simples que tienen las mentes masculinas y que por tan simples las mujeres necesitamos que nos las den. No hay duda de que somos un buen complemento.
- ¿Tenías momentos para vos? ¿Consideras que son importantes los descansos para energizarte, despejarte y volver a tus hijos?
No, no tenía muchos momentos para mí, a veces hasta bañarme era una misión compleja, dependía si había alguien en casa para quedarse con ellos. En ocasiones eso me enojaba, pero trataba de pensar en que el esfuerzo físico era por ese momento, duraría esa etapa y a partir de los dos años realmente todo sería más fácil. Era cuestión de esperar, ponerle el hombro y disfrutarlos.
Sí, los descansos son muy importantes aunque sean muy cortos. Te renuevan y despejan para seguir con alegría. Si algún familiar me ofrecía una mano, yo le pedía que me dijera cuándo podía y organizaba una salida con mi marido, a veces muy corta y simple. Ese era el mejor regalo que me podían hacer. Un par de horas de distracción, algún cine, un breve café con amigos, un lomito al aire libre eran suficientes para cargar fuerzas y continuar.
- ¿Encontraste ayuda de otras mamás, sitios, bibliografía, etc.?
Previamente a que nacieran, leí notas que hablaban del tema, conocí multifamilias y les escribí a dos desconocidas madres de mellizos para que me contaran su experiencia. Esto último fue lo más enriquecedor.
- ¿Cómo están hoy tus hijos?
Mis hijos hoy tienen 3 años, son chicos intensamente activos, alegres, atrevidos y, por sobre todo, seguros. ¿Será esa maravilla de tener un amigo incondicional siempre a su lado? ¿Será que tener un compañero de vida tan especial los hace caminar con tranquilidad y sin miedos? o ¿será que ese vínculo que viene desde su concepción los anima a más cosas de lo que se atrevería cualquier otro chico? No lo sé, pero sí estoy segura de que es la experiencia más satisfactoria que puede tener una madre, verlos reír, jugar, dormir, bañarse, levantarse y vivir en permanente compañía el placer se multiplica por partida doble. Y sí, el esfuerzo también es grande, pero en esa medida también se goza.
María del Pilar Ordóñez de Loyola