En los primeros años, los niños simplemente no saben lo que está bien y lo que está mal. Cuando le pedimos a nuestro hijo que haga o no haga algo, le estamos demarcando ese camino. Obedecer una orden también implica que los pequeños puedan dejar de lado sus propios deseos, tolerar esa frustración y ejecutar la conducta que nosotros, los padres, les estamos pidiendo que hagan. Algo no muy fácil, ya que involucra una pugna entre los deseos del niño y de su madre o padre, y que requiere de mucha paciencia y de un aprendizaje continuo.
Aquí les damos diez consejos para enseñar a nuestros hijos a obedecernos.
1. Repetir… ¡varias veces!
Repetir una y otra vez, es la regla y no la excepción. Cuando le demos una orden, lo más probable es que tengamos que repetirla varias veces. Lo mismo sucede cuando estamos tratando de enseñarle algo que forma parte de un hábito. Este es el punto que pone a prueba la paciencia de muchos papás…
2. Mirarlo a los ojos cuando le hablamos.
El contacto ocular es un aspecto importante de la comunicación con otros seres humanos. No es lo mismo gritarle desde otra habitación de la casa que queremos que guarde sus juguetes, que tomar al niño de la mano, llevarlo hacia el canasto de guardado, mirarlo a los ojos y decirle: “Tomi, por favor, guardá tus juguetes.”
3. Mostrarle la conducta que deseamos que haga.
Los niños pequeños aprenden a realizar conductas copiando las nuestras. En la medida de lo posible y si la situación lo permite, mostrarle cómo se hace lo que le estamos pidiendo que haga. Volviendo al ejemplo de ordenar los juguetes, podemos ponernos como modelos y empezar guardando algunos, mientras le indicamos que haga lo mismo. Podemos, incluso, darle un juguete en su mano, y llevarlo hacia el canasto para que él mismo lo haga.
4. Felicitarlo siempre.
El reconocimiento es fundamental en la adquisición de nuevas conductas. Si le mostramos a nuestro hijo que lo que hizo estuvo bien, que lo valoramos y que nos importa mucho, es muy probable que lo repita en el futuro. Hay que felicitarlo con palabras, darle besos, hacerle una caricia y, de vez en cuando, darle un premio, no sólo cuando hace la conducta completa, sino también cuando realiza intentos por alcanzarla. También es muy importante aprender a observar cuando el niño está haciendo algo positivo espontáneamente, sin que se lo hayamos pedido, reforzándolo y felicitándolo por ese logro.
5. Hacer que los juguetes se conviertan en premios.
Los premios materiales no son necesarios cada vez que el niño obedece. No queremos que el niño aprenda a obedecer sólo si hay un premio de por medio. Sin embargo, es bueno que cuando le compramos un juguete, se lo demos a manera de premio luego de que haya hecho algo positivo, o que nos haya obedecido en algo. Esto tiene un objetivo doble: por un lado, recompensar una conducta positiva de vez en cuando y, por el otro, hacer que los juguetes se conviertan en algo más que sólo juguetes.
6. No gritarle.
Es necesario hablar con firmeza, pero en un tono de voz normal. Gritar sólo hará que el niño se predisponga de mala manera a hacer lo que le estamos pidiendo.
7. Tener cuidado con el lenguaje.
Las palabras que usamos son importantes para transmitir la orden que queremos dar. No es recomendable decir “NO” todo el tiempo, ni usar el modo imperativo de manera excesiva. A las personas nos gusta que nos pidan las cosas de buena manera: a los niños también.
8. No amenazar.
El recurso de la amenaza no suele surtir efecto, especialmente con niños pequeños. Mucho menos, amenazarlos con castigos que no estamos dispuestos a cumplir luego. Eso hace que nuestra palabra pierda valor.
9. Disciplinar al niño, si. Descuidar la relación, no.
La relación entre padres e hijos debe ser cuidada. Ejercer la disciplina de manera abusiva sistemáticamente, con el sólo objetivo de que el niño escuche y obedezca, puede funcionar, pero en detrimento de la relación. Lo mismo sucederá si los límites son puestos de manera inconsistente. La obediencia bien impartida ayudará al niño a poder autocontrolarse y a internalizar los límites que lo ayudarán a desarrollarse como un adulto responsable.
10. Saber que no siempre obedecerá…
Es simplemente así. Nuestras expectativas como padres deben ser realistas, ya que lograr que los pequeños nos obedezcan depende, entre otras cosas, de su propio desarrollo evolutivo. A medida que el niño desarrolla la comprensión, el lenguaje y conductas por imitación, cada vez irá comprendiendo consignas más complejas. Aquí somos los padres los que debemos trabajar nuestra propia tolerancia a la frustración y no pretender que el niño haga caso el cien por ciento de las veces. Los niños pequeños necesitan aprender a escucharnos, y a comprender que sus conductas tienen consecuencias. Requiere de un largo proceso de aprendizaje internalizar las pautas que les vamos marcando.
Lic. María Cecilia Veiga
Psicóloga - MN 32.598
ProMamás
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