Despertarse y despertar a los niños, hacer el desayuno y las viandas, preparar los uniformes, mochilas y cochecitos, llevar niños a guarderías, jardines y colegios.
Prepararse y viajar al trabajo, lavar y planchar la ropa, ocuparse del orden y limpieza de la casa, las compras y supervisar la ayuda en casa. Acompañar en las tareas escolares, ocuparse del aseo de los niños, de sus cumpleaños y eventos. Asistirlos y contenerlos en enfermedades, cortes de dientes, abandono de los pañales, acompañarlos en sus emociones, calmarlos en sus pesadillas…
Las madres trabajadoras y las mamás amas de casa tienen algunos puntos en común: fundamentalmente estar expuestas a elevadas demandas, tanto en el trabajo como en sus casas y, en muchas ocasiones, bajo control de la situación. Ambos problemas están relacionados con la posibilidad de padecer altos niveles de estrés.
El costo físico de mantener durante todo el día niveles elevados de hormonas del estrés va desde dolores de cabeza, problemas intestinales, contracturas, hasta un mayor riesgo cardíaco y una caída en las defensas del sistema inmune. El costo psicológico se relaciona con estados de angustia, frustración, irritabilidad, aumento de casos de depresión, ansiedad y fatiga.
Son suficientes las evidencias para afirmar que para vivir al límite sólo se necesitan tres cosas: ser mujer, trabajar fuera de casa y tener hijos (además de poseer pobres estrategias de manejo del estrés.) Pero… ¿Se puede tomar alguna medida para que la maternidad no se convierta en una mochila tan pesada? Hay buenas noticias, y es que sí. Podemos hacer mucho para que la maternidad, el hogar y el trabajo compatibilicen mejor y podamos disfrutarlo.
Cada mujer tiene sus propios recursos y, lo que a algunas les puede provocar un nivel elevado de estrés, a otras no.
Maternidad y estrés ¿Qué hacer para afrontar mejor el estrés?
- Recordar que la mayor demanda se da cuando los niños son chicos, principalmente bebés y esto es sólo por una temporada. Los niños crecen y se volverán cada vez más independientes.
- Disminuir la realización de actividades que no sean esenciales durante ese período. Ya habrá tiempo más adelante para hacer muchas cosas de nuevo.
- Tomarse un tiempo diario para estar sola, aunque sean 15 minutos. A veces, una mamá con niños pequeños, ni un baño logra tomarse sin interrupciones.
- Aprender a delegar. Asignar tareas, ya sea del cuidado de los niños, de la casa, compras y trámites a familiares y personas que las puedan ayudar.
- Aceptar que no existe la “súper” mujer, hay que dejar de lado ciertas tareas. Si algo queda sin hacer, el mundo seguirá igual.
- Compartir las vivencias y emociones con familiares y amigos.
- Compartir tiempo a solas con la pareja.
- Practicar algún ejercicio que les guste regularmente.
- Realizar alguna actividad aunque sea en forma eventual que le resulte reforzante y placentera (salir con una amiga, caminar, ir de shopping).
- Identificar y modificar las conductas y los pensamientos que fomentan el propio estrés.
- Recordar que, además de las tareas que esperan en casa luego del trabajo, están nuestros hijos esperándonos, que nos necesitan y nos quieren.
- El amor maternal y las expresiones de afecto, constituyen un excelente antídoto contra el estrés.
En ciertos casos en que los síntomas sean intensos y la mamá no logre control sobre su situación, un tratamiento psicológico breve y focalizado en la temática, la acompañará en el proceso de adaptación y le brindará estrategias eficaces para manejar su estrés.
Lic. María Verónica Tamburelli
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