A partir de los dos años, nuestro pequeño bebé comienza a tener manifestaciones, en ocasiones desmedidas, que dificultan el día a día. Se tratan de los tan conocidos berrinches. Por supuesto, la mayoría de los padres se proponen no formar un hijo caprichoso, pero el tiempo pasa y quedan las pruebas y consecuencias de haber puesto o no, los límites oportunos.
¿Qué son y por qué los chicos tienen berrinches?
Los berrinches son una de las primeras manifestaciones en la búsqueda de autonomía, basada en el intento de ir más allá del otro (de sus palabras, sus miradas, sus opiniones, límites, prohibiciones) hacia la constitución de su singularidad, su identidad como otra persona diferente a sus padres, y por lo tanto con su criterio, deseos, necesidades.
Pero en la búsqueda de autonomía, es probable que sus nuevas adquisiciones traigan tanto felicidad a sus padres como preocupaciones y temores. Por un lado, la alegría responde a que los adultos comprueban que el niño está creciendo y generando nuevas maneras de expresarse. Por otra parte, surgen los inconvenientes que se relacionan con el camino hacia la independencia que implican etapas sencillas y otras de más trabajo. Estas últimas suelen, además, despertar muchas dudas, cuestionamientos y desencuentros entre los padres.
El papel de los padres ante estas situaciones, como siempre, es fundamental. El objetivo es tratar de limitar los ataques de berrinches sin perder el control y logrando que los chicos reaccionen favorablemente a sus intervenciones.
Para ello los adultos deben sostener las normas establecidas, el límite impuesto que dice: “no todo es posible” sin retroceder a causa del facilismo o falso amor. Apelar a diferentes recursos es una buena herramienta a la hora de “desactivar” berrinches.
Dicho en 5 consejos, esto sería:
- Mantener la calma. El control debe estar siempre del lado de los padres. Si el niño observa que logra que sus padres pierdan el control, le generará por un lado inseguridad y por otro un poder sobre ellos, no conveniente.
- Intentar desviar la atención: se trata de llevar la atención del pequeño hacia otro lado que el “conflictivo”. De esta manera tal vez evitemos que el berrinche tome solidez.
- Jerarquizar las decisiones tomadas. Si no es importante el NO prodigado, podemos dar un paso atrás. Si consideramos que el NO es importante, lo mantendremos.
- Mantener la decisión tomada con una intervención clara, segura, que incluye las normas y los límites esenciales para el desarrollo del pequeño.
- Demostración afectiva: entre otros recursos utilizables en estas situaciones, el abrazar al niño muchas veces desactiva lo que está fuera de control, la angustia y la bronca desmedida.
Si nada de esto es exitoso, también podemos mantener el enojo con el pequeño si es que se trata de un enojo genuino. Y si estas situaciones se repiten muy frecuentemente, podemos buscar ayuda profesional que oriente hacia intervenciones saludables por un lado, y despeje qué le está pasando al pequeño que no está pudiendo tolerar el límite.
A la espera de sus comentarios,
Lic Marisa Russomando
Psicóloga especialista en Maternidad y Crianza
Directora de La Cigüeña
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