En inglés se las describe como "too old for toys, too young for boys" (muy grandes para los juguetes, pero muy jóvenes para estar con varones). Se trata de aquellas chicas que están en la etapa preadolescente. Se las llama de esta manera por estar “in between”, entre niñas y adolescentes. Es una etapa intermedia entre una y otra y como toda transición, tiene sus dificultades tanto para la protagonista, como para sus padres que muchas veces se encuentran desorientados.
Ambos necesitan registrar los cambios, no adelantarse ni atrasarse en la concepción de esta etapa, y todo ello requiere adaptación, aprendizaje, flexibilidad y ¡paciencia! Y es que un día tímidamente juegan a las muñecas, pero ya no encuentran la satisfacción que les daba hasta hace muy poco en ese juego, y al día siguiente compran maquillaje y se delinean los ojos. ¡Los padres no saben dónde pararse y ellas tampoco!
Algunos productos televisivos y las campañas publicitarias las empujan a tener actitudes de chicas más grandes. Cantan, bailan, hablan y se visten como tal, con el inconveniente de que se trata sólo de un “lookeo”, ya que no tienen recursos propios para responder a las distintas reacciones y situaciones con las que pueden encontrase a diario desde esa postura. Y es esto lo que no hay que perder de vista.
Las series televisivas muestran mujercitas de esa edad en franco vínculo con varones, con manifestaciones de orientación sexual que excede a la mayoría de sus seguidoras. Esto puede ser perjudicial, si las chicas sienten que “deben” tener ese tipo de relaciones a pesar de no sentirse en sintonía con ellas aún.
El beneficio, si se quiere, radica en que este nuevo mundo, impulse las nuevas temáticas en el entorno familiar, invitando al diálogo y a la información ajustada. Para ello debe haber un adulto de referencia acompañando el momento. Emocionalmente son lábiles: de repente se sienten seguras, felices pero un comentario de parte de la madre o del padre, puede ser fatal. Sobre todos aquellos del orden de “sos chica para eso” o permisos no concedidos.
Lo importante en esta etapa es no retroceder ante los límites que consideramos necesarios imponer, lograr frecuentemente clima de diálogo y comprensión para que cuenten con nosotros, supervisar sus ingresos a redes sociales para prevenir situaciones indeseadas y sus salidas.
Es una etapa que si encontramos la medida justa (difícil, pero no imposible, si nos ocupamos de conocer a nuestras hijas), puede ser muy divertida. Y es que con ellas podemos comenzar a compartir gustos, salidas, y por qué no, ciertas complicidades.
El tema es no caer en la tentación de actuar como si fuéramos amigas ya que se va a tornar más difícil luego orientarla, retarla, y no darle permisos. Y sobre todo porque NO es una amiga lo que necesita de nosotras sino a su MAMÁ.
Lic Marisa Russomando
Psicóloga especialista en Maternidad y Crianza
Directora de La Cigüeña
www.marisarussomando.com.ar