Ansiedad, expectativa, incertidumbre, dudas y temores suelen aparecer ante este nuevo desafío en la historia de la pareja.
Por esta razón, entendemos el embarazo y el nacimiento de un bebé como una crisis vital, que produce cambios psíquicos en el hombre y la mujer que serán padres. En esta crisis vital, la pareja se expone a gran cantidad de cambios y desafíos. La buena adaptación dependerá de la solidez y estrategias con que cuenten.
Las parejas suelen comentar:
- “ Desde que está embarazada se alejó de mí.”
- “ Él no quiere tener relaciones sexuales por temor a dañar al bebé.”
- “ Ella no tiene deseo sexual.”
- “ Él no se conecta con la panza.”
- “ Desde que nacieron nuestros hijos no hablamos de otro tema y solo nos dedicamos a los chicos.”
-
“ No tenemos más vida de pareja.”
En toda vida de a dos surgen inconvenientes, la pareja que cuente con estrategias eficientes para resolverlos amortiguará el impacto que estos puedan generar. Afrontar los cambios juntos, fortalece emocionalmente, genera mayor cohesión y refuerza la confianza mutua.
Es importante también promover y generar conductas cooperativas entre los miembros de la pareja y minimizar las actitudes egocéntricas o competitivas.
Temas importantes a trabajar juntos:
Fomentar la reciprocidad entre sí: incrementar la atención positiva para con el otro con gestos, caricias, palabras y sorpresas. Esto a su vez, genera bienestar en el otro y mejor predisposición.
Cortar y revertir el círculo vicioso de comportamientos negativos: si hiciéramos el ejercicio de registrar las interacciones de una pareja satisfecha por ejemplo en un mes, seguramente observaríamos muchas más conductas positivas que negativas. Contrariamente, las parejas insatisfechas o problemáticas reportarían en ese mismo lapso, mayores interacciones agresivas, reproches, discusiones, etc.
Cuidar la comunicación: la información, el reconocimiento y la práctica de habilidades sociales eficaces aportan gran parte del incremento en el bienestar de la pareja. Ser asertivo, claro, poder manifestar deseos y preferencias, expresar emociones y saber decir que no.
Compartir las responsabilidades: alivia y optimiza el manejo de los requerimientos de la familia. Se logra planificando las necesidades, obligaciones y deseos en conjunto.
Manejar adecuadamente el tiempo: implica buscar espacios y dedicar momentos para realizar un hobby, compartir con amigos, realizar deportes o ejercicios, viajar y pasear, ya sea solos o en pareja. Esto repercutirá en el bienestar de cada uno, potenciándose a nivel pareja.
Tener expectativas realistas: durante el embarazo y con el nacimiento de un hijo se producen grandes modificaciones. Pero a medida que el bebé va creciendo, las parejas que utilizan recursos eficaces, suelen adaptarse eficazmente.
Planificar la llegada de un bebé, transitar un embarazo y lidiar con la crianza de los hijos, representan grandes desafíos para la pareja.
La historia de vida particular, las propias experiencias familiares y estilos de crianza, la personalidad de base y las experiencias de vida, influirán en la manera en que cada uno y la pareja en su conjunto, afronten las exigencias que esta nueva realidad les impone.
Salir airosos y disfrutar de la experiencia es posible, si ambos potencian sus habilidades y cooperan con el otro ayudándolo en sus dificultades.
Lic. Verónica Tamburelli (MN. N°24207)
Lic. Florencia Puccio (MN.N° 31941)
ProMamás