La diabetes gestacional es una importante complicación del embarazo cuya prevalencia se encuentra en aumento. Estadísticamente, alrededor del 6 % de las embarazadas desarrolla este tipo de enfermedad actualmente en la Argentina.
La diabetes gestacional se caracteriza por elevados niveles de glucosa en sangre que, si no son oportunamente controlados, existe la posibilidad de que afecten al bebé ya que, al facilitar su crecimiento en exceso, aumenta el riesgo de complicaciones durante el parto, incrementando la probabilidad de que no se lo pueda realizar por vía baja.
Según estudios realizados en prestigiosas casas de altos estudios de los Estados Unidos, existe una fuerte evidencia de que hacer actividad física de manera regular antes y durante el embarazo está asociado a un menor riesgo de desarrollar este tipo de diabetes. Después de controlar el índice de masa corporal, los factores dietarios y otras covariantes, se encontró que las mujeres con más alto nivel de actividad física tuvieron un 23% menos de propensión a desarrollar diabetes gestacional que aquellas que estuvieron menos activas.
De estos estudios se desprende que la actividad física suave y constante no sólo es recomendable para las mujeres que padecen esta enfermedad, sino para aquellas que ya padecían diabetes antes de quedar embarazadas. Según estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, las mujeres que presentan diabetes gestacional tienen entre un 20 y un 50% de posibilidades de recibir un diagnóstico de diabetes en los cinco a 10 años posteriores.
Hay también evidencia de que la diabetes gestacional puede aumentar el riesgo de obesidad y diabetes en los niños, revelaron estos estudios. Por lo tanto, para la visión de la Salud Pública, es importante que las mujeres en edad reproductiva mantengan un estilo de vida activo.
En las mujeres con diabetes gestacional que no realizaban actividad física antes del embarazo, se recomienda que caminen después de la comida principal de la jornada, alrededor de media hora, a un ritmo liviano, pero constante. En cuanto a las mujeres que sí lo hacían, pueden seguir practicándola, previo alta médico, aunque se aconseja que el/la profesor/a de Educación Física modifique la rutina de trabajo, tratando de evitar la exigencia sobre la parte inferior del cuerpo, por su relación con la contractilidad uterina.
Asesoró: Lic. Mariela Villar
Directora de Embarazo Activo