Hay muchas creencias que alteran la vida de un matrimonio durante el embarazo, pero tal vez esto se reproduce en el tiempo porque dichas creencias tienen algún sustento en la realidad. Especialmente en el campo de la vida íntima del matrimonio, una de las creencias que puede entorpecer el acercamiento es que hay "un tercero que está mirando" y aunque ellos sepan racionalmente que no es así, la panza les recuerda una y otra vez que alguien más está presente en sus encuentros íntimos y este hecho no siempre es fácil de asimilar. Afortunadamente, se trata de una percepción psicológica y no de una limitación real.
¿Qué sentimientos se despiertan durante el embarazo, respecto de la sexualidad?
Los miedos en la mujer embarazada: Por una parte, están las propias dudas de la mujer, que a veces se cree poco atractiva con su nuevo cuerpo de embarazada y otras veces siente un gran desgano. Las náuseas, los vómitos y las molestias, además de la concentración en su mundo interior (propia del embarazo) muchas veces pueden hacer desaparecer el deseo. Es frecuente que durante el primer trimestre la sensibilidad extrema en los pechos, el sueño y las náuseas hagan que lo último en que piense una mujer, sea el sexo. Más adelante en el embarazo, la acidez y el tamaño de la panza pueden ser obstáctulos. En algunos casos se puede inhibir la disponibilidad de la mujer a causa de la preocupación por el curso del embarazo o el miedo de que vean su cuerpo modificado por la gestación.
Los miedos en el varón: Por otra parte, están los miedos del varón: miedo de lastimar al bebé, de incomodar a su mujer, o incluso el fantasma de verla como madre más que como mujer. En cualquier caso, es necesario que estas ideas puedan ser conversadas en el matrimonio. De este modo las limitaciones reales o imaginadas pueden superarse cuando aparecen las necesidades de ambos y la capacidad de ponerse en el lugar del otro.
Algo que puede ayudar es saber que, efectivamente, hay muchas mujeres que experimentan más placer estando embarazadas que en otra situación porque, como explica la sexóloga María Luisa Lerer en su libro La dulce espera de la pareja, la región pélvica se llena de vasos sanguíneos nuevos que congestionan los tejidos de la vagina y esto provoca mayor excitación. Además, añade, también aumenta en este período la lubricación vaginal.
Puede suceder que la panza haga realmente incómodo mantener una relación sexual, pero esto se modifica fácilmente, si existe la confianza para hablar el tema y creatividad para probar posiciones más cómodas. Es decir, se trata de superar un obstáculo que no se origina en la ausencia de deseo (lo que puede ser más usual en los primeros meses del embarazo) sino en una situación física.
Pero no todo son dificultades: muchas mujeres sienten la plenitud de su ser femenino durante el embarazo y esto coopera en la mejora de su vida sexual.
También hay que saber que –salvo en casos especiales de un embarazo que necesite reposo- el coito no daña al bebé. Tampoco lo hacen las contracciones del útero que se producen a veces, como consecuencia de la excitación femenina.
- Por lo tanto, no hay motivos para privarse de una placentera vida sexual, que es posible hasta el final del embarazo, salvo que hubiera alguna directiva en contrario de parte del obstetra. En líneas generales, se contraindican las relaciones sexuales cuando:
- existe riesgo de sangrado en cualquier momento del embarazo,
- si existen antecedentes de pérdida espontánea del embarazo durante el primer trimestre,
- si se sospecha o confirma una placenta previa,
- si se trata de un embarazo múltiple cursando el último trimestre,si se rompió bolsa o perdió el tapón mucoso
- y durante las últimas 12 semanas de gestación, si hay antecedentes de parto prematuro.
Si por alguna razón, la pareja no puede continuar con su vida sexual como antes del embarazo, los masajes, mimos o caricias son alternativas válidas para estar juntos.