En un clima cálido, se desarrolló un encuentro entre colegas, donde participaron las orientadoras familiares de Sembrar Valores Clara Naón, Mariuqui Magrane y Lucía D. de Stellatelli. Pilar Sordo, especializada en cuestiones familiares, explicó las diferencias fundamentales entre el hombre y la mujer y destacó la importancia de la complementariedad de los sexos.
¿Cuál es tu desafío a la hora de comunicarte con el público?
Cuando yo investigo, interactúo personalmente con la gente, y de ahí se van desprendiendo muchas historias. A la hora de brindar una conferencia, me encuentro con tantas anécdotas divertidas, que las incorporo a mi discurso y las traduzco en términos sencillos para que el público las comprenda. El gran reto es lograr que me entiendan con cosas tan simples que, de tan simples que son, no las vemos.
Pilar Sordó: La diferencia entre lo femenino y lo masculino. ¿Las mujeres deben ser educadas en lo femenino, y los hombres en lo masculino?
Hay un tema de reconciliación con el rol que, hoy, es súper necesario más en la mujer que en el hombre. Debemos dejar atrás sensaciones de victimización femenina y hacernos cargo del goce de ser madres, de tener familia, de cocinar y de trabajar, sin que eso implique juicios de valor. Lo más curioso es que estos juicios provienen del mundo “intra-femino”. Sería interesante que una pudiera sentirse femenina y delicada y que eso no le quitara potencia para ser gerente general de una empresa y educar a los hijos.
¿Cómo se relaciona esto con el rol del varón?
En la medida en que las mujeres nos reconciliemos internamente, permitiremos que el hombre se ubique en un papel determinado. Hoy ellos están perdidos: no saben cómo conquistar, cómo seducir, qué decir, cómo ni cuánto expresar lo que sienten.
¿Creés que los roles se encuentran alterados?
En esta estructura social de tanta agresividad y tan avasalladora, ellas son las que llaman y las que conquistan. Los varones, en cambio, se encuentran más prudentes y no tienen posibilidad de hacer nada. Es una inversión terrible. Todo pareciera indicar que el ideal ha cambiado y que las mujeres, en lugar de ser femeninas, deben ser “camboyanas guerreras” porque de esa manera serán percibidas como fuertes y autónomas. Hoy en día, ser delicada es signo de estupidez y de falta de maduración. Hay que fortalecer al hombre para que siga siendo galante con las chicas.Los padres no somos perfectos y cometemos errores.
Pilar Sordó habla sobre la educación de nuestros hijos en el presente siglo. ¿Cuál creés que es la carencia principal a la hora de educar a nuestros hijos?
Hay falta de autoridad. Perdimos certezas en cuanto a la educación y, en cambio, educamos en base a opiniones. Ya no veo ese convencimiento absoluto que tenía mi papá cuando me castigaba por un mes. Hay una sensación de “terror” a los hijos, que generó una sobreprotección falsa y una preocupación por complacerlos en las cosas tontas, pero abandonarlos en las importantes. En esa contradicción, los adultos debemos retomar la idea de que la familia no es un estado democrático. No tengo que preguntarle a mi hijo qué quiere comer; es él quien debe aprender a comer de todo.
Y la falta de autoridad genera consecuencias negativas en el desarrollo de los chicos…
Sí, los adultos les compramos tantas cosas que no hay espacio para la carencia; es una generación sin hambre espiritual que no tiene ansiedad por la búsqueda. El tema de la abundancia: el hecho de que un chico tenga un celular que probablemente costó el equivalente a un sueldo mínimo de una familia. Es una distorsión que va haciendo perder ese espacio que nos corresponde a los adultos. El gran concepto de nuestros tiempos es la fuerza de voluntad en un mundo que nos demuestra que es más fácil subir por la escalera mecánica que subir por la otra; que conviene tomar el auto en vez de caminar. Cuando me tengo que complicar la vida no lo hago, y está ausente esa satisfacción del deber cumplido. Esto se relaciona con una falta de rigor en la educación.
Pilar Sordó y la influencia de la tecnología en nuestros hijos. ¿Cómo creés que afecta el abuso de la tecnología los vínculos entre los jóvenes?
Lo que más me preocupa es la falta de expresión de sus emociones. Lo que escriben a través del teclado no lo pueden decir personalmente porque no se trata de la misma habilidad. Hace un mes, me senté al lado de mi hija, quien estaba chateando con una amiga a través de Internet. Empecé a seguir la conversación y ella, en silencio, de repente, escribió: “Jaja”. Cuando la miré, estaba igual de seria que antes, y entonces le pregunté: “Nicole, ¿en qué lugar de tu cerebro te reíste y yo no me di cuenta?”. Ella me respondió: “¡Uy, mamá, es verdad! Lo que pasa es que me reí para adentro, pero… ¿esto es normal?”; “No, no es normal, esto es psicótico. No puedes hacer como que te ríes si no te has reído; esto es grave”, le contesté.
Los jóvenes piensan que, por tener 40 contactos de Messenger, tienen la misma cantidad de amigos en la vida real. Sienten que, cuando están “conectados”, no están solos. Y eso es falso: están solos porque no están comunicados.
¿De qué manera creés que este factor repercute a futuro y qué podemos hacer los adultos?
Gran parte del alcoholismo juvenil tiene que ver con que estos adolescentes necesitan emborracharse para poder vincularse con los demás y expresar lo que sienten, porque sin un trago no lo pueden hacer. Los padres tenemos que poder sentarnos a la mesa con nuestros hijos, exigir que se apaguen los celulares y los televisores durante la comida y lograr que se compensen las habilidades reales, a la par de las virtuales que ellos están desarrollando.
De manera contraria, cuando el día de mañana tengan que enfrentar problemas reales, no sabrán cómo hacerlo. El tema es que a los padres no nos conviene analizar esto, preferimos excusarnos bajo el preconcepto de que nuestros adolescentes pertenecen a una generación perdida. Y eso es totalmente injusto.
Gentileza: Organización Sembrar Valores, Revista Hacer Familia, de Argentina
Imágenes: Revista Hacer Familia