“Mamá, si pudiera hablar te diría que tengo hambre”
Si tu bebé llora, hociquea hacia los costados buscando el pecho, le apoyás la mano en la mejilla y dobla la cabeza hacia ese costado, se chupa la mano o los dedos de los pies, es que tiene hambre. Hay varias claves para detectar si el niño necesita alimentarse y si no lo atendés, seguramente desemboque en un llanto fuerte. Te sugerimos nuestra sección de Lactancia para aprender más sobre la alimentación del bebé.
"Tragué mucho aire al comer"
Si ya le diste de comer, y el bebé está intranquilo, no se duerme, llora y se mueve. Es probable que haya tragado demasiado aire al alimentarse y esté necesitando expulsarlo a través de un eructo. Conocido como "el provechito", alzarlo para que esté derecho, sostenerle la cabeza y darle suaves palmaditas en la espalda puede ayudarlo a sacar el aire. Algunos padres prefieren darle masajitos o frotarles la espalda. Probá las distintas técnicas para ver cuál te funciona mejor.
“Por favor, revisá mi pañal”
Llora, pero no es por hambre. Ya le sacaste el provechito, está en su cuna o en brazos, pero está molesto. Es hora de revisar el pañal. Uno de los motivos del llanto del bebé puede ser que se encuentre incómodo porque tiene el pañal muy ajustado, le da alergia o está sucio. Si el pañal está limpio, probá si no está muy ajustado. Si se los cambiás con frecuencia para evitar la humedad y el contacto con sus deposiciones e igual se irrita, averiguá si no es un tema de alergia a la fragancia del mismo. Si está sucio, es importante que sepas que si permanece con el pañal así por mucho tiempo, la humedad y el amoníaco producto de la orina y las bacterias de las deposiciones irritarán su colita generando dolor y ardor. Esta irritación es llamada dermatitis del pañal.
“Tengo cólicos”
Clásicos en los bebés de menos de tres meses, si el niño mueve mucho sus patitas, tiene arranques de llanto repentinos y agudos, es probable que tenga cólicos. Recostalo panza arriba, tomá sus piernitas y doblalas por las rodillas y llevalas hacia la panza para hacer un poquito de presión. Tal vez logre eliminar los gases que le producen el dolor de su pancita. Los masajes circulares en sentido de las agujas del reloj en su panza, también pueden ayudarlo.
“Tengo sueño”
Los pequeños necesitan dormir mucho, y al igual que los adultos, se fastidian por falta de sueño. Las rutinas son importantes para que el niño encuentre el tiempo y su espacio para descansar y recuperar energías. Lograr una rutina no es fácil y cada familia tiene ritmos distintos. Si se refriega los ojos y llora, ni lo dudes: tiene sueño.
“¡Ay, estos dientes!”
Si tu bebé llora, babea mucho y tiene más de cuatro meses, es probable que esté ingresando en lo que se denomina corte de dientes. Alzalo, reconfortalo y dale, si es posible, un mordillo que haya estado en el congelador. El frío calmará su dolor. Te sugerimos la nota Cuándo cortan los dientes los bebés.
“Estoy cansado, necesito tranquilidad”
Si el bebé estuvo recibiendo muchos estímulos de algún juguete o simplemente se excitó jugando con alguien por un período prolongado, es probable que llore porque necesita tranquilidad o se haya sentido abrumado por tanto estímulo. Alzalo, llevalo a algún lugar tranquilo, dale unos besos y fijate si se calma.
“No estoy preparado para estar lejos de tus brazos”
Sí. Eso pasa también. El apego es lindo, nunca es demasiado y los bebés lo necesitan. Si tu bebe no reclama tus brazos, si no te mira a los ojos, si no se enoja cuando no le prestas atención, ahí sí, es motivo de preocupación. Cuando una mamá alza a su hijo, la frecuencia cardíaca del niño se atenúa, el bebé se tranquiliza. Después de todo, estuvo 9 meses en contacto permanente. ¿Quién podría dudar de que eso le hizo mal? Te recomendamos la nota La angustia del octavo mes.