Ya no es lo mismo que antes. Para las mujeres, casi no es necesario aclarar que están embarazadas. La panza se va asomando y todos alrededor se dan cuenta de que hay un bebé creciendo que se está preparando para salir al mundo.
El segundo trimestre del embarazo abarca desde la semana 13 hasta la semana 28. En ese período, la madre comienza a descubrir el crecimiento de su abdomen, a percibir movimientos del bebé, puede tener contracciones que son normales, fisiológicas y aisladas, especialmente cuando hace actividad física, levanta cosas pesadas, o padece de stress laboral o social. Estas contracciones pueden llevarla a la consulta, en la que el médico -entre otros controles- descartará si hay alguna afección urinaria (lo que es frecuente en este período). Es habitual que el flujo vaginal aumente en este trimestre por una cuestión hormonal. Por lo general, disminuyen o tienden a desaparecer las náuseas y los vómitos y se incrementa la tendencia a la constipación, por una disminución de la actividad intestinal causada por las hormonas.
También es normal que aumente la sed en la embarazada, por lo que se recomienda el consumo de 2 a 3 litros de líquido por día y no retener la orina, para no predisponerse a las infecciones urinarias. La retención urinaria puede causar contracciones.
Hay una anemia fisiológica en este trimestre que es normal, por un aumento del agua en la sangre que diluye los glóbulos rojos. El médico determinará el tratamiento a seguir, pero no es para alarmarse. Dependerá de la alimentación y de ser necesario se le dará algún complemento con hierro, ácido fólico o vitaminas. La mamá debe recibir la vacunación antitetánica o la Doble adultos (difteria y tétanos), que son dos dosis con un mes de diferencia, para darle defensas a ella y al niño.
En cuanto al peso, teóricamente, una mujer promedio puede haber aumentado hasta este momento 4 kilos, dependiendo del peso con el que quedó embarazada. Se considera normal aumentar entre 1 y 1,5 kilo por mes.
Otras sintomatologías que aparecen, son la hinchazón en las piernas o la aparición de várices y que se le duerman los brazos de noche. En relación con los hábitos del sueño está la postura que por comodidad en general las mujeres adoptan en este período: dormir de costado y no panza abajo. Por cambios hormonales, es frecuente que las pacientes estén ansiosas, tengan insomnio o fatiga física. “Dependerá de la severidad de los síntomas que el médico indique algún tipo de terapia, que puede ser alguna actividad o algún tratamiento. Pero no es motivo de consulta urgente”, explica el doctor Jorge Pablo Malato, médico ginecólogo y obstetra.
Las consultas al especialista en este trimestre son mensuales. Se realiza una ecografía para ver los datos del crecimiento del bebé y la ubicación de la placenta, alrededor de las semanas 28 a 30.
En este período, el bebé puede estar en cualquier posición: atravesado, de cabeza, de cola. Usualmente se mueve mucho porque tiene mucho espacio para desplazarse dentro de la panza, aunque hay bebés que se mueven menos que otros, porque tienen menos actividad intrauterina (“son más perezosos”). Si el bebé no se mueve para nada, la mujer debe ir a la consulta con el médico. De todos modos, el control de los movimientos del bebé es parte de la verificación que realiza el obstetra.
En este trimestre, la mamá todavía puede hacer las actividades habituales, tanto laborales como sociales, viajes, y ejercicio físico como gimnasia localizada o aquagym. Caminar es una actividad muy recomendable, “sin excesos ni sobrepesos, como cargar las bolsas del supermercado o tener mucho tiempo a upa a niños más grandes. Por supuesto, que el alcohol y el cigarrillo deben ser evitados totalmente, ya que afectan a la madre y al niño que a través de la placenta incorpora estas toxinas”, agrega Malato. Los medicamentos sólo deben tomarse bajo prescripción médica.
Al final del segundo trimestre, la mamá puede sentir que la panza pesa más, que el bebé le aprieta la vejiga, y que le molesta la cintura. Todas estas sensaciones son frecuentes, y pueden ser conversadas con el médico para disipar cualquier duda, sobre todo si la mamá es primeriza.
Entre las semanas 30 y 32, se recomienda comenzar el curso de psicoprofilaxis para el parto, aun cuando no se trate del primer bebé que la mujer espera. Allí la futura mamá irá conectándose con otras mujeres que pasan por la misma experiencia y también preparará su cuerpo que ya está cambiando para la aventura del parto.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp