En nuestra cultura no está bien vista una madre que amamanta a un bebé "grande". Incluso, puede ser objeto de comentarios despectivos, críticas y burlas. Sin embargo, tanto la Organización Mundial de la Salud OMS como la Organización de las Naciones Unidas por la Infancia UNICEF recomiendan una lactancia exclusiva hasta los seis meses y un destete alrededor de los dos años de vida. ¿Dos años? Sí. Cabría preguntarse, entonces, por qué se produce una disociación entre las recomendaciones de destacados organismos internacionales y la realidad.
La respuesta se puede abordar desde distintos ángulos. En primer lugar, existen mitos asociados a la lactancia prolongada -que no es otra cosa que la lactancia materna más allá del año de vida-.
A veces, la lactancia prolongada es vista como la instauración de un vínculo patológico entre la mamá y el bebé. Pero, en realidad, la patología no está relacionada con el tiempo de amamantamiento, sino con todos los otros aspectos que hacen a la interacción madre-hijo, esté alimentado a pecho o no.
También surge la noción de que, cuando salen los dientes, llegó la hora del destete. Sin embargo, las abuelas y las mamás actuales que amamantan a un bebé más tiempo saben que la dentición no es un inconveniente. A lo mejor, el bebé puede morder una vez, pero responde de inmediato a un "no" firme de su madre. Por otra parte, es más fácil destetar a un bebé pequeño que no se expresa, que a uno más grande. Esto no significa que para el niño sea igual de fácil.
Algunos médicos consideran que la lactancia interfiere en el interés del niño por otros alimentos. Si bien es cierto que, cuando se los desteta, muchos chicos incorporan alimentos complementarios, esto se debe a que necesitan gran cantidad de nutrientes para sustituir la riqueza que aporta la leche materna.
Otras personas piensan que, a partir del año, disminuye la calidad de la leche. Pero, en realidad su composición varía de acuerdo a las necesidades de desarrollo del bebé. Y nunca pierde sus atributos inmunológicos.
En la revista Mamando, de la Fundación para la Lactancia Materna FUNDALAM, la licenciada Mónica Ispani dice que la cultura psicoanalítica de Occidente influye en un destete precoz y "cuando la mamá se siente presionada a destetar y no es lo que realmente desea en su corazón, los niños perciben esta contradicción y se revelan más ante la decisión".
Vale la pena aclarar que, en el segundo año de vida (es decir, a partir de los 12 meses), la lactancia materna sigue teniendo un montón de ventajas. Especialistas de la Yale School of Medicine, de los Estados Unidos, aseguran que la lactancia prolongada reduce el cáncer de mama en un 4,3 por ciento. Estos descubrimientos ayudan a explicar por qué los índices de cáncer de mama son tan bajos en los países en desarrollo, donde las mujeres tienen entre seis y siete hijos y amamantan a cada uno por más de dos años, en comparación con los países occidentales industrializados, donde una mujer tiene entre dos a tres hijos y alimenta a sus bebés de manera natural por dos o tres meses. En los Estados Unidos, el 50 por ciento de las madres no da de mamar a sus hijos. En Europa, la cifra es del 25 por ciento, aunque en los países escandinavos, el porcentaje es inferior -sólo el 10 por ciento-.
La lactancia prolongada también cuenta con ventajas para el niño, ya que la leche le aporta una menor incidencia de enfermedades infecciosas y, si se presentan, son menos graves. Son menos propensos a sufrir alergias y eczemas de piel y, aún después de los 2 años, la leche materna sigue siendo una fuente valiosa de proteínas, grasas, calcio y vitaminas.
Además de beneficios físicos y, contrariamente a las creencias más comunes, la lactancia prolongada también presenta beneficios psicológicos.
"El amamantamiento es un modelo de vínculo para otros vínculos que el niño tendrá en su vida adulta. Si le permitimos separarse en forma natural y no forzada, el niño va a desarrollar confianza en su madre y el mundo externo, lo que le permitirá una mayor independencia futura. Si los empujamos a separarse antes de que estén maduros, lucharán persistentemente por quedar pegados y se verá reflejada está inseguridad en su accionar adulto, con temores constantes a ser abandonados por los que más quiere o necesita", agrega Ispani. " Hay una fuerte presión de la sociedad por "fabricar" niños independientes antes de que estén maduros para ello, provocando, como consecuencia, chicos pseudo-independientes con personalidad insegura y una gran sed de apoyo en lo externo", concluye.
Pero, a pesar de las ventajas de la lactancia prolongada, la mamá sigue sujeta a presiones que la impulsan a destetar a su hijo. Presiones sociales, de su entorno cercano e incluso, del marido. En este último caso, conviene escuchar sus razones y explicarle por qué es bueno seguir dando de mamar (si esto es lo que la mamá quiere).
No se trata de vencer las influencias externas sino que, si la mamá está bien informada y segura de lo que quiere hacer, podrá enfrentar más fácilmente las críticas. Deberá sentirse confiada y tranquila de que hace lo correcto, sin necesidad de convencer a los demás ni polemizar y respetando los prejuicios ajenos. Para todo esto, cuenta con aliados: cada vez, la ciencia descubre nuevas ventajas de la lactancia materna e incluso, de la prolongada. Además, comienzan a rescatarse la sabiduría milenaria de otras culturas, como así también los consejos sabios de las abuelas que no contaban con tantas leches maternizadas sino con lo que la naturaleza les proveía: dos pechos llenos de leche materna.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp