Muchas mamás comienzan a considerar el destete una vez que el bebé ha comenzado a ingerir sólidos y esta forma de obtener alimentos es bien recibida. Cerca de los nueve meses, por lo general, el bebé ya ha incorporado sólidos o semisólidos, con lo cual el destete ya ha comenzado y el bebé ya se ha enfrentado a otro modo de recibir alimentos, por ejemplo, la cuchara o inclusive sirviéndose de la mano. Con lo cual, los primeros pasos hacia el destete ya han sido dados. Pero si bien ha comenzado a recibir otros alimentos, la leche -y tal vez, en gran proporción, la materna- continúa siendo su principal fuente de alimentación.
Si continuó recibiendo en todas las ocasiones leche materna como alimento aún después de la incorporación de los sólidos, el destete completo será un paso significativo para la mamá y el bebé. La ventaja de hacerlo cerca del año, es que tal vez sea el momento propicio para ambos: mientras, una mamá que ha amamantado a su bebé con toda dedicación -y hasta los seis meses lo ha alimentado exclusivamente con leche materna y reincorporada al trabajo, se ha extraído leche-, puede encontrar que ya es hora de que su hijo comience un período de mayor independencia. Un bebé de nueve u once meses que comienza a descubrir el mundo y está abierto a nuevas experiencias puede encontrar que suplantar el pecho de la mamá por la mamadera o la taza, le da oportunidad de conocer nuevas y emocionantes realidades -que lo alimente el papá o la abuela o poder mirar cómodamente a su alrededor mientras come, y no sólo a su mamá-. No obstante esto, la mamá deberá analizar según su caso en particular si destetar en este momento o continuar la lactancia prolongada.
Lo ideal es que el destete definitivo sea un acuerdo entre la mamá y el bebé, que no sea algo forzado”, destaca el pediatra Jorge Murno. “El bebé a los siete meses ya puede compartir la mesa familiar y obtener dos comidas sólidas”, explica el pediatra, “además de obtener tres alimentaciones lácteas”. En realidad, la incorporación de los sólidos a los seis meses se realiza con el objetivo de que alrededor del año, el niño tenga incorporado este modo de recibir los alimentos.
¿Cuándo hay que destetar?
“Siempre que la alimentación de la criatura esté asegurada por otros medios, alrededor del año puede producirse el destete”, explica Murno. La recomendación de la Organización Mundial de la Salud es la de mantener la lactancia materna hasta los dos años de vida, mientras que la Academia Americana de Pediatría recomienda que los bebés sean alimentados exclusivamente a pecho hasta los seis meses y continuar amamantando por lo menos seis meses más, una vez incorporados los alimentos sólidos. Por su parte, la Sociedad Argentina de Pediatría adhiere a la postura de continuar la lactancia materna hasta los dos años.
Según el pediatra Carlos Beccar Varela, en “El arte de amamantar a su hijo”, “el destete debe ser gradual y dura entre tres y dieciocho meses”. El pediatra considera que el amamantamiento es imprescindible para el primer año de vida y puede ser muy bueno durante el segundo año. En FUNDALAM (Fundación para la Lactancia Materna) recomiendan dar el pecho hasta los dos o dos años y medio, “ya que incluso hasta esta edad se produce el proceso de mielinización de la columna vertebral y la leche materna es la que mejores nutrientes aporta para que este proceso sea óptimo”, explica María Florencia Vizzo (de FUNDALAM).
“En ciertos casos, donde no está asegurado el aporte proteico y calórico mínimo, la lactancia materna dos o tres veces al día le permite al niño obtener la nutrición necesaria”, advierte Murno. Entonces, se recomienda continuar la lactancia materna más allá del año y medio.
En cuanto a las etapas madurativas del bebé, Murno explica que desde el punto de vista psicológico antes del año y medio se produce el pasaje de la etapa oral a la etapa anal, con lo cual para esta época es esperable que el chico comience a dejar atrás la succión. “Mas allá de que se acepten como certeras las etapas del desarrollo según el psicoanálisis, los estudios del filósofo y psicólogo Jean Piaget probaron que el niño deja atrás la succión como algo tan central para su desarrollo entre el año y año y medio”, dice.
Una de las cuestiones que preocupan a las mamás ante el destete es la creencia de que difícilmente puedan suplantar el contacto estrecho que logran al dar el pecho a sus hijos. Murno lo desestima: “ Dejar el pecho, la mamadera y el chupete forma parte de un proceso de ayuda al crecimiento del bebé y posibilita su desarrollo emocional: la succión es absolutamente necesaria para un bebé de seis meses, pero es deletérea para un chico de dos años”, resume.
Otras cuestiones también pueden ser evaluadas a la hora de pensar en destetar a un niño mayor de un año:
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La interacción entre madre e hijo tiene que ser considerada, especialmente el hecho de que puede ser que la mamá suplante el tiempo dedicado a otras actividades en las que su hijo también la necesita -como jugar juntos, llevarlo a la plaza, leerle historias o jugar a los títeres- por dar de mamar.
- La opinión del papá también cuenta, lo mismo que conseguir su ayuda, tanto si se quiere como si no se quiere continuar la lactancia materna. Criar un hijo es asunto de los dos padres, por eso hay que consultar lo que el papá tiene para decir.
- Un bebé que cuando se siente cansado o aburrido recurre al pecho materno para consolarse, si su mamá no está disponible, puede no saber qué hacer para confortarse a sí mismo o puede no encontrar consuelo en ninguna otra persona de su entorno cercano -papá, abuelos u otro cuidador-. Es importante que el niño mayor de un año, comience a desarrollar habilidades para distraerse o confortarse a sí mismo -a través de un juego o de un objeto que le otorgue seguridad o a través de la interacción con otras personas de su entorno cercano-.
- Si el hecho de continuar la lactancia disminuye el deseo sexual y/o es interpretado por el marido como una exclusión del vínculo madre-hijo, hay que atender a la opinión del padre, consultar a un profesional o rever las decisiones tomadas. Hay que tener en cuenta que en interés del hijo, la relación madre- padre no puede ni debe ser dañada.
- Destetar no debe significar perder el contacto físico y emocional estrecho entre la mamá y el bebé, sino que es absolutamente necesario que éste continúe para permitir el correcto desarrollo del niño. La mamá tiene que ser consciente de que deberá estar disponible para “alimentar” a su hijo de muchas y diversas maneras posibles: estableciendo la rutina de un cuento al despertarse, una canción con baile a la tarde, unos masajes antes de dormirse.
Como en este tema hay posiciones muy encontradas -y todas atendibles y bien justificadas-, el criterio de la madre bien informada de las opciones que puede elegir, es el que debe prevalecer. Sólo ella sabe qué es lo mejor para sí misma y para su hijo en sus condiciones particulares.
Por esto, cada mamá evaluará cuándo es el momento de dejar de darle el pecho a su hijo. El bebé naturalmente se adaptará a la nueva situación, ya que a través de los mimos, las caricias y la compañía de su madre, sabrá que el amor entre ella y él no ha cambiado, sino que sigue intacto.
El camino a seguir
“Para cualquier aprendizaje se necesita paciencia y convicción, por lo cual si se quiere destetar se encontrará la mejor manera de hacerlo para que no sea traumática para ninguno de los dos”, dice Vizzo. “Así se cerrará esta etapa felizmente sin cargos de conciencia ni sentimientos de culpa por parte de la mamá: por esto es bueno que la mamá le explique al bebé qué va a ir pasando”, agrega. “Y una vez que se toma la decisión, no hay que volver atrás para no confundir al bebé”, concluye.
Si el hecho de destetar al bebé ya está decidido, hay algunos pasos importantes que hay que tener en cuenta atendiendo al bienestar de la mamá y el bebé:
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Tener en cuenta la preferencia del bebé: Si parece muy interesado en el pecho y no obtiene alimento de otra forma -mamadera o sólidos-, no es momento de empezar a destetarlo, sino que habrá que respetar sus tiempos.
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“No ofrezca, no rehúse”. Esta técnica, recomendada por la Liga de la Leche, es buena para ir reduciendo el número de mamadas sin forzar a ninguna de las partes y sin que ni la mamá ni el bebé hagan concesio
nes.
- No es conveniente comenzar a destetar cuando el bebé esté atravesando otro cambio importante que lo afecte en mayor o menor medida: comenzar la guardería, un cambio de la persona que lo cuide o una mudanza.
- La leche materna adapta su producción a la demanda, por lo cual, acortando el tiempo de la mamada -y suplementando con mamadera o sólidos- o salt
eándola, por ejemplo, al mediodía cuando el bebé ya obtiene otros alimentos, disminuirá la producción de leche.
- Si se congestionan los pechos al disminuir el número de mamadas diarias, habrá que utilizar un sacaleche. Pero sólo hay que sacarse la leche necesaria para disminuir la congestión -no hay que vaciar el pecho- porque de lo contrario la producción de leche continuará alta.
- La última mamada que debe eliminarse es la de la noche, porque es la oportunidad de que mamá y bebé encuentren un momento de mayor intimidad y relax.
- Si el bebé tiene menos de nueve meses o no acepta la cucharita o la taza, hay que comenzar a acostumbrarlo a la mamadera con leche materna o de fórmula. Si ya se le ha dado mamadera y está acostumbrado al pezón artificial, habría que darle fórmula, para que empiece a disminuir la leche materna.
- Cuando el destete materno se produce después de los 9 meses, no necesariamente se pasa por la mamadera. El bebé puede comenzar a utilizar una cucharita o directamente la taza.
- Si el niño sólo concilia el sueño tomando el pecho, destetarlo puede ser problemático. Lo ideal es que el bebé logre dormirse sin tomar el pecho antes de que se comience con el destete.
- Ya sea que la mamá esté en medio del proceso de destete o que lo haya terminado, es conveniente que comparta un tiempo exclusivo de intimidad y de contacto físico con su hijo, más allá de los cuidados diarios, -mejor si son dos veces al día- haciendo alguna actividad placentera para ambos (masajes, jugar juntos, mirar un libro “a upa de mamá” o cantar canciones).
- Un niño que está cercano a los dos años ya sabe que su mundo no es sólo su mamá y distraerlo puede ser un buen modo de inducir al niño mayor del año al destete, además de hacerle ver las actividades divertidas en las que puede participar. Por ejemplo, jugar con el papá a imitar los animales o “a luchar”, ejercicios en los que pueda utilizar sus manos y ejercitar su motricidad.
- Puede ser que en el proceso de destete, el chico se aficione a un objeto transicional: hay que permitirle que lleve este objeto -un juguete o una manta, por lo general- a donde quiera.
“En FUNDALAM sugerimos destetar lentamente, sacando de a una mamada por semana y reemplazar ese momento por otra actividad divertida para ambos u ofrecer otra alternativa alimenticia que le guste mucho al bebé”, destaca Vizzo.
En muchos casos es el propio bebé, el que manifiesta poco interés en tomar el pecho. “Yo sentí que dejar de dar el pecho a Julieta a los nueve meses era un paso necesario para mí y para ella”, cuenta María Cafferata. Esta mamá le dio el pecho exclusivamente hasta los siete meses y luego, una vez incorporados los sólidos, continuó con la lactancia materna hasta los nueve meses. Julieta no quiso tomar leche materna en mamadera y tampoco leche de fórmula hasta esa época. Sin embargo, a partir de los nueve meses, aceptó gradualmente dejar el pecho: “Tenía que disponer de mucho más tiempo para darle el pecho que cuando era más chiquita: se distraía mucho y demoraba en tomar”, dice la madre. Entonces, la beba recibió mamadera de leche de fórmula hasta el año. Luego aceptó rápidamente la taza y hasta se negaba, furiosa, a que le pusieran el babero para tomarla.
Muchas veces resulta que el bebé está dispuesto a dejar el pecho, pero la mamá no está preparada para abandonar la lactancia. En estos casos -según Beccar Varela- hay que considerar que un niño bien estimulado, que haya madurado rápidamente puede ser que no quiera el pecho porque, entre otras cosas, sabe que tiene a su mamá aunque no tenga la teta.
Lo cierto es que tanto si esta etapa es vivida naturalmente por ambos, o de manera un poco dolorosa -si a la mamá le cuesta más dejar la lactancia- es importante destacar qué viene después de dar el pecho: descubrir nuevas formas de comunicarse con el bebé tan lindas y particulares como era hasta ese momento hacerlo a través de la teta.
Dejar de dar de mamar puede significar muchas cosas, tanto para la mamá como para el bebé: la adquisición de mayor independencia para ambos, perder un espacio de intimidad y de mutua gratificación, responder a exigencias del trabajo o del estilo de vida -que a veces incluyen viajes o jornadas extendidas- entre otras cosas.