¿A qué se denomina lenguaje?
Se denomina lenguaje a toda forma de comunicación visible o audible (gestos, movimientos, vocalizaciones, palabras, entre otras cosas). Se trata del principal instrumento de comunicación y es la herramienta fundamental para incorporar otras habilidades como la lectura y la escritura.
A diferencia de las creencias más comunes, el lenguaje comienza a desarrollarse desde antes del nacimiento. ¿Cuándo? Una vez que se configura el sistema auditivo (entre el cuarto y quinto mes de gestación) y el bebé es capaz de captar, registrar y discernir los ruidos internos de la madre (en especial, los latidos del corazón) y las voces y sonidos que llegan desde afuera.
Una vez que nace, su forma más cotidiana y frecuente de expresarse es a través del llanto. Gracias a él, el bebé avisa si tiene hambre, sueño, está sucio o simplemente quiere ejercitar sus pulmones. Entre el primero y el tercer mes comienza a emitir sonidos. Alrededor de los 6 meses de vida, la evolución del lenguaje comienza a manifestarse tempranamente por medio del juego vocal que consiste en sonidos guturales que el bebé repite. Entre el tercero y octavo mes surge el balbuceo (da-da, ma-ma). En algún momento, cercano a los 12 meses, empieza a utilizar el lenguaje como medio de comunicación. Aparecen las primeras palabras, que suelen ser mamá, papá, agua o la forma en que él "bautiza" a otra persona cercana a su entorno.
Estas palabras son los primeros pasos en el dominio de una de las capacidades más importantes del ser humano. Son los padres -y sobre todo la madre- quienes lo ayudarán en este aprendizaje.
¿Qué pueden hacer para estimular el habla? Si bien no existen fórmulas ni recetas, deben estar dispuestos a "dialogar" con él. Y este diálogo comienza desde el momento en que nace. El recién nacido expresa fascinación por la cara y la voz de su mamá, voz que escucha desde que está en la panza, pero que ahora también tiene un rostro.
Por eso, para comunicarse con el bebé, conviene mirarlo a los ojos y usar una voz suave y pausada. Así, el bebé empieza a comprender las expresiones y estados anímicos de su mamá. También es bueno adecuar el tono de voz al estado anímico del bebé. Si está contento, el habla de la mamá expresará esos sentimientos. Si está cansado, usará palabras lentas y tranquilizadoras.
En cuanto empieza a vocalizar y balbucear, es importante repetir los sonidos y tonos que usa. Y, aunque sea pequeño y no entienda, se le pueden leer libros mostrándole los dibujos y las imágenes.
En todos estos "juegos", es fundamental no perder la espontaneidad, el instinto y el amor. No lo favorece si la mamá transforma este "diálogo" en una clase de lenguaje.
Por otra parte, la fonoaudióloga Grisela Geuse, en la revista Mamando de FUNDALAM, se refiere a la relación entre la lactancia natural y el lenguaje. "La lactancia interviene en el desarrollo del lenguaje hablado porque participan los mismos órganos que se van preparando para realizar los gestos correctos frente a actos fonoarticulatorios y deglutorios más complejos a medida que el bebé crece. Durante la lactancia materna, el bebé realiza un juego bucal con movimientos coordinados de los músculos de los labios y de la lengua que favorece la realización de los futuros movimientos con fines comunicativos", asegura.
De todas formas e independientemente de la manera en que se alimente el bebé, existen algunas pautas para estimular su lenguaje:
- Hablar en forma natural.
- No ser repetitiva. Por ejemplo: "esto es una pelota...pelota".
- Usar un tono adecuado.
- No repetir sus frases mal pronunciadas, pero dejar que las pronuncie.
- Evitar corregirlo. El lenguaje es un aprendizaje y, hasta los 5 a 6 años, los errores de pronunciación son naturales y se corrigen solos.
- Mirarlo a la cara cuando se le habla.
- Estimular la audición con sonajeros o cualquier cosa que haga ruido.
- Ponerle música.
- Evitar forzarlo a hablar. Debe ser algo placentero y no una actividad para que haga quedar bien en sociedad.
- Respetar su ritmo de aprendizaje.
Y, falta el último ingrediente: el amor. De ahí, surgirá la necesidad de comunicarse con el hijo y hablarle natural y constantemente. Cualquier persona estaría de acuerdo en que no existe mejor estímulo.
A veces, al cumplir un año también se acentúa un tema que, si no es manejado a tiempo, puede transformarse en algo ríspido y causar tensiones: cómo limitar el papel de abuelos y tíos. Cómo "ubicarlos" respetando ese enamoramiento que sienten hacia el bebé. Cómo evitar que, inconscientemente, invadan terrenos ajenos e interfieran en la manera en que los padres eligen educar a su hijo.
La licenciada Marta Maglio de Martín, presidente de FUNDALAM (Fundación Lactancia y Maternidad) y especialista en temas de crianza, brinda algunos consejos para abuelos y señala que, a veces, la falta de objetividad de éstos, se justifica ampliamente. Justamente están los padres para calmarlos y demostrar que sus nietos son iguales a cualquier otro chico. "Preguntar en qué podemos ser útiles y ayudar, evitar juicios e interpretaciones, saber que nuestras experiencias, a veces, no son útiles para nuestros hijos, estar a disposición y aceptar la educación llevada adelante por nuestros hijos -dice Marta Maglio de Martín- son algunas cosas que podemos hacer los abuelos".
Se trata de un aprendizaje para padres y abuelos, sobre todo ante la llegada del primer nieto. Con amor y cariño, cada uno sabrá guardar su lugar, respetando el papel que cumple el otro, sin querer suplirlo ni reemplazarlo y sabiendo que, por algo, a ese bebé le tocaron determinados padres y determinados abuelos. El mismo tendrá su propia historia y se enriquecerá con el amor, tiempo y dedicación que le den sus papás, abuelos y tíos.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp