Quizás un año en la historia de la humanidad sea poco. Sin embargo, para una mamá que ve crecer a su bebé, esos 12 meses son un tesoro valiosísimo.
En ese primer año de vida, el niño crecerá como nunca y a un ritmo que no podrá igualar durante el resto de su vida.
Algunos hitos quedan grabados para siempre en el recuerdo de esa mamá -las más organizadas incluso los anotan- : la bajada de la leche, la primera vez que se prendió al pecho, el primer provechito, la primera papilla, el duelo de "sacarlo de la habitación", la primera vez que durmió toda la noche, la primera sonrisa, la primera vez que le salió un diente, el comienzo del gateo, los primeros pasos. Todos estos primeros hitos producen emoción y alegría.
Compartimos con algunas mamás el recuerdo de tan gratos momentos.
"No puedo creer que ya pasó un año", dice María Castro al ver a su beba de 12 meses. "En realidad, cómo es la menor de cuatro, no sé si quiero que crezca. Para mí sigue siendo una beba, pero cuando veo a un recién nacido me doy cuenta de que creció y que es bueno que lo haga. Realmente la disfruté y la disfruto un montón", resume.
"Yo tenía ansiedad con el caminar", comenta Cecilia Veca. "Y la verdad es que Félix recién empezó a dar sus primeros pasos hace pocos días, al cumplir el año y 3 meses. Eso sí, ahora no lo para nadie. Además, habla un montón". Su primera palabra: "Coca", cuenta que dijo su bebé mientras miraba una botella de la popular gaseosa.
"Yo anoto todo. Tengo cuadernos de mis cuatro hijos desde que nacen hasta los 2 años. Y ahora que son un poco más grandes, se divierten leyendo las cosas que hacían", relata Inés Valleja. "Allí hay de todo: enfermedades, salidas de dientes y anécdotas graciosas" sintetiza.
"Male ya cumplió 11 meses y recién ahora le agarró la angustia del octavo mes. A mí me parecía cuento chino pero la verdad es que es cierto: si no me ve o escucha llora y se tranquiliza apenas aparezco", afirma Guadalupe Rey.
"Hace poco, por primera vez, Fran (11 meses) durmió en la casa de mis padres. Y la verdad es que tuve sentimientos encontrados: la felicidad de dormir hasta tarde pero también lo extrañamos un montón. Igual sé que está en excelentes manos", dice Josefina Macad.
El primer año de vida es único. Ese bebito frágil pasa a ser un bebote robusto y regordete, que ya sabe lo que quiere y, a su manera, lo puede expresar. La mamá tuvo 12 meses para decodificar lo que le pasa y, de inmediato, se da cuenta de si es algún diente, la siesta, calor, frío o ganas de estar con ella. Atrás quedaron esos sentimientos de "llora, llora y todavía no sé que le pasa". Prácticamente puede comer de todo y resulta divertido ver las caras que pone al probar algo nuevo. Se divierte, juega, toca todo y sabe comprar a quienes lo rodean. Quizás las mamás extrañen cosas del recién nacido, como por ejemplo Patricia Del Oro, afirma que los bebés chiquitos la "vuelven loca". "Congelaría el primer mes y nada me gustaba más que cuando se quedaba dormida sobre mi regazo", dice respecto a Jacinta, su hija de 18 meses.
Ver crecer a un bebé, ser testigo de sus logros, incentivarlo, estimularlo, respetando sus tiempos y maneras peculiares, cantarle canciones, abrazarlo, mimarlo, educarlo, afianzan y reafirman la maternidad de una mujer. Una maternidad que es motivo de orgullo y plenitud.