¿Le gustará la lectura? ¿Será bueno para el dibujo? Tal vez pinte como su madre o juegue a la pelota como el papá, o quizá adore hacer construcciones. Este tipo de proyecciones personales son habituales en los papás y muestran el cariño con el que desean acompañar un crecimiento feliz. Desde el principio los papás suelen imaginarle un futuro a su bebé, aunque sea de manera inconsciente, algo que se detecta, por ejemplo, en el tipo de juguetes que eligen para acercarle. Amelia recuerda lo que sucedió cuando tuvo su primer bebé: “Mi marido y yo habíamos comprado un juego didáctico súper complejo, con luces, sonidos, objetos de distintas texturas... y nos imaginábamos la cara de satisfacción y sorpresa de Josefina, nuestra hija, cuando lo viera. Ansioso, mi marido lo trajo al Sanatorio. Jose, con sus tres días de vida, ni miró las luces; ¡simplemente, se quedó dormida!”
Aquí también valen, como siempre, las buenas intenciones, y aunque cualquier circunstancia resulta útil para estimular en el bebé aquellas habilidades que la mamá o el papá valoren mejor, conviene recordar que no pueden esperarse todas las reacciones en el mismo momento. Los recién nacidos duermen gran cantidad de horas y se cansan fácilmente: para ellos, mirar a su mamá y recibir un baño son grandes “ejercicios”. Y habrá que esperar más de dos meses para que el bebé tome juguetes con sus manos. O seis meses para que se siente y consiga manipular desde esa posición alguna tecla. Pero, además de considerar las etapas adecuadas, lo importante es saber que no es bueno sobreestimular al bebé. Además de cansarlo, esto puede volverlo ansioso, demandante e irritarlo.
Tocar los deditos del bebé y acercarle objetos parece algo menor, pero lo cierto es que con el tiempo esto favorecerá que pueda dominar muchas habilidades esenciales como comer con su propia mano, cepillarse los dientes o atarse los zapatos. Estas capacidades motrices se desarrollan antes si se les dan a los niños amplias ocasiones de usar sus manos, manipular objetos, tocar, explorar y experimentar. No se trata sólo de juguetes, sino de jugar: con su mano, a dar palmaditas, cantarle canciones que involucren sus deditos, etc.
Además, es muy importante considerar las habilidades sociales, que pueden desarrollarse mejor si desde pequeños los chicos se acostumbran al contacto con otros niños y con adultos. Enseñarle al bebé reacciones sencillas como el “hola” o “chau” con la manito (a partir del quinto mes), o tirar besitos (más adelante) es una forma de ayudarlo a encontrar códigos para comunicarse y socializarse. Aunque todavía el bebé no pueda hacerlo por sí mismo, es bueno mostrarle estas actitudes desde el propio ejemplo.
Otro tipo de estímulos desarrollan la comprensión del bebé, algo que sucede en su cabecita desde muy temprano, ante cada cosa que percibe. Por ejemplo, asociar las palabras “mamá”, “papá” o el nombre de los hermanos cada vez que éstos están frente al bebé, es una forma de ayudarlo a relacionar palabras e imágenes. El “no”, el “chau” son otras palabras que va incorporando y entendiendo en su significado, al establecer las asociaciones con la situación en que aparecen. Aun cuando no parezca evidente, el bebé está desarrollando habilidades fundamentales, como la memoria o la lógica de causa y efecto, como sucede al esconder un objeto bajo una manta y dejar que él lo busque. Algo importante para desarrollar habilidades intelectuales es estimular la curiosidad y creatividad del bebé, dejándolo explorar, aunque esto signifique permitir que llene su mano de comida o que estruje una esponja llena de espuma.
Con respecto a las habilidades lingüísticas, hay que tener en cuenta de qué manera hablarle al bebé. Lo importante es hacerlo desde el primer momento. Aunque él no entienda las palabras, sí entiende el tono y reconoce la voz, lo que le permite darle un significado al sonido que escucha. Hablarle despacio, recalcando las palabras con expresividad y haciendo pausas son formas de empezar a incorporar significados a los sonidos que escucha familiarmente, lo mismo que nombrar los objetos y acciones que se van experimentando, por ejemplo: “ahora ponemos el pañal”. Además, los bebés adoran que les canten y, si son las mismas pocas canciones conocidas, mejor.
En definitiva, estimular al bebé no es una tarea que se realiza como ejercicio sino naturalmente y sin que los papás se den cuenta siquiera. Si el cariño domina la relación entre ellos, más fácil será tener al bebé atento para captar todo lo que le llegue de ellos y conservarlo. Lo importante es respetar sus tiempos y saber que, si bien los juguetes facilitan la tarea a los papás, no son la única manera de desarrollar las capacidades de su hijo. Cada juego, cada contacto con el bebé promueve tipos de habilidades específicas y todas ellas serán necesarias para sus días futuros, en distintos aspectos de su vida. Por eso, el amor puesto en cada forma de comunicarse con el bebé es una garantía de que está recibiendo el mejor estímulo.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp