La mamá acaba de dar a luz a un bebé precioso y, con el correr de los días, todo el mundo está extasiado. Todo el mundo, menos ella. ¿Cómo se explica este sentimiento de tristeza cuando se supone que por fin tiene aquello que tanto anhelaba?
La angustia, tristeza o depresión posparto es una experiencia individual, pero se calcula que al menos el 70% de las mamás recientes la padecen. Se trata de una especie de depresión suave y más breve que la común, pero que las hace sentir desdichadas doblemente, porque a la causa real -que es sobre todo hormonal- se añade el conflicto de sentir tristeza cuando se supone que se debería estar felices -y mostrar que lo están-. No es sencillo para ninguna mamá asumir estos sentimientos y decirle a sus familiares que no se siente contenta, o que se siente rara.
La depresión o tristeza posparto provoca un decaimiento en el ánimo que sobreviene luego de la euforia del parto, el que ha dejado en la mamá cansancio físico, tensión psicológica y preocupaciones también (miedo al parto, temor por si le pasa algo al bebé o a ella, sobre todo si se tienen otros chicos, incertidumbre). Por eso, en gran medida, el nivel de decaimiento dependerá de cuánta emoción se ponga en juego en esa transición tan significativa y radical que es el parto: en pocas horas la vida da un giro y se produce un cambio que involucra a la mamá existencialmente. Otro de los factores causales es el descenso en los niveles de estrógeno y progesterona que se produce luego del parto.
Pero, no todas las mujeres lo viven de la misma manera. Cecilia, por ejemplo, relata que cuando fue a tener su primer bebé creía que tenía todo bajo control por el simple hecho de haber previsto cada detalle para el parto y para después. "Tenía todo organizado: mi hermana sería mi acompañante, tendría una persona para ayudar con la casa, había anticipado las compras del mes. Pero lo que no había previsto era la desesperación de no poder calmar el llanto del bebé, y una noche, ¡me tiré a llorar en la cama junto a él! Le dije a mi marido: se va él o me voy yo. Hoy me río, pero la experiencia me sirve para comprender a muchas amigas que no se animan a contar que sienten lo mismo." Es que la depresión post parto, que se presenta unos días o una semana después de dar a luz, no significa sólo sensación de tristeza, sino también de irritabilidad, ganas de llorar, inquietud y ansiedad. Generalmente, dura unas dos semanas; pero algunas veces puede llegar a extenderse mucho más, y conviene buscar ayuda si la mamá se siente realmente angustiada y sola. Este tipo de depresión extendida incluye síntomas como ansiedad, desinterés en casi todo, dificultad para concentrarse, insomnio, sentimiento de culpa excesivo, y hasta aceleraciones cardíacas y confusión.
Tomarse un respiro y descansar
Los terapeutas recomiendan, en todos los casos, que la mamá descanse, pues la tristeza está muchas veces asociada a un estado de agotamiento extremo. Después de la conmoción del parto, muchas veces hay dolores, ardores, las mamas hinchadas o dificultad para lograr la lactancia ideal, molestias musculares que continúan aunque el peso haya disminuido, entre otras situaciones. "Para mí, lo más duro fue la sensación de pérdida de libertad: no poder ni ir al baño sola al principio -por la cesárea-, no poder alejarme más de una hora por darle el pecho a mi bebé, todo eso se me hacía muy duro en comparación con mi añorada independencia previa. Cuando tuve mi hija, en el segundo parto, todo eso ya era algo conocido; y, en cambio, mis angustias se concentraron en otras preocupaciones." Sin duda, todos los desarreglos hormonales que tienen lugar en las horas posteriores al parto no dejan a la mujer inmune ante los cambios. Es ella y su organismo, además del bebé, el marido, la casa, los familiares y hasta, a veces, algunas responsabilidades laborales.
El apoyo de la pareja: fundamental
Por eso, es saludable dejar afuera asuntos que pueden esperar o que no determinan lo más importante que se tiene entre manos cuando se emprende el camino de la maternidad. Una forma de hacerle frente a la angustia es compartirla y tener el apoyo receptivo del papá; si él y la mamá están informados de antemano sobre los sentimientos que pueden venir después del parto, podrán enfrentarlos con mejor humor, sin sorpresas que los dejen desorientados. Cuando el papá no sabe qué sucede, no comprende los cambios de humor de su mujer, él mismo se siente perdido y puede incluso creerse incompetente para ayudar con el bebé. Algo fundamental es que el papá no juzgue a la mamá por lo que ella siente o por cómo reacciona en este período y que sea comprensivo y paciente.
Otra forma de sobrellevar esta etapa y lograr que dure lo menos posible es que la mamá sea comprensiva consigo misma y no se castigue por sentir como siente. Algunos consejos incluyen: descansar, durmiendo cada vez que el bebé lo hace; salir a caminar al sol, sola o con el cochecito del bebé; simplificar las rutinas cotidianas, resistiendo la tentación de ponerse a limpiar o adelantar tareas cuando el bebé está tranquilo; compartir los sentimientos con otras mamás o contándole al obstetra lo que le pasa.
También es bueno saber que no es "obligatorio" tener depresión o tristeza posparto, ya que la misma no se presenta en todos los casos. Como cada mujer es única y especial, las mamás que no han padecido estos síntomas de tristeza, no deberían temer un derrumbe emocional posterior al parto.
En todos los casos, la buena noticia es que esta tristeza dura un tiempo acotado y está por partir, pero el bebé queda para enseñar que ser mamás, aunque no es tarea fácil, es una de las cosas más importantes que se le han confiado al género femenino. El tiempo, que en cuestión de bebés pasa más rápidamente de lo que las mamás se imaginan, les mostrará con orgullo cómo salen adelante en esa y en mil situaciones más que las hacen crecer.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp.