“Los chicos no juegan para entretenerse.” ¿Cómo? A primera vista, esta afirmación parece mentira. Pero es real. Para los niños pequeños, el objetivo de jugar no es la diversión, sino algo mucho más relevante y trascendente: conocer y comprender ese complejo mundo en el que viven. El juego de la “la mamá y el papá”, por ejemplo, no es más que un modo de aprehender lo que es una familia y descubrir el significado de las relaciones padre-hijo o entre hermanos.
Además de cumplir esta importante función, el juego ayuda a desarrollar los cinco sentidos y fomenta la fantasía, la creatividad y la sociabilidad. Jugar, entonces, es una actividad imprescindible para un buen desarrollo físico y psíquico del niño.
A partir del año, los chicos empiezan a manifestar notables preferencias por determinados juguetes. Y ese muñeco de trapo que era blanco pero hoy es gris, al que le falta un ojo y le sobran los parches y remiendos, de pronto se convierte en el favorito.
- Tanto para chicas como para chicos, los muñecos y peluches son los primeros amigos (un secreto para mantener higiénicos los de franela: antes de que los comiencen a usar, dejarlos durante 24 horas en el congelador).
- También infaltables: cajas y cubos de distintos tamaños. Para los más chicos, son algo mágico y mientras tratan de encajar uno dentro de otro, aprenden leyes físicas, desarrollan pequeños razonamientos y comienzan a adquirir destreza manual.
- Los juegos de construcción también ayudan a pensar y son excelentes para integrar a todos los hermanos: mientras que los mayores edifican barcos y altas torres, el pequeño formará calles para sus autitos.
“Lucas y Clara se llevan tres años. Cuando la menor tenía un año y medio empezó a querer involucrarse en los juegos de su hermano. Cada vez que Lucas se ponía a armar sus construcciones de ladrillos, por ejemplo, ella pretendía ayudarlo y, lógicamente, le rompía todo. Lucas me decía: ‘mamá, en esta casa no se puede jugar’, y se iba a otro lado, escapándose de su hermana. Por un tiempo fue así, hasta que los dos crecieron un poco y empezaron a descubrir que se podían divertir juntos. Ella, con tal de estar cerca de su ‘ídolo’, hacía lo que él quería y él disfrutaba mucho el papel de ‘jefe’ del juego. ¡Y a mí me cambió la vida!”,cuenta Alejandra, de Santa Rosa.
También a partir de los 18 meses empiezan a pedir lápices y papel para sus garabatos, imitando a los mayores. Todavía no tienen la habilidad para sostener un pincel o un crayón, pero pintar con los dedos es una excelente opción. Existe una gran oferta de pintura para "dáctilo", como las maestras jardineras suelen llamar a esta actividad.
Hoy la oferta de juguetes es inmensa … A quienes pasaron su infancia entre ladrillos y plastilina, les resulta increíble que el juguete más deseado sea un personaje intergaláctico con la asombrosa habilidad de disparar su propia lengua, por ejemplo.
Ante una oferta abrumadora, algunos consejos de sentido común. En primer lugar, hay que evitar comprarlos para satisfacer un capricho o como premio o para “comprar” el amor de los hijos. Excesiva cantidad de juguetes, no logran que el niño les preste atención. Aunque hasta los dos años es difícil que un bebé preste los juguetes a sus hermanos, el valor de compartir debe estar presente desde siempre.
A medida que crece, y desde que es chiquito, es importante acostumbrarlo a que los juguetes cambian. Se puede ir regalando los que ya no use, pero siempre con su consentimiento y tratando de que entienda que así permite que otros chicos jueguen también.
Pero no todos los juegos son juguetes: existe otro tipo de juegos, ideales para que los padres se vinculen con sus hijos. La mayoría de los chicos adora girar por el aire, galopar como un caballito y hamacarse. Esta preferencia tiene una explicación neurológica: estas actividades contribuyen su desarrollo e instintivamente los chicos lo saben.
Algunos juegos adecuados durante los dos primeros años de vida son: mecerlos o hamacarlos, bailar con música suave, jugar a la sillita de oro, “arre caballito” y astronauta.
Con o sin juguetes; solos o acompañados: todos los chicos necesitan jugar para crecer. Los momentos que un chico pasa jugando son, sin duda, tiempos privilegiados de desarrollo y maduración.
Recomendaciones de seguridad para elegir juguetes:
A la hora de elegir un juguete para un niño menor de 3 años, la Sociedad Argentina de Pediatría recomienda una serie de medidas de prevención, para evitar asfixias y atragantamientos:
- Los juguetes y sus partes desarmables no deben ser pequeños. Los niños a esta edad suelen llevarse todo a la boca.
- Dejar fuera del alcance de los niños todos los objetos que midan menos de 5 milímetros.
- Comprobar que los juguetes no tengan partes que puedan desprenderse (ojos, nariz, pilas, botones, perillas, etc.)
- Los juguetes que tengan sabores o perfumes no deben ser pequeños.
- Los muñecos y animales de peluche deben poseer costuras firmes y la felpa debe ser corta.
- Las manijas deben tener un largo adecuado, que no permita que el niño se las pueda poner en la garganta.
- Hay que retirar los juguetes de la cuna o la cama cuando los niños duermen.
Juguetes recomendados por edad:
0 a 3 meses:
- Móviles de colores o figuras.
- Juguetes blandos que produzcan sonidos suaves.
- Espejos irrompibles para colocar al lado de la cuna.
- Sonajeros musicales blandos.
- Mantas de estimulación (también conocidas como "gimnasios").
4 a 7 meses:
- Pelotas blandas que hagan ruido.
- Música.
- Libros de tela.
8 meses a 1 año:
- Juguetes de encastre o para apilar (torres, bloques blandos).
- Cubos y tazas.
- Juguetes flotadores para el baño.
- Títeres de animales.
- Libros.
Desde los 2 años:
- Camiones y autitos.
- Carros de supermercado, cajas registradoras.
- Cochecitos de bebé, bañaderitas de bebé con accesorios.
- Juegos de doctor, veterinario, de la granja.
- Elementos similares a los que usan los adultos: plancha, escoba, microondas, herramientas.
- Disfraces.