En la vida de un bebé, todo aquello que en un momento lo ayudó a crecer, también cumple su ciclo y hay que saber cuándo es prudente abandonarlo. Este es el caso del chupete, cuyo uso muchas veces suele prolongarse largo tiempo simplemente por costumbre.
La edad promedio en la que un chico abandona por su propia voluntad el chupete es entre los dos y los cuatro años. Sin embargo, los especialistas coinciden en que es preferible que lo deje cerca de los dos.
La doctora Liliana Levin explica: "Los chicos que usan chupetes durante mucho tiempo suelen tener un tipo de mordida “abierta” que desaparece al suspender el estímulo, siempre que tenga todavía los dientes de leche. Si el hábito persiste luego de la erupción de los dientes permanentes, este tipo de mordida se instala y habrá que corregirla con algún tipo de tratamiento ortodóncico".
Aunque sea emocionalmente difícil obligar a un bebé a abandonar el chupete contra su voluntad y parezca que uno lo “hace sufrir”, es conveniente tener presente que es en pos de un bien mayor.
Despedirse de un amigo fiel
El chupete suele ser el primer regalo que recibe un bebé y a partir de ahí, se convierte en un elemento de su cotidianeidad. Es normal que al principio el recién nacido lo rechace, aunque luego lo acepte placenteramente, puesto que la succión lo remite al acto de mamar.
El gran problema surge en el momento de despedirse de este “amigo”. María –mamá de Joaquín, de tres años– sabe lo que es una lucha cuerpo a cuerpo para que su hijo abandonara el chupete. “De recién nacido ya le encantaba el chupete, aunque tomara la teta. Daba gusto verlo succionar con tanto placer y comprobar cómo se calmaba con la satisfacción de este reflejo. Cuando cumplió dos años, con mi marido emprendimos la tarea de que dejara el chupete por recomendación del pediatra –recuerda–. Nos llevó casi seis meses y algunas noches en vela.”
Los pediatras recomiendan que esto suceda antes de que el bebé deje los pañales. Adicionalmente suelen sugerir que jamás se le pida al chico que abandone las dos cosas juntas. Es un proceso que lleva tiempo: el chupete no tiene que desaparecer de un día para el otro.
Algunos consejos útiles para facilitar el proceso:
- Reducir poco a poco los ratos que usa el chupete hasta lograr que sólo lo use de noche para dormir.
- Festejar cada logro en dirección a dejar el chupete, aunque sea mínimo, para que sienta que su esfuerzo está siendo valorado.
- Explicarle a manera de cuento que ya es grande para usar chupete. De esta manera no lo tomará como una pérdida, sino que será el fin natural de una etapa para pasar a otra.
- Si ya no usa más chupete, asegurarse de hacer desaparecer todos los chupetes de la casa, porque si encuentra alguno es posible que vuelva a usarlo.
- Papás y mamás ¡paciencia! Es un estadio más en el crecimiento de un hijo y hay que saber acompañarlo comprensivamente. Hay que vigilar y tener cuidado de que al dejar el chupete no adquiera el hábito de chuparse el dedo.
Chuparse el dedo para controlar la ansiedad
Un apartado especial merece el tema de los chicos que se chupan el dedo. Hay que tener presente que si un niño lo hace, es porque busca calmar su ansiedad, porque está aburrido, porque lo ayuda a conciliar el sueño, porque lo tranquiliza en períodos de cambios, como el ingreso al jardín, o simplemente porque esto lo reconforta. Probablemente lo hiciera dentro de la panza de su mamá y sea un hábito incorporado.
Los especialistas de Mamashelp, basados en los Anales Españoles de Pediatría , explican: “ Si bien en un principio se consideró que la succión del pulgar se asociaba a mayor número de deformidades dentarias, en la actualidad algunos opinan que éstas se observan con igual frecuencia en niños que usan el chupete, incluso modelos ortodóncicos. El pulgar, a diferencia del chupete, no se "pierde" durante la noche ni se cae continuamente al suelo (no se contamina). Por último, la succión del pulgar es regulada por el niño, quien decide cuándo desea succionar y aprende a tranquilizarse él solo. Este hecho, que se apunta como gran ventaja, se convierte en inconveniente para abandonar los hábitos de succión no nutritiva, pues no permite una intervención directa de los padres. Es por dicho motivo que creemos preferible la utilización del chupete en los casos en donde el niño lo acepte”.
La doctora Levin coincide: “El hábito de chuparse el dedo trae las mismas consecuencias que el chupete, sólo que es más difícil de erradicar porque el dedo los chicos ‘lo traen puesto’. Muchas veces cuando este hábito persiste en el tiempo es conveniente la consulta al profesional indicado –el odontopediatra– para que los ayude a erradicarlo”.
Conviene que los padres presten atención a la fuerza con la que el niño succiona, porque ésa es la clave para saber si le producirá trastornos. De comprobar que la succión es vigorosa y que el chico hace mucha fuerza, los especialistas recomiendan empezar a eliminar el hábito de chuparse el dedo a partir de los cuatro años.
Tercera opción: la mamadera
La famosa “mamadera de la noche” muchas veces cumple una función similar al chupete o el pulgar.
Es frecuente que a un bebé que ya come sólidos en todas las comidas se lo lleve a la cuna con una última mamadera. En estos casos, esas mamaderas no cumplen una función nutritiva, sino que son fuente de bienestar para el bebé, parte de su ritual para ir a dormir. Sin embargo, este hábito puede perjudicar la salud dental, como explica la doctora Levin: “Una lactancia incorrecta, ya sea con mamadera o pecho puede causar caries en los primeros dientes. Esto ocurre cuando, una vez que están satisfechas las necesidades del bebé, continúa alimentándose pero en forma pasiva. En lugar de tragar el líquido, éste se adhiere a los dientes, particularmente a los anteriores y el azúcar se convierte en ácido. Ocurre lo mismo cuando se endulza el chupete con cualquier elemento que contenga azúcar”.
A modo de transición, se recomienda darle la última mamadera de leche un rato antes de irse a dormir, como para poder lavarle los dientes y las encías antes de que se acueste. “En principio se puede pasar una almohadilla de gasa o unos cepillitos de goma que la mamá se coloca en el dedo, para luego pasar a un cepillo dental adecuado, pequeño y de cerda suave”, explica la especialista. Si el bebé reclama la mamadera, se puede probar permitiendo que la lleve a la cama… pero con agua, que es el único líquido que nunca se convierte en ácido.
Tanto para el abandono del chupete como para dejar el hábito de chuparse el dedo o tomar la mamadera nocturna, los padres deben estar atentos a lo que el bebé siente y transmite. No presionarlo o forzarlo a apurarse puede ser la clave para que la transición se produzca del mejor modo posible.
Fuentes consultadas:
Growing up cavity free, Dr. Stephen Moss, Editorial Quintessence.
Thumb, finger and pacifier habits, American Academy of Pediatric Dentistry.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp.