Lucas comenzó a llorar, como lo hace cada dos horas exactas. Gustavo se levantó lentamente, lo buscó en su cunita y lo llevó, por tercera vez en la noche, junto a Andrea; quien mitad despierta y mitad dormida, le dio de mamar. Gustavo le cambió los pañales al bebé y lo acostó nuevamente, rogando que no se despertara. Lucas recién tiene un mes, pero para sus padres la sensación es que no duermen desde hace un año.
¿Cuándo van a sentirse con energías otra vez? ¿Cuándo Andrea podrá querer estar con su marido, sin sentir que abandona a Lucas? ¿Cuándo Gustavo recuperará energías y perderá el miedo de lastimar a Andrea si tienen relaciones?
El momento del posparto, llamado también puerperio, es tal vez el que presenta mayores desafíos en este sentido. En la familia hay un nuevo integrante que demanda permanentemente atención, aún cuando duerme. Si bien es un momento único de felicidad, también despierta en la madre angustia, temores y dudas. Es que además de tener que cubrir la demanda de su hijo, tiene que lidiar con ella misma y todos los cambios hormonales, de estados de ánimo y corporales.
Los cambios corporales no son menores. El aparato genital, que sufrió grandes exigencias en el embarazo y en el parto, necesita tiempo para sanarse. Durante este proceso, se producen las pérdidas de los loquios, como explica el doctor Ernesto Beruti, del Servicio de Obstetricia del Hospital Universitario Austral : “Durante los primeros 3 o 4 días, los loquios son de un color rojo brillante. Luego disminuyen en cantidad y van tomando una coloración rosada o marrón, para finalmente tornarse amarillentos o incoloros”. Esta pérdida de color es señal de que los tejidos están sanando.
El tiempo de recuperación de cada mujer depende de sus características personales, la historia del desarrollo del embarazo, el parto mismo, la lactancia y cuán emocionalmente contenida se sienta. La mayor parte de los cambios anatómicos y fisiológicos ocurren entre las seis y las ocho semanas posteriores al parto, donde la mujer regresa al estado pregestacional.
Es el médico ginecólogo quien podrá evaluar si la recuperación física es óptima como para reiniciar la actividad sexual.
Sin embargo, la recuperación física de la mujer no basta. Desde lo emocional, ella debe sentirse segura y sin miedos respecto a posibles heridas en el momento de la relación sexual, aceptar los cambios que aún se notan en su cuerpo y estar bien predispuesta anímicamente. Respecto del hombre, es importante que se sienta seguro respecto de la contención emocional y física que pueda darle a su mujer y que no tenga temores a lastimarla. Y un requisito importante para los dos –que por un tiempo parecerá imposible– es que sientan que tienen la energía disponible.
Pero todo llega, y poco a poco entre los dos irán encontrando los momentos y los modos para recuperar su intimidad matrimonial, adaptada a su nueva realidad
Nota supervisada por la Lic. Marcela Antebi