La actividad sexual en el embarazo es un tema que despierta la atención de todas las futuras madres, especialmente las que lo son por primera vez. Existe, por un lado, una gran desinformación que lleva a muchos matrimonios a interrumpir su actividad sexual por temor a dañar al bebé o a la madre. Y por el otro lado, muchos, aunque informados sobre el tema, encuentran difícil expresar su deseo sexual durante esta etapa.
Para empezar, sirve desterrar un mito: la actividad sexual durante un embarazo normal no es peligrosa. Como explican los especialistas del Hospital Pedro De Elizalde: “La actividad sexual puede mantenerse durante todo el embarazo, ya que no produce ningún daño en el niño, al contrario, es una manifestación del amor de sus padres. Debe tenerse en cuenta que en el final del embarazo hay que adoptar posiciones que no compriman el abdomen. Cuando exista un embarazo de alto riesgo se evitarán las relaciones sexuales por indicación médica”. Las circunstancias médicas que fuerzan la interrupción de la actividad sexual son: antecedentes de parto prematuro, sangrado o fuertes contracciones después de la relación sexual, signos de fisura de membranas o rompimiento de saco, útero hipertónico y después de algunos exámenes de diagnóstico que así lo requieran.
Paula, madre de tres hijos, cuenta su experiencia: “Sinceramente, los primeros tres meses de embarazo ni me planteaba la idea, de tan mal que me sentía. Y en el último trimestre, me sentía tan grande e incómoda, que tampoco tuvimos relaciones. En el segundo, en cambio, nos sirvió mucho retomar y cuidar esos momentos de intimidad”.
Siguiendo con los mitos, existe la idea de que a partir de las 30 ó 33 semanas de gestación no se deben tener relaciones sexuales. Esto es tan erróneo como pensar que éstas puedan provocar un trabajo de parto prematuramente, una ruptura de membranas o infecciones en el bebé.
Éste es, sin duda, un tema que conviene conversar con el obstetra. Y mucho mejor aún si está presente el padre, pues suele sentir temores con respecto a este tema y le servirá escucharlo directamente de boca del profesional de confianza. Habitualmente los hombres tienen miedo a causar daños al bebé o a la mujer y a una disminución del deseo de su mujer hacia él, por estar demasiado centrada en el bebé. Las mujeres comparten estos temores, pensando muchas veces que sus cambios corporales les restarán atractivo sexual.
“Creo que vivimos bien el tema porque, además de consultar al obstetra para sacarnos las dudas, siempre conversamos sobre nuestros miedos e inseguridades y así lo vivimos como algo natural”, agrega Paula. Una buena comunicación, en la que cada uno pueda expresar libremente sus sentimientos y escuchar respetuosamente al otro, logra superar los temores y abre la puerta para vivir plenamente esta nueva etapa en la sexualidad compartida.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp