¿Por Qué Me Siento Sola?

Durante nueve meses, hombres y mujeres esperan lo mismo, pero de una manera muy diferente. ¿Por qué muchas veces la mujer se siente sola? ¿Por qué al hombre le cuesta involucrarse? La licenciada Paula Martínez Tenreiro analiza las causas de esta situación.

 

 

 

Juliana necesitaba un abrazo. Cuando Martín llegó de trabajar, besó a su mujer, suavemente acarició la panza de seis meses, y le preguntó cómo le había ido. “Bien”, respondió ella, con su mejor cara de “necesito un abrazo”. Él la besó nuevamente y se retiró al cuarto a cambiarse.  Ella se quedó sentada en el sillón, sintiéndose sola e incomprendida. 

 

“¿Quién entiende a las mujeres?”, se preguntan los hombres. “Cuando dicen ‘nada’, seguro les pasa algo; cuando dicen no, en realidad quieren decir sí; y cuando dicen ‘andá, no hay problema’, en realidad quieren que nos quedemos”. Más allá de las bromas y las anécdotas, existen grandes diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a sus maneras de expresarse y resolver sus problemas. Si esto es real en la vida cotidiana, mucho más durante esos nueve meses en los que los dos esperan lo mismo, pero de una manera tan diferente. 

 

Hace no tantos años, los roles del hombre y de la mujer estaban muy claros y definidos: él sale a trabajar y ella se queda en casa, criando a los hijos. Paula Martínez Tenreiro, licenciada en Psicología y directora de Gestando, explica cómo ha cambiado esto: “Las mujeres tienen un mandato ancestral que les dice que tienen que ser madres abnegadas y que la crianza de un hijo es su responsabilidad. Esto se contradice con otro modelo, que ya está instalado, de la mujer que trabaja y es activa fuera del hogar. Los hombres, por su parte, antes tenían muy claro su papel de proveedor económico y sostén de la familia. Hoy, en cambio, muchos de ellos participan activamente en la crianza de los hijos”. Así, ellos y ellas están poniendo en práctica papeles que no vieron representados en sus familias de origen, y este proceso ha sido muy rápido: hoy, los hombres se dedican entre un  20 y un 30 por ciento más a la crianza de los hijos que sus pares de sólo 20 años atrás. 

 

Esta situación de cambio cultural incide sobre las expectativas que la mujer tiene sobre cómo la acompañará su marido en el embarazo y sobre cómo él cree que tiene que contenerla. 

 

“Muchas mujeres se sienten solas e incomprendidas.” Ante esta afirmación, la especialista considera que lo peor que se puede hacer es victimizar a la mujer  o recargar las tintas sobre el marido. “Muchas veces, la mujer durante el embarazo demanda la presencia del hombre, pero cuando él se acerca, tampoco le da el espacio –señala–. Puede pasar que a veces ella no sepa transmitirle qué es lo que necesita porque a veces los códigos de comunicación del hombre y la mujer son distintos. Quizás esa sensación de soledad se puede solucionar con una charla, en la que ella especifique qué espera. En general la incomprensión parte de algo tan simple como esto.”

 


 

Conocer los mecanismos del otro


Las dificultades para conversar también tienen que ver con la forma en la que hombres y mujeres resuelven sus problemas. “Si ella tiene un problema, necesita hablar y contarlo. Cuando habla con otra mujer, su interlocutora sabe que probablemente sólo necesita que la escuchen. Pero el hombre generalmente no lo decodifica como una mera descarga, sino que piensa que le está pidiendo que solucione todos los problemas que escuchó”, detalla la licenciada Martínez Tenreiro. La reacción del hombre ante un problema suele ser la opuesta: aislarse a pensar hasta encontrar una solución. “Cuando el hombre ‘se va a su cueva’, si la mujer insiste y lo persigue con preguntas, no va a lograr nada”, explica la especialista. En la medida en que los dos puedan entender el mecanismo del otro, el encuentro será más rico, el espacio de diálogo estará más abierto y la solución aparecerá de una manera mucho más simple: quizás una invitación a cenar, un abrazo o un piropo basten. 

 

El deseo de los padres de vivir de cerca el embarazo a veces se superpone con un sistema de salud que no ha logrado adaptarse a los cambios. A la hora de elegir los profesionales y las instituciones para el embarazo, el nacimiento y la crianza, es importante que los futuros padres se cercioren de que el futuro papá podrá participar tanto como quiera.

 

¿Y cuando el padre realmente no se involucra en el embarazo? “En los casos en los que el hombre no se involucra, la idea es la misma que en todos los casos, y es que cada mujer pueda rescatar los recursos que ella tiene para atravesar este proceso y de esta manera asuma un rol activo en lugar de ubicarse en la posición de víctima”, responde la especialista. 

 

En estos nueve meses de espera, las grandes diferencias entre hombres y mujeres pueden transformarse en barreras. Pero con comprensión mutua, empatía y entrega, esas mismas diferencias se complementarán para seguir construyendo una base firme para la familia que crece.

 

 

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