Motricidad gruesa: Ya camina, corre, trepa y salta con naturalidad. Ahora descubre una nueva posibilidad para los juegos al aire libre: la pelota. Antes sólo podía hacerla rodar al ras del piso; ahora, es capaz de arrojarla hacia arriba con las manos.
Persona social: Ya tiene una noción básica de los comportamientos y estándares adultos. Al entender –aunque sea un poco– cómo funciona el mundo adulto, también es capaz de darse cuenta cuando algo rompe la tranquilizadora rutina de un hábito.
Comunicación: A medida que distingue que las personas no son todas iguales, comienza a entablar con cada una un tipo de comunicación diferente. Usa diferentes palabras y tonos de voz, según esté hablando con un adulto o con un amiguito de su edad. Incluso utiliza un lenguaje más simple para hablar con un bebé más chico que él mismo.
Motricidad fina: Son ideales para esta edad los juegos de ensartado seriado (de mayor a menor, con cubos o cilindros) y los de encastre, que lo ayudan a desarrollar la motricidad fina y la coordinación viso-motora, al tiempo que aprende a distinguir formas, tamaños y colores.
Por favor, recordá que estos hitos del desarrollo son aproximados, ya que cada niño es único. Ante cualquier duda, te sugerimos que siempre consultes al pediatra.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp