Chuparse el dedo es una costumbre que adoptan algunos chicos para entretenerse, dormirse o apaciguar algún deseo como el hambre, o una molestia, como los dientes en erupción. Este hábito aparece precozmente en los primeros meses de vida. Si no ha surgido de bebé, es muy difícil que comience de más grande.
La succión lo ayuda a desahogar tensión física y emocional, y es también una forma de encontrar consuelo y bienestar. Por eso, si un niño se chupa el dedo, no hay que impedirlo ni interrumpirlo bruscamente. Es completamente natural y, hasta los cuatro años de edad, no hay de qué preocuparse.
El acto de chuparse el dedo es un reflejo normal del niño, asociado con la alimentación. Es una forma común de consolarse o calmarse cuando siente alguna molestia”, explica la Lic. Antolina María Gil , psicopedagoga clínica.
“ Además de la succión, existen otros equivalentes que representan lo mismo: jugar con el pelo, sujetar un juguete o una almohada al dormir o bien succionar una sábana, un trapito o algo similar que él o ella identifique como propios”, afirma.
Precisamente, el chupete existe para evitar la succión del dedo. Sin embargo, en la comunidad médica no hay consenso sobre si es bueno o no usarlo. Un argumento a favor de su uso es que evita que el chico se meta objetos a la boca, con los que puede asfixiarse. También tiene la ventaja de que es más fácil de retirar una vez que el niño crece y, por último, están quienes afirman que produce menos deformación de los dientes y del paladar superior, que la succión del dedo.
“Es común que los chicos decidan por sí solos cuándo dejar el chupete –afirma la licenciada Gil-, acción que identifican como un paso al mundo de los grandes”. La anécdota de María Lía, mamá de Luciana de 4 años, lo confirma. “Hace dos años Luciana se enteró que iba a tener una primita, y un día que mi hermana embarazada estaba en casa le regaló su chupete, como presente para la bebita que estaba por venir. Nunca más lo agarró ”, recuerda.
Abandonar el hábito
A medida que el niño crece, es común que identifique la acción de chuparse el dedo con una mala costumbre, "de nene chiquito", y en general va disminuyendo su uso progresivamente. Sin embargo algunos niños no abandonan esta costumbre, la que en contados casos, se puede mantener hasta la adolescencia
Si bien es cierto que en los primeros años la succión del pulgar no daña el desarrollo dentario, si esta costumbre persiste –y sobre todo si se acompaña de tracción del dedo hacia arriba presionando el paladar– puede deformar seriamente la dentadura. Por eso es recomendable interrumpir el hábito después de los 4 años.
Afortunadamente a esa edad los chicos ya pueden entender que esa costumbre les genera un daño y solos querrán dejarla. “Los padres pueden ayudar a sus hijos tomando el problema como si fuera de ambos y no sólo del chico” aconseja la especialista Gil.
Consejos prácticos para combatir el hábito de chuparse el dedo
Dejar de chuparse el dedo puede ser una actividad que lleve su tiempo y que reclame una buena dosis de voluntad de parte del chico y mucha paciencia de mamá y papá.
Estas son algunas ideas para poner en práctica:
- Hacer registros de cuántas horas pasa sin chuparse el dedo, para luego celebrarlo con él a través de un premio.
- No mencionar los retrocesos en la costumbre. Si se desalienta, hay que reiterarle la confianza en que pronto seguirá avanzando.
- Hacerle notar cuándo se chupa el dedo, sólo si existe un acuerdo previo y sin que ello se interprete como un reto. Es importante no hacerlo delante de otras personas, ya que puede interpretarlo como una ridiculización.
- También, de común acuerdo, se le puede untar el dedo con una sustancia amarga o colocarle un guante, para recordarle que no debe hacerlo, pero siempre como ayuda, nunca como castigo y luego de haber supervisado el tema con su pediatra.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp.