En el proceso de dejar de ser bebés, pocos hitos son más significativos para los chicos como el pasaje de la cuna a la cama. El espacio por excelencia de la infancia temprana se ve reemplazado por el lugar donde duermen “los más grandes”. Si bien algunos chicos encaran el cambio con entusiasmo, son muchos los que lo rechazan y sufren el proceso. Es importante, entonces, que los padres participen activamente en la transición y contengan a sus hijos en el inicio de esta nueva etapa.
El momento de pasar a la cama llega cuando los chicos logran treparse por los barrotes y salir de la cuna sin dificultad. Aunque sólo sea por una cuestión de seguridad, es en esta instancia cuando el cambio se vuelve urgente y fundamental, ya que se corre el riesgo de que se caigan y se lastimen.
Además, el traspaso de ese límite físico es una señal evidente del desafío que ellos mismos se ponen en este incipiente proceso de independencia. El salto de la cuna muestra que tienen otro tipo de autonomía y que buscan explorar nuevos espacios que antes resultaban inaccesibles.
Una vez que se reemplaza la cuna por la cama, entonces, llega el momento de inculcar el nuevo hábito en los chicos. “Es importante que este cambio sea festejado por toda la familia. Se debe vivir como un acontecimiento alegre que representa un paso hacia convertirse en 'mayor'”, sugiere Ana Scaliter, pediatra. Animarlos a que duerman algunas primeras siestas es una buena manera de empezar el proceso, de modo que se acostumbren de a poco al nuevo entorno.
La pediatra también hace énfasis en la importancia de mantener los mismos rituales que preceden al sueño. Leer un cuento, jugar o escuchar música, tal como se hacía en la etapa de la cuna, les dará seguridad y confianza. Advertirán así que el momento de ir a dormir no se modificó del todo.
Los objetos que rodeaban a los chicos en su cuna también deben acompañarlos en el nuevo espacio. Es bueno que los ositos, la manta y cualquier otro juguete que les resulta familiar siga presente a la hora de dormir.
Encarar el cambio de manera divertida también es bueno. Elegir el modelo y el color de la nueva cama es un ritual que los padres pueden compartir con los chicos. La remodelación del cuarto para ubicarla también es una actividad que puede resultar atractiva.
Es importante, además, no obligar a los chicos a hacer el cambio abruptamente. Es frecuente que las madres lo encaren cuando, ante la inminente llegada el segundo hijo, advierten que necesitan la cuna. Los chicos pueden vivir el pasaje en ese momento como una pérdida de territorio y el proceso se volverá más dificultoso y traumático. Un tiempo prudencial de preparación es indispensable. Marina, mamá de Jazmín, cuenta: “Cuando nació mi segundo hijo, decidí pasar a Jazmín a una cama y así dejar la cuna para el bebé. Cuando ella se dio cuenta del motivo del cambio, se sintió totalmente desplazada. El paso fue muy conflictivo y le llevó mucho tiempo adaptarse. Si lo hubiera hecho antes de la llegada de su hermanito, lo habría vivido como un logro de una nena grande”.
En materia de seguridad, es aconsejable que se tomen algunas precauciones durante la etapa de adaptación al nuevo espacio:
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Colocar un colchón en el piso, al lado de la cama, para amortiguar una eventual caída.
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Ubicar un lado de la cama contra una pared para reducir el riesgo de una caída.
- Elegir una cama baja. Se pueden ver modelos con barrote lateral.
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Optar por una cama con cabecera o piecera, de manera que los chicos sientan un límite en alguno de los dos extremos.
Cuando llegue el momento de dar el paso, existe un componente clave para hacerlo menos dificultoso: la comunicación. Si los padres conversan con sus hijos sobre el cambio y estimulan a los chicos a expresar sus miedos y ansiedades respecto de la nueva etapa, el pasaje resultará más armónico y placentero para toda la familia.
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp
¿Qué pasa cuando demoramos el traspaso de la cuna a la cama? Un video de youtube que nos muestra la agilidad de nuestros queridos pequeños.