Transcurrió el embarazo, pasó el parto y llegó la hora de que las madres prosigan el vínculo con sus bebés, pero ahora fuera de la panza. La lactancia es, en este sentido, uno de las maneras más íntimas de conexión con sus hijos. Además de ser la primera fuente de alimento y nutrición para el bebé, constituye un nexo irremplazable para el recién nacido y su madre.
Sin embargo, al momento de empezar a dar de amamantar, es normal que las madres tengan muchas dudas acerca de cuáles son las mejores técnicas y los tiempos más propicios de lactancia. La Fundación Lactancia y Maternidad (FUNDALAM) recomienda las siguientes posturas para dar el pecho:
Clásica: consiste en sostener al bebé frente al pecho como si se lo fuera a acunar. Su boca queda enfrentada al pezón. Es la postura ideal para las primeras semanas de vida, ya que así se logran mamadas provechosas y se evitan problemas de agrietamiento o irritación del pezón.
Inversa: mientras succiona, el cuerpo del bebé queda a un costado del torso de la madre (al revés de la postura clásica). Esta técnica es adecuada para las madres que hayan tenido una cesárea y para dar de amamantar a mellizos.
Acostada: con el bebé apoyado sobre la cama, la madre se inclina y ofrece su pecho desde arriba. Es una postura que permite que la mamá se relaje y descanse mientras amamanta. FUNDALAM recomienda alternar las posiciones en las diferentes tomas, para vaciar adecuadamente los pechos y evitar retenciones localizadas de leche y grietas en el pezón. Asimismo, es importante asegurarse de que la totalidad del pezón (incluyendo la areola) se coloque dentro de la boca del bebé, entre el paladar y la lengua.
En cuanto a la duración ideal de cada toma, la Liga de la Leche Internacional (LLLI) recomienda observar las reacciones del bebé para determinar cuánto tiempo conviene amamantarlo. Los hábitos de lactancia varían, tanto de bebé a bebé, como día a día. Es importante, entonces, que las madres no pretendan establecer una rutina fija durante las primeras semanas de vida de sus hijos.
La experiencia de Solana, mamá de Teo (8 meses), es ilustrativa: "Durante el primer mes de vida del bebé, yo pretendía ajustarlo a horarios para organizarme mejor en función de sus tomas. Con el correr de los días, me di cuenta de que lo mejor era respetarle sus necesidades y dejarlo tomar el tiempo que me parecía que necesitaba. A la larga, fue lo mejor. Se fue ordenando solo y la rutina la terminó estableciendo él".
En general, se considera que un lactante sabe autoregularse, tomando lo que necesita de cada pecho. La LLLI no considera conveniente estipular un tiempo fijo para cada toma, aunque la mayoría de las tomas oscilan entre 10 y 20 minutos (pero pueden durar más).
Hay varias señales que pueden ayudar a las madres a determinar si sus hijos quedaron satisfechos después de ser amamantados. En términos generales, la LLLI estima que un bebé está satisfecho si:
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Durante los primeros meses de vida, toma el pecho con frecuencia (un promedio de entre 8 y 12 tomas durante un 24 horas).
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Se escuchan sonidos de deglución mientras el bebé es amamantado.
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Aumenta al menos 150 gramos por semana, después de su cuarto día de vida.
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Se ve activo, alerta y sano. Su piel debe lucir firme y luminosa. Además, debe aumentar bien de talla y de circunferencia cefálica.
En cualquier caso, los expertos coinciden en que lo más importante es la paciencia y la comprensión de las necesidades de cada bebé. A medida que tanto madre como hijo perfeccionen la práctica de amamantamiento, lograrán la sincronía y la armonía que hacen de la lactancia una experiencia única.
Nota elaborada con el auspicio de la marca BUSHI.