La llegada del recién nacido al hogar
El primer trimestre cumplido en la vida de un bebé marca el final de una etapa desafiante, tanto para el nuevo miembro de la familia, como para sus padres. La llegada de un recién nacido al hogar, y aún más del primer hijo, exige una adaptación a nuevos horarios, rutinas y sensaciones que cambian para siempre.
En medio de ese proceso, el bebé crece, se desarrolla y madura a un ritmo vertiginoso. Perfecciona su capacidad de oír, afina su sentido de la vista, reconoce las caras de sus padres y, poco a poco, comienza a integrarse a la rutina cotidiana de la familia. Esta evolución sin precedentes continúa afianzándose a lo largo de los meses siguientes. Los padres, ya más adaptados al nuevo estilo de vida, pueden empezar a “jugar” con el bebé y a estimular las nuevas destrezas y habilidades que ya se asoman.
Los primeros intentos de tocar objetos y palpar texturas aparecen en esta etapa. Al ser amamantado, por ejemplo, es bueno que el bebé sienta la piel de su mamá en las manos. Dejarlo que le toque el pelo, la cara y hasta un collar o unos aros es una manera de que se familiarice, desde el tacto, con el cuerpo de la madre.
Opciones para enseñarle el entorno
Otra oportunidad para ponerlo en contacto con diferentes texturas, colores y aromas es durante un paseo por la plaza o un jardín. Provocarle cosquillas con el pasto, hacerle escuchar el canto de los pájaros y compartir el aroma de una flor son algunas de las experiencias estimulantes para los cinco sentidos.
El juego a los tres meses
or otra parte, el bebé de tres meses disfruta al máximo de su capacidad para hacerse escuchar. El abanico de sonidos se expande y los distintos ruidos aparecen como gestos de emoción y entusiasmo ante las diferentes situaciones que le resultan interesantes y divertidas. Por eso, es bueno que los padres celebren estas reacciones y las fomenten a través de nuevas experiencias que despierten la curiosidad del bebé. “A mi hijo le encanta que lo lleve al balcón. Cuando ve los autos pasar y la gente que camina, grita de emoción. La altura le da una nueva perspectiva sobre las cosas y el ritmo de la ciudad no lo deja de deslumbrar”, cuenta María Elena, mamá de Federico (3 meses).
Un perro que ladra, una calesita que gira o un auto que toca bocina también pueden resultar fascinantes para el bebé en esta etapa. No es necesario, entonces, invertir en juguetes sofisticados para despertar su curiosidad. El entorno cotidiano es entretenimiento suficiente a esta altura.
En la vida del bebé, los padres son los grandes “maestros de ceremonia”, encargados de mostrarle el mundo y guiarlo en la exploración a través de los sentidos. Sin ellos, los objetos fascinantes y la posibilidad de vivir nuevas experiencias quedan fuera de su alcance. Comprender la importancia de ese rol de guía es esencial para criar un chico seguro, curioso e inteligente.
Algunos juegos:
Rápidas y lentas
Ponemos al niño boca arriba sobre una cama y le hacemos cosquillas en la panza con nuestros dedos. Vamos cambiando entre movimientos rápidos y lentos. Le tenemos que explicar qué es lo que le estamos haciendo por si se asusta. Podemos repetir esto muchas veces y nos aseguramos varias carcajadas.
En los brazos y los pies como hormiguitas
Le hacemos cosquillitas en los brazos y en las plantas de los pies como si nuestros dedos fueran una hormiguita que camina sobre su cuerpo. Podemos hacerlo rápido y despacio. ¡Las cosquillas en los pies atrapan a cualquiera!
Soplar y soplar
Un juego que nunca falla en soplar poniendo los nuestros labios en la pancita del bebé. ¡Les encanta la vibración y el ruido! También podemos soplar al aire y que ellos vean nuestros labios moverse.
Expresiones de la cara
Miramos al niño a la cara y comenzamos a hacer caras graciosas. Por ejemplo: sacar y meter la lengua, taparnos los ojos, inflar los cachetes. Podemos hacerlo a distintas distancias. El bebé va a querer tocar nuestra cara e imitarnos. ¡Si lo hacemos los dos al mismo tiempo va a ser doblemente divertido!
¡Reírse es una sensación única! No hay nada más lindo que escuchar la carcajada de un niño y saber que es feliz. Estrella las invita a animarse a jugar y que nos cuenten cómo fueron esas sonrisas.