Al acercarse al medio año de vida, la interacción entre el bebé y sus padres cada vez resulta más entretenida. Jugar a las escondidas con objetos, intercambiar carcajadas y emitir diferentes sonidos son algunos de los pasatiempos estimulantes para toda la familia.
Ese abanico de opciones se expande semana a semana, a medida que el bebé desarrolla nuevas destrezas y descubre otras posibilidades de exploración al alcance de su mano. Es importante, entonces, que los padres estén atentos a estas habilidades adquiridas y respondan con entusiasmo para que el chico alcance su máximo potencial.
Alrededor de los cinco meses de vida, una de las destrezas más significativas que desarrolla un bebé es la de empujarse y dar vueltas mientras está acostado. La posibilidad de pasar de la posición de boca arriba a la de boca abajo le resulta fascinante, al punto de que es probable que ponga a prueba esta nueva habilidad una y otra vez. Los padres también pueden ayudar. Con el bebé acostado sobre su espalda, hay que acercarle un objeto atractivo a su lado, de manera que sienta curiosidad y, para alcanzarlo, tienda a darse vuelta.
Además de este ejercicio en particular, los movimientos generales de brazos y piernas son necesarios y saludables para favorecer el desarrollo motriz. Aprovechando un cambio de pañal o de ropa, por ejemplo, es bueno que el bebé permanezca con una camiseta u otra prenda liviana para que patalee, agite los brazos y se agarre los pies con comodidad y libertad de movimiento. Los juegos con el cuerpo resultan divertidísimos en esta etapa.
Rosario, mamá de Macarena (5 meses), comparte otro ejercicio que disfruta su beba: “Acostada de espaldas, se sujeta de mis dedos y hace intentos para sentarse. El pediatra me recomendó la técnica para que fortalezca los músculos y se empiece a familiarizar con la nueva posición. Es bárbaro porque, además de ser un ejercicio útil, a Maca le encanta”.
Los masajes también son un excelente recurso para estimular la interacción entre padres e hijos, de manera relajante y divertida. Además, ayudan al bebé a dormir tranquilo, ganar más peso, mejorar la digestión y estimular las conexiones nerviosas, para incrementar el desarrollo del cerebro y la inteligencia. Antes de llevarlo a dormir, es bueno que los padres tiendan al bebé sobre una toalla o manta y presionen suavemente sobre sus brazos, hombros, piernas y panza. Si se acompaña la sesión con música relajante y luces tenues, es probable que el bebé logre relajarse lo suficiente y conciliar mejor el sueño.
Otro hito importante que alcanza el bebé en este momento es la capacidad de responder a su propio nombre. La repetición constante de esa palabra tan importante es clave para que comprenda que así se llama. Además, la curiosidad propia de la edad hace que los sonidos nuevos despierten su atención. Los padres, entonces, son los encargados de acercarle esos ruidos novedosos para que amplíe su universo de conocimiento. Tanto el chico, como los grandes disfrutarán de esa fascinante exploración sonora.
Fuente: Guía para padres de Baby EinsteinTM. Editorial Silver Dolphin, en español.