En verano debemos intensificar el cuidado de nuestra piel y la de nuestros hijos. El 70% del daño solar provocado por los rayos ultravioletas se produce durante los primeros 18 años de vida, por eso es importante que protejas a tu hijo desde pequeño.
El daño solar en la piel es acumulativo e irreversible. Comienza en la primera infancia, cuando los niños se exponen al sol jugando al aire libre, y más intensamente en la playa, las montañas o el campo.
Los niños menores de un año no deben exponerse al sol y recién a partir de los 6 meses pueden empezar a usar protectores solares.
El factor de protección (FPS) adecuado para cada niño lo indicará el dermatólogo en función del tipo de piel, pero hay que destacar que nunca deberá ser inferior a 40. Los niños muy blancos, rubios y pelirrojos necesitan mayor protección.
Es muy importante que la cantidad que se aplique sea suficiente y cubra toda la piel. Además, debe renovarse cada dos horas o después de un baño prolongado.
Por todo esto, es fundamental que realices consultas periódicas el dermatólogo para que revise la piel de tu hijo.
Cómo cuidarlos del sol
- Nunca expongas al sol a un niño menor de un año. Ante exposiciones ocasionales, podés usar protectores solares en niños mayores de 6 meses.
- No expongas a tus hijos al sol entre las 10 y las 16, cuando las radiaciones ultravioletas son más intensas.
- Buscá la sombra de un árbol, techo o sombrilla para protegerlos.
- Colocales sombreros, gorros y remeras como otra manera de protección.
- Nunca olvides que la arena, el agua y particularmente la nieve aumentan la acción de los rayos ultravioletas.
- Nunca dejes de consultar al médico, ya que ciertos medicamentos producen erupciones y quemaduras con la exposición al sol.
Siempre recordá que las nubes dejan pasar hasta el 85% de las radiaciones ultravioletas. No te confíes de los días nublados.