Es importante conocer las diferentes etapas por las que pasan los niños, para comprender mejor los requerimientos nutricionales y características de cada momento.
Una de las características de esta edad es el rechazo a los alimentos nuevos, por temor a lo desconocido. Esto es normal y no debe ser tomado como falta de apetito.
Con frecuencia esta “inapetencia” suele preocupar a los padres, y es muy común escuchar la frase: “¡mi hijo no come absolutamente nada!”. Pero, si se verifica con detenimiento, se descubrirá que el niño consume mayor cantidad de alimentos de los que se cree.
Ante esta situación y con el afán de que se alimente, se cometen varios excesos como permitir que lo haga cuando quiera y lo que quiera, sin orden ni horarios regulares, e incluso hacer coincidir la hora de la comida con el momento en que mira televisión a modo de premiarlo por comer. En otras ocasiones, la madre recurre a dar castigos para lograr que el niño coma, lo cual constituye una ganancia secundaria de tiempo para el niño que está demandando a los que lo rodean. Por lo tanto, el niño terminará por manipular a sus padres.
Esta etapa de falta de apetito transitorio se caracteriza por presentarse en niños sanos, que no lucen enfermos, con vitalidad normal, es decir que todo el día están jugando, son inquietos, les basta tomar un poco de líquido y continúan con su actividad normal, uno ó dos días comen muy mal alternando con un día en que comen muy bien. El incremento de peso y talla en estos niños no se afecta.
Habrá que descartar, también situaciones de enfermedad en que el niño no quiere comer, tales como parasitosis u otras patologías crónicas; así como problemas emocionales o situaciones del núcleo familiar que el niño perciba y pueda manifestar su angustia mediante rebeldía para comer.
Por todo ello, hay que tratar de que el momento de la comida sea un momento agradable y en familia para que capte los hábitos de los padres. El niño preescolar puede reconocer y elegir los alimentos igual que el adulto. Normalmente, tiende a comer lo que ve comer a sus padres.
¿Qué deben comer?
Lácteos: leche o yogur; por lo menos dos veces al día. Sirven para otorgar buena calidad de proteínas y Calcio; este último esencial para el crecimiento y formación ósea.
Carne vacuna o pollo o pescado: una vez al día. Esencialmente para prevenir anemias.
Vegetales: 2 veces al día, variando los colores de los mismos para aseguraos diversidad en el consumo de Vitaminas y minerales. Dos frutas al día. Igual que con los vegetales, se debe brindar variedad.
Cereales: que aportan Hidratos de Carbono y energía. Los granos aportan fibra.
Aceites: aportan ácidos grasos esenciales para el crecimiento normal.
Agua: Asegúrese de crearle el hábito de su consumo.
Algunos consejos a tener en cuenta son:
- Darles menos cantidad de azúcar, ya que muchos alimentos la incluyen en su preparación.
- Darles menos sal.
- Darles un buen desayuno.
- Fomentarles la práctica de actividad física porque el movimiento les ayuda a crecer sanos, tener huesos y músculos más fuertes, gastar energía y así no engordar, ser más flexibles, pasarlo bien y divertirse conocer las cosas que los rodean y tener más amigos.
Recordar que ningún alimento, por sí solo, le da todos los nutrientes que necesita para mantenerse sano, nunca lo obligue a comer a la fuerza y creale un clima ameno a la hora de las comidas. Tener en cuenta todas estas pautas le servirá para crear aquellos hábitos alimentarios que lo acompañarán toda la vida.
Laura Díaz
Nutricionista
M.N 2869