A esta altura tendrás los pechos cada vez más pesados y voluminosos: en preparación para la lactancia, los conductos lácteos se han expandido. Conviene usar corpiños que los sostengan fuertemente sin que te aprieten.
Si hasta ahora pasaban inadvertidas, las contracciones serán evidentes en este período: el útero se contrae y la panza se pone dura. Si te molestan mucho, hay que buscar la forma de relajarte y descansar más. Es la forma en que tu útero “ensaya” para el parto.
La retención de líquidos también puede ser una molestia que te esté aquejando y se notará especialmente en las manos, pies y cara. Se recomienda comer sin sal, colocar los pies en alto y no permanecer de pie durante períodos prolongados. Quizás sufras de presión alta, si así fuera, el médico la controlará con total cuidado, para asegurar el mayor bienestar tanto tuyo como de tu bebé.
Las articulaciones de la pelvis comienzan a expandirse y tal vez sientas algunos dolores en la zona y también en la parte baja de la espalda.
El gran tamaño que ha adquirido el bebé hace que presione la vejiga, por eso aumenta la necesidad de orinar con frecuencia. Para los dolores en la parte baja de la espalda es bueno usar una faja que te sostenga la panza, así como sentarse con un respaldo firme, usar zapatos chatos y evitar hacer esfuerzos o levantar pesos.
* Te recordamos que estos hitos del embarazo son aproximados, ya que cada embarazo es tan único y diferente como la mamá que lo vive, y como el bebé que va a tener. Ante cualquier duda, te sugerimos que siempre consultes a tu médico.